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{VIVIR / VIDA EN LA CIUDAD}
'Quien visita una bodega entra en un lugar al que se debe respeto'
Jesús Marino Pascual, arquitecto y galardón de las Artes de La Rioja 2012
Jesús Marino Pascual es arquitecto y premio de las Artes de La Rioja. No lo duda, cree que la arquitectura tiene que ser ante todo útil, funcional, pero al mismo tiempo, asegura que cuando un proyecto se considera como algo emotivo o escultórico entonces se traspasa la barrera del arte y se hace 'Arquitectura' en toda su expresión. Autor del Museo Vivanco, el Centro de la Cultura del Rioja, bodegas como Darien, Antíon o Irius, de la rehabilitación del Castillo de Aguas Mansas en Agoncillo o del Palacio de los Manso de Zúñiga, es consciente de que la arquitectura es -dentro de un mundo extremadamente mediático- publicitaria en si misma al encontrarse en el centro del medio urbano. La crisis ecómica ha golpeado fuerte a los estudios de arquitectura y Jesús Marino Pascual no duda al analizar la situación: "La crisis es muy profunda". ¿Soluciones? Apunta que hay que mirar el desequilibrio y la falta de coincidencia entre las viviendasconstruidas y la demanda existente, porque haberla la hay, dice. Autor/Javi Muro
Spoonful.- Galardón de las Artes de La Rioja 2011 ¿Cómo de importantes son los premios?
Hay premios y premios; hay premios y premios (reitera). Yo tengo algunos y este tiene una singularidad especial, porque en definitiva es una muestra de agradecimiento a tu quehacer, a la labor que has venido realizando en los últimos tiempos; que ese agradecimiento venga de quien representa a la sociedad riojana, del Gobierno de tu comunidad, pues tiene un significado especial. Porque, si bien estás convencido del sentido que tiene tu labor y tu profesión desde un punto de vista social, que quede ratificado por un reconocimiento que te hace el Gobierno de tu región, pues lo que surge de ahí es tu agradecimiento y una enorme satisfacción. Además, tiene un matiz que no deja de de ser importante, que se trata del galardón a las artes y, por lo tanto, estamos en ese paso que va más allá de lo que es la construcción en nuestra actividad. Ese paso que tiene que ver con la aportación sensible al trabajo que tú haces.
S.-¿Siempre quisiste ser arquitecto?
No. Cuando eres un crío te llaman la atención otras cosas. Pero sí hubo un hecho circunstancial que me inclinó hacia la arquitectura. Siempre he andado con algo que tuviera que ver con la vivencia de los lugares, con la capacidad de representar, de comprender el espacio y describirlo gráficamente. Siempre, desde el niño, he tenido afición a dibujar y pintar y para los mayores eso era un potencial. Posteriormente, con doce años fui frecuentando mucho el estudio de mi tío Santiago Alonso, que era pintor y el restaurador del Museo de la Catedral de Pamplona y ahí, en su estudio, todavía se fue alimentando más esa afición al dibujo, a la representación gráfica.
S.- Y... ¿Cuándo viste la luz de la arquitectura?
Hubo un hecho clave. Un hecho circunstancial. Yo iba a hacer Bellas Artes. Mi orientación eran las bellas artes, pero un día un amigo viendo mis dibujos durante una acampada –yo me iba, recuerda, a dibujar vacas y campos por ahí- me dijo, “tu lo que tienes que hacer es Arquitectura. Mi hermano la está haciendo arquitectura –el admiraba a su hermano”. Ahí se produjo un punto de inflexión en el que me paré a reflexionar. La combinación entre la técnica y el arte era en la arquitectura donde casaba; se trataba de hacer elementos artísticos a través de unas técnicas necesarias a dominar… es una reflexión muy fácil de hacer ahora, pero que en el fondo, en mi subconsciente, ya la vislumbraba. Y esa fue la relación. Yo tendría 16 años y no sé si me quedaba por hacer el preuniversitario, pero ya orienté toda la formación con esa idea. Desde ese aldabonazo, ya no dudé.
