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{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}

La gravitación infinita

Era capaz de retraer su cuerpo hasta conseguir que barbilla y rodillas se rozaran y entonces el miedo se esfumaba. Los horrores también se alejaban cuando elevaba el cuerpo sobre las puntas de los pies e iniciaba un giro infinito. En ocasiones, las más, deseaba continuar gravitando sobre un único punto de apoyo para siempre. En ese instante, con brazos en extensión como si de alas se trataran, acariciaba la felicidad. Con los ojos cerrados imaginaba parajes exquisitos, en los que la luz era cálida y abrigaba. Lugares prodigiosos que ella misma creaba. Construía el rompecabezas a su antojo. Sus favoritas eran las piezas que más desconocidas le resultaban. Encajaba la amabilidad con el cariño; la bondad con el respeto; la alegría con la ilusión; el sueño con la felicidad. Cuando bailaba era ella misma, adquiría la capacidad de expresar su dolor, de provocar la explosión de su alma. Cuando detenían la música advertía como el aliento se desvanecía. Entonces, los aplausos eran lo de menos, palmoteos hipócritas que miraban para otro lado al apagarse las luces. En la oscuridad del salón, sobre la pálida tarima, cada noche adquiría la condición de fuelle, recogiéndose hasta que su barbilla y las rodillas tomaran contacto. Sin abrir los ojos, viajaba a una tierra recreada giro a giro. Allí, a kilómetros luz de su encierro, bailaba con los ojos abiertos y descubría en la mirada de quienes la observaban la felicidad de la gravitación infinita./Javi Muro

 

 



Autor: Javier Muro

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