5836
{VIVIR / VIDA EN LA CIUDAD}
Flatiron, quizá el edificio más bonito del mundo
Al caminar por Brodway es complicado no imaginar que se trata de la calle más extraordinaria por la que nunca has paseado. Comercios, cines, restaurantes, galerías de arte, museos, teatros –una veintena de salas-, y un sinfín más de alternativas. Brodway es sinónimo de dinamismo, de arte y también de un cierto glamour intelectual y cultural.
Si por uno de sus extremos, Brodway atraviesa Times Square, por el otro, en la confluencia con la Quinta Avenida a la altura de Madison Square Park, desemboca en el que quizá es el edificio más bonito del mundo. El Flatiron, o edificio Fuller, como así se denomina en honor al fundador de la empresa constructora que financió las obras y que falleció dos años antes de su concluisión, preside una manzana triangular, acoplándose al milímetro a la misma. Un espacio delimitado al sur por la calle 22, y al oeste y este, respectivamente, por las citadas Quinta Avenida y Brodway.
El Flatiron quedó inaugurado en 1902, aunque si hubiera sido por los presentimientos de los neoyorkinos que observaban la evolución de las obras nunca hubiera cumplido el siglo de vida. Los vecinos de Manhattan desconfiaban de un edificio en forma de triángulo que iba a alcanzar los 87 metros y los 22 metros de altura, situado en una parcela especialmente abierta a las fuertes corrientes de viento. Tan grande era la mosca detrás de la oreja de los ciudadanos, que incluso se atrevían a realizar apuestas sobre la distancia que alcanzarían los escombros cuando Eolo lo derribara.
Todos perdieron y su visión desde el parque situado frente a su frontal curvo es imponente y continúa prestigiando el diseño del arquitecto Daniel Burnham y de su ayudante, Jonh Wellborn.
En aquel 1902, el Flatiron –apodado así por los neoyorkinos al encontrarle similitud con una antigua plancha para la ropa- se convirtió en uno de los edificios más altos de Manhattan. Su estilo Beaux Arts imita la tipología de las columnas clásicas griegas, dividiendo su fachada de caliza y terracota en tres partes. De alguna manera, los que apostaron por el fracaso del proyecto perdieron el juego al desconocer que en la construcción del rascacielos se estaban empleando las técnicas más modernas del momento; por ejemplo el uso del acero, que permitió alcanzar la altura marcada en los planos de Burnham. Los sistemas habituales utilizados hasta la fecha quizá hubieran cambiado el signo del envite popular; y quizá hubieron tenido que contabilizar restos de la singular construcción en el East River o incluso en el Hudson.
La belleza del Flatiron radica especialmente en el vértice redondeado del triángulo que forma la fachada. Una esquina curva de la torre que tan sólo marca dos metros de anchura y que en suzona más elevada marca un ángulo de veinticinco grados en el punto en que conectan las fachadas.
Ese remate en curva concede al edificio su pecculiar atractivo, su estilo especial, pero al mismo define una estructura aerodinámica que produjo en el viento durante muchos años –hasta la construcción de otras inmuebles en el entorno- un efecto túnel a lo largo de la prolongación de las calles laterales.Hoy en día, el 175 de la Quinta Avenida, donde se sitúa concretamente el Flatiron, está ocupado por oficinas y aunque aún hoy el distrito recibe el nombre del inmueble, la proliferación de compañías informáticas en el torno ha ido transformando la denominación hacia ‘Sillicon Alley’. Aún así, el Flatiron es parte esencial de Manhattan, de New York y de la arquitectura, e incluso del cine donde ha sido protagonista en más de una ocasión. Allí, en su azotea, Kim Novack besó James Steward durante ‘Me enamoré de una bruja’.
A pesar de su condición de centenario, el Flatiron no es el rascacielos más antiguo de Manhattan, el Park Row le supera por 3 años y algunos metros de altura..., aunque quizá sí sea el edificio más bonito del mundo./Javi Muro
LO MÁS LEIDO
Suscripción a la Newsletter