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{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}

Hombres siderales contra el crono, Sayonara Baby

  Si las etapas de montaña se codean con el drama y los finales al sprint con el suspense –la comedia en el ciclismo tan sólo hace acto de presencia los días de descanso-, las pruebas contrarreloj se incluyen en el género de la ciencia ficción. Las bicicletas dejan de serlo para transformarse en vehículos diseñados por una poderosa y secreta agencia espacial, mientras los ciclistas se protegen de la fatiga extrema y de la escasez de oxígeno que provoca pedalear infinitos kilómetros a su propia velocidad de la luz –siempre un nivel por encima de su límite- bajo galácticos cascos y enfundados en trajes que reducen a los corredores a la mínima expresión física. El hombre invisible en busca de la Cúpula del Trueno.


De alguna manera, hay quien dice que la ciencia ficción no es más que la búsqueda de respuesta a las preguntas de siempre: ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cómo? Cuestiones que ayer, en Burgos y durante la disputa de la contrarreloj de la Vuelta 2015, se plateaban todos y cada uno de los ciclistas que ocupaban las primeras plazas de la general. El líder hasta ayer, Purito Rodríguez se preguntaba, por qué no atacó desde el inicio del puerto en la Fuente del Chivo. Fabio Aru se repetía una y otra vez: ¿Dónde puedo restarle tiempo a Dumoulin? Y El ciclista holandés, feliz, miraba a uno y otro lado ya vestido de rojo líder, y se encogía de hombros. ¿cómo había llegado hasta allí? Otros, como Valverde o Quintana, sin tantas preguntas que hacerse al inicio de la jornada, tras cruzar la meta aún plantean un… “y si al final la liamos…”. Pero unos y otros ya debieran saber que, tal y como explica Morfeo, no existen preguntas sin respuesta, sino preguntas mal formuladas.


La contrarreloj y las buenas historias de ciencia ficción comparten la capacidad de provocar la reflexión; la constante y atolondrada del ciclista en su soledad y la del lector o espectador ante un relato inteligente. Historias ambas que te dejan sin respiración. Cada corredor quiere mejorar el tiempo marcado por el rival que le precede y como revela el personaje de sir Alec Guinness en Star War: “¿Quién es más loco, el loco o el loco que sigue al loco?”.


Al enfilar la rampa de salida, los corredores parten hacia lo desconocido. No importa que hayan inspeccionado meticulosamente el recorrido, al iniciar la prueba todo ha cambiado. Existen otros mundos pero están en este. Saben que tienen que basarse en su propia energía, ya no están los compañeros de equipo arropándoles. Son vagabundos espaciales, caballeros jedis clamando por la Fuerza.


Al final, cruzan la meta sin aliento y extenuados –la contrarreloj es una prueba agónica- y creen escuchar una voz que les pregunta: ¿Crees que lo que respiras es aún aire? Es de nuevo Morfeo que se ríe irónicamente… “¿Nunca has tenido la sensación de no saber si estás despierto o soñando”. El ciclista gira la cabeza hacia el arco de la meta y comprueba el tiempo realizado. La tensión se funde en cansancio y tan sólo las preguntas, de nuevo las preguntas, sirven de acicate, de nuevo impulso.


Entre los argonautas que han disputado la prueba se ha colado un extraterrestre. La Historia del ciclismo ya menciona casos anteriores de seres venidos de otros mundos que vencían sin dificultad en sus enfrentamientos con el cronómetro. Hablan de Induráin, de Cancelara y Tony Martin. Ahora, Ton Dumoulin es el nuevo marciano. Pero la batalla sideral continúa abierta y hay quien ha escuchado a Aru, Purito, Quintana y Valverde gritar… “Sayonara Baby, Volveré”./Javi Muro

 

* Imagen de la restransmisión de la Vuelta a través del canal Eurosport, comentada por Agustín Castellote y Eduardo Chozas.



Autor: Javier Muro

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