S.-¿Al trabajar en los proyectos, durante el desarrollo de tu carrera has tenido influencias de otros arquitectos, otras artes o eres más un espíritu libre?
(Duda, se palpa el mentón y continúa...) No sabría qué decirte; no sabría qué contestarte. Todo nos influye, todo lo que vemos, todo lo que vas viendo, las aportaciones de otros arquitectos te pueden llamar la atención. Creo que más allá de la carrera, y de algunos buenos profesores que tuve, de los grandes maestros de la Historia de la Arquitectura, creo que lo a mi me ha influido mucho ha sido mis percepciones en los viajes, en lo mucho que he viajado, siempre he viajado. En primero de carrera hice un viaje con dos amigos por toda Europa en un mini que tenía. Recuerdo que era la Olimpiada de Munich y pude ver todas las aportaciones olímpicas a la ciudad. Digo esto porque lo que yo si me he sentido siempre es, en definitiva, muy implicado con la sociedad a la que sirves, y por lo tanto, el hecho de estar conociendo lo que se estaba haciendo en otras partes del mundo, en otros países –estamos hablando de los años 70- era conocer otras formas de entender y de hacer. En los viajes siempre escudriñaba la respuesta arquitectónica de cada país, y de cada entorno. No es más que una suma de conocimientos añadidos a los grandes maestros del siglo XX y a la Historia de la Arquitectura.
S.- En tu carrera has tocado todos los ‘palos’ de la arquitectura, pero se te identifica principalmente con el patrimonio y la cultura del vino.. ¿Son estos proyectos especiales para ti? ¿Son más atractivos?
Todo proyecto es especial. Cada proyecto tiene un porqué y detrás de cada uno está el objetivo y la intencionalidad de un promotor. Lo que ocurre es que los proyectos pueden ser muy diversos, y revestidos de muchos matices en base a esas intencionalidades, en base al propio cliente. No es lo mismo un proyecto que tenga que ver con una actividad empresarial como puede ser una promoción de viviendas o un proyecto que tenga una marcada pretensión social -también lo pueden ser las viviendas-, hablamos de proyectos que tienen la razón de agilizar una dotación para cubrir una necesidad (necesidad que puede ser nueva), es decir facilitar a la población mensaje, conocimiento, el aprendizaje, el ilustrar y enriquecer a la ciudad. Proyectos como puede ser el Centro de la Cultura del Rioja o la remodelación de la Estación Enológica de Haro o como el Palacio de los Manso de Zúñiga para Escuela Europea de la Cultura o el Castillo de Aguas Mansas, como recuperación para sede municipal de Agoncillo. No es lo mismo, son diferentes vertientes.
S.- ¿Pero existe una enorme relación con la arquitectura relacionada con la cultura del vino?
Cierto es que en el caso de La Rioja hay una singularidad que la protagoniza, que es el vino. Por lo tanto cuando acometes un trabajo que tiene que ver con esa característica tan singular de La Rioja, bueno, se puede decir que estás en el centro de gravedad del mayor elemento de capacidad publicitaria de La Rioja y, por lo tanto, estás trabajando en temas de responsabilidad, siempre de responsabilidad, la arquitectura por encima de todo es una gran responsabilidad. En este caso se trata, además, de una responsabilidad que tiene diferentes matices y diferentes vertientes. Por un lado te encuentras en ese ámbito tan crítico que es el punto de expresión de La Rioja, y por otro estamos hablando de bodegas, espacios que no son deslocalizables, van a estar allí siempre, por lo tanto, muy ligadas al paisaje, al medio natural, y por ello, con una gran responsabilidad respecto a cómo se produce esa implantación y cómo esa implantación rinde a su entorno. La responsabilidad de no dañar el paisaje.
S.- ¿Hablas de responsabilidad y parece devoción hacia las bodegas cómo elementos de identidad?
