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{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}

Estoy asustada

No voy a caer en el tan usado "yo a su edad jugaba a las muñecas", porque no creo que el tema deba enfocarse desde esa perspectiva. Y porque no lo encuentro veraz ni justo. Pero en los últimos meses me viene recorriendo un sentimiento de decepción no sólo hacia las nuevas generaciones, sino hacia la mayoría del sector femenino. Sí, porque por mucho que me pese, este fenómeno afecta mucho más a este lado de la especie humana. No me asusta que 'niñas' vistan de uno u otro modo; tampoco que tiendan a imitar patrones de comportamiento de personas mayores. Cada cual es libre de vestir y comportarse como le plazca.

 

Además, ya es sabido que de todas las generaciones, sus predecesoras dicen que van demasiado rápido. El tema no va por ahí. Lo que me tiene completamente aterrada es la escasez de personalidad e identidad que abarrota las redes sociales. Que tal influencer sube una foto con un jersey básico y unos pantalones que puedes encontrar en cualquier tienda del gigante Amancio, al instante leo una avalancha de comentarios preguntado por la procedencia del outfit. No lo puedo entender. ¿Todas quieren vestir igual? ¿O es que no tienen suficiente criterio como para elegir qué ponerse? De verdad, todas quieren imitar a personas que se han hecho 'famosas' por su estética? Y de la estética se puede extrapolar a otros muchos aspectos. No hablo sólo de niñas, que al fin y al cabo, todavía no tienen una personalidad marcada. Lo que es aún más preocupante es como mujeres de todas las edades se vuelven locas por copiar el 'look' de tal blogger de turno.  Colecciones 'diseñadas' por este nuevo fenómeno marketero -que es uno de los más importantes del siglo en el que nos ha tocado vivir- se agotan en minutos, nos hemos vuelto consumistas del último restaurante de moda, de las zapatillas de marca -por supuesto- que lleva X persona, y del bar de copas de último diseño -que acaba siendo una copia del anterior-. Da igual que tengamos la tarjeta bajo mínimos (no pienso hablar de la crisis), parece que si que podemos invertir en postureo disfrazado de cultura y ocio. Todos somos muy 'foodies', ¿verdad?

Desde muy pequeña siempre he buscado diferenciarme, y no hablo únicamente de la ropa o mi manera de vestir. Pero una de mis frases de vida es que en la variedad está la riqueza. Sólo hace falta echar un vistazo por la Red Social por excelencia que ha favorecido esto: Instagram. Miles de cuentas de chicas vestidas idénticas. Podría elegir diez cuentas al azar, y estoy segura que en la mayoría aparecerían: una gorrita estilo marinero, un jersey oversize de algodón 'aterciopelado', zapatos con plataforma (a poder ser de Jeffrey Campbell), con medias de rejilla sobresaliendo, aros, pantalón estilo chándal, pitillos o de estilo uniforme, bomber o cazadora de cuero con parches. Y del maquillaje mejor ni hablar: nos hemos vuelto expertas en maquillaje y consumimos productos y técnicas que hace un año ni sabíamos de su existencia: counturing, highline, y por supuesto, eyeliner bien marcado. Eso sí, las marcas de cosmética deben estar forrándose, porque gracias a las maravillosas campañas que hacen con influencers todas acaban comprándose tal labial, tal gloss o paletas de colores. Del tema del maquillaje de las cejas y toda el rito que le sigue, ni hablo. Por dios, nos estamos volviendo coleccionistas de pintalabios, que acaban siendo olvidados en un cajón.

 

Nunca las modas habían estado tan a la moda.

¿Youtube tiene tanto poder como para absorber neuronas? Me da vergüenza y me causo mucho repudio ver clones de clones, que se vuelven locas por poder comprar la misma prenda que lleva cualquier de la nueva era de famosas 2.0  una prenda completamente normal y que se encuentra disponible en cualquier tienda. 

 

¿Tan básicas nos estamos volviendo? Como para copiar a personas que bajo su apariencia de celebrity, singularidad y felicidad diaria, se esconden muchas inseguridades que sólo solapan con las alabanzas y las estúpidas imitaciones de sus seguidoras. Generaciones en busca de sí mismas.

 

Me aterra pensar que somos clones de un patrón producto del marketing, construido al gusto de las grandes empresas. ¿Somos seres individuales con nuestra cabecita o una masa de clones?/Paula Gil Ocón



Autor: Paula Gil Ocón

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