2856

{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}

No sé de vinos y cómo elegir el vino en un restaurante

Uno de los mayores pánicos generales a la hora de ir a comer a un restaurante es el momento de abrir la carta de vinos, sobre todo si sois de los que decís que no sabéis nada de vinos. Y, aquí, quiero hacer una pequeña aclaración: si sabéis que os gusta, que os gusta menos y que no os gusta nada: ¡YA SABEIS DE VINOS!, por lo menos de lo que os interesa a vosotros que es disfrutar de algo que está en vuestro grupo de comidas o bebidas para disfrutar. Todo lo demás, saber que aromas da una garnacha, qué es una maceración carbónica,… ya es otro tema, eso es saber del mundo del vino.

 

Os voy a pasar una serie de puntos que podéis utilizar para no equivocaros y disfrutar de una buena comida (y de paso quedar bien con quien vayáis a comer).

 

- Informarse antes: es un consejo de lógica más que práctico, sobre todo si lo que queréis es quedar bien en una cena de empresa con unos clientes o impresionar a vuestra última conquista. No digo que os vayáis al restaurante y os estudiéis la carta a conciencia, a lo que me refiero es que llevéis estudiadas un par de referencias de vinos que estén un poco a la moda o que veáis en internet que son apuesta segura para una cena. Lógicamente deberéis llevar referencias de varios tipos de vinos: blancos, tintos jóvenes, envejecidos y algún modernito. Y os estaréis preguntando: ¿y si no tienen esas referencias? No pasa nada, habéis quedado bien y de esta manera le dais al camarero o sumiller la idea de vino que buscáis para recomendaros alguno de su carta. Problema solucionado.

 

- Dónde informarse antes: Utilizar las guías de vinos tanto en papel como en internet o aplicaciones para móvil.

 

- Preguntar sumiller: tenemos que aprovecharnos siempre de los profesionales, que para eso están. Un restaurante que se precie tiene que tener alguien encargado de los vinos y es al que hay que preguntar. Si es bueno, os interrogará sobre vuestros gustos para amoldarse a ellos. Y para ello también se puede apoyar en el siguiente punto que es:

 

- Tomar solo un tipo de vino: si vuestra idea es pedir solo un tipo de vino para toda la comida, tendréis que amoldar este vino dependiendo del plato principal que se vaya a comer, para así tener un buen maridaje. Si cada uno va a elegir un plato principal se deberán pedir varios vinos o pedir uno para todos al principio y luego los correspondientes a los que mejor vayan con los platos principales, por botella si sois unos cuantos a coincidir o por copas si vais solos (bueno, esto va a depender de vuestra capacidad para beber). No olvidéis que si no termináis una botella os la podéis llevar.

 

- Orden de vinos: siguiendo un poco con lo anteriormente explicado, debéis llevar siempre un orden lógico en los vinos: del más suave al más fuerte, del más joven al más viejo, etc. Siempre de menos a más para no fastidiar un vino con otro. Un ejemplo: no se puede empezar una ensalada tomando un oloroso de Jerez y luego pedir un albariño de Rías Baixas.

 

- Vino recomendado: otra opción es dejarse guiar por el vino recomendado del restaurante, aunque, personalmente, muchas veces es un riesgo ya que no todos los restaurantes van a poner buena calidad en su vino recomendado sino buen acuerdo con la bodega de turno, con lo que es un riesgo que a mí me ha llevado a pedir casera en algunos casos.

 

- Ir a lo conocido: Es la opción más recurrida ante una carta amplia y complicada de vinos, buscar las referencias conocidas y apuntar a lo seguro.

 

- ¿Me dejo guiar por el precio?: otro gran riesgo a correr, dejarse guiar por el precio, tanto por los precios bajos como por los altos. Los restaurantes suelen poner los vinos que más interés tienen en vender en las gamas de precio más atractivas para sus clientes: entre los 10 y los 25 euros.

 

- ¿Arriesgo?: el riesgo es peligroso, pero para los aventureros es un aliciente. Yo soy aventurero y más en el vino que es mi profesión. Me he encontrado con verdaderas sorpresas buenas y con verdaderas decepciones. El único problema de esto es que si pedís un vino por curiosidad os podéis encontrar con que no os guste, o incluso que lo detestéis y el problema con esto es que no lo vais a poder devolver, se puede rechazar un vino por defecto o incluso por tener posos (que no lo meto dentro del grupo de los defectos, ya hablaremos de ello en otro post), pero nunca por que no os guste.

 

Por terminar y para que todos estos puntos solo sean una guía, lo que tenéis que hacer es ir a muchas catas, probar muchos vinos hasta encontrar vuestra gama de sabores que os hacen disfrutar. Y sobre todo no olvidéis nunca que todo esto es la teoría lógica, luego vosotros sois los que creáis vuestras leyes y costumbres, dependiendo de vuestros gustos, si os gusta una comida entera con blancos, aunque el plato principal sea de jabalí con salsa de boletus, siempre vais a encontrar un vino de vuestro gusto que vaya acorde.

 

Y ya, por terminar otra vez, disfrutar de la comida, disfrutar del vino y con ello me refiero a que os pido que no engulláis sin pensar, que paladeéis, que disfrutéis de la mezcla de sabores de comida y vino. Comer y beber, siempre con moderación, no es más que un gran placer./José Ramón Jiménez Berger 'El Educador en Vinos'



Autor: José Ramón Jiménez Berger

Suscripción a la Newsletter Enviar