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{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}

Paderevski al piano, la bruma y los resplandores

Que sonaran los conciertos al piano de Paderewski en las calles y parques de la ciudad fue la premonición que esperaban desde tiempo atrás. Entendió que el azar no elegía la banda sonora al tuntún, ya que es sabido que el virtuoso concertista polaco, que llegó a ser primer ministro de su país apoyado en su celebridad como músico, reunió casas y mansiones en diferentes países, muchas de las cuales nunca llegó a habitar. Adquirió, de alguna manera, residencias para el vacío, para el abandono y la frialdad, para la orfandad exterior de las fachadas y el vano uso interior. Es cierto que llegar al poder desde la fama que la armónica cadencias de sus composiciones suscitaba entre los ciudadanos contiene cierto triunfo de la poesía sobre la crítica del ceño fruncido y la constante búsqueda del conflicto, pero no lo es menos que las casas abandonadas generan la deserción de la vida. Es el preludio del fin de la existencia en los alrededores. Así lo entendió cuando escuchó las incesantes melodías de Paderewski. Llegaban tiempos de oscuridad. Las notas escritas y entrelazadas por el compositor polaco no tenían culpa alguna. En ocasiones, simplemente, el viento reúne azares que son un aviso, una advertencia, una cadena de significados insignificantes que construyen un todo. Primero percibió el miedo y después, antes de que la desolación, decidió no esperar a que las tinieblas tomaran señorío del lugar. Caminó el tiempo suficiente. La música había cesado o, al menos, ya no era capaz de percibirla. Apartó la bruma de la incertidumbre como si de una gigantesca cortina se tratara. La niebla se disipadó en una levitación pausada y un poco antes de rozar el horizonte, él descubrió resplandores. /Javi Muro

 

Fotografía: Javi Muro.



Autor: Javier Muro

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