Hablo de como generas esa escenografía que te permite crear el ambiente de respeto que exige un producto que se elabora en años, que no es un producto de la cosecha de hoy y mañana lo vendo; un producto que cuesta elaborarlo años. Quien visita una bodega tiene que entrar en un lugar al que se debe respeto y tiene que ver que se elaboran los vinos con la mayor calidad y el cuidado y como la funcionalidad de la bodega tiene que estar tratada de una manera especial y singularmente resuelta, para que esa funcionalidad sea impecable. En La Rioja contamos con las bodegas más avanzadas, y no lo digo yo, sino que lo escuché durante unas conferencias en Sao Paulo. El presidente de los somelliers brasileños lo decía. Hay mucha responsabilidad en lo que estás haciendo; insisto en esto porque a veces parece que la arquitectura es un juego estético, un juego formal. Diseñar no es sólo hacer las cosas bonitas; diseñar es medir primero lo que mide una botella, lo que mide una barrica, lo que mide un depósito, el grueso del muro, la luz de la viga, etc. etc.
S.- ¿Y además integrar el proyecto en el entorno?
Claro. Primero que funcione, luego que esté perfectamente construido, y además de todo eso, hacer un monumento, algo singular, algo atractivo, que se pueda vivir desde el desarrollo coherente de la funcionalidad hasta la generación de la emoción que te puede producir su vivencia. Además su relación con el entorno debe resultar natural y agradable, acentuando o señalando el valor del lugar, o simplemente formando parte de él de manera natural y serena.
S.- ¿Es difícil ser original?
La cuestión no es tanto ser original o no. De lo que se trata es de ser consciente de cómo se va a vivir. En definitiva, la arquitectura es crear envolventes para espacios habitables. Por lo tanto, hablamos de cómo se van a vivir esos espacios, pero sin olvidar que, además, la arquitectura tiene esa servidumbre de que todo el mundo va a estar obligado a sufrirla y a verla. Por lo tanto, tenemos la responsabilidad de hacer que lo que todo el mundo va a estar obligado a ver sea algo amable, agradable, que a poder ser, sea más estimulante que deprimente. No sé si es originalidad o, simplemente, hacer las cosas bien, hacerlas con interés o sin interés; no hacerlas por rutina; hacerlas con amor o sin amor.
S.- ¿La arquitectura es funcionalidad o arte?
La arquitectura por encima de todo tiene que ser funcional; la arquitectura no tiene sentido si no cumple una función. Es una de las grandes artes; pero tiene esa servidumbre, tiene que ser útil. No es pintar, no es esculpir; es más que todo eso, es hacer espacios habitables. A partir de ahí, si esos espacios se perciben de manera emotiva, como algo escultórico o con valores espaciales, entonces es cuando estamos traspasando al terreno del arte. Cuando hemos dado ese salto; es cuando entramos en un estadio superior, cuando logramos arquitectura en toda su expresión; a eso es a lo que llamamos Arquitectura. El galardón a las artes algo tiene que ver con todo ello y por eso me llena tanto.
S.- ¿Hay arquitectos estrella? ¿Es positivo que los haya?
Siempre hay arquitectos que destacan sobre los demás, y por lo tanto, a los que hay que mirar. La cuestión es que el motivo por el que destaquen sea la profundidad de lo que hacen y no por aspectos banales. Por lo tanto, hay arquitectos muy importantes, pero también hay arquitectos muy importantes bastante menos conocidos. Vivimos en un mundo en el que la publicidad y los medios de comunicación -un mundo en transformación-, permiten que todo se conozca. Hay arquitectos que son verdaderas estrellas, magníficos por su capacidad y también los habrá muy publicitados y con menos capacidad. Bueno, como en todos los órdenes de la vida. Es cierto que la arquitectura ha tenido en estos últimos años un protagonismo excepcional ante la peculiaridad de que es una disciplina muy visible. Los nuevos medios informativos y la posibilidad del trabajo en tres dimensiones ha abierto nuevos caminos, hasta hace unos años impensables. Realizaciones, imposibles entonces, que ahora las adoptamos con naturalidad. La arquitectura es publicitaria en sí misma, está en el medio urbano, siempre en el medio público.
S.- ¿Cómo es tu proceso creativo a la hora de abordar un proyecto?
En primer lugar, lógicamente, se produce un encargo. Normalmente, el cliente te pide algo que no sabe bien lo qué va a ser. Pero no hay encargo que no venga motivado por una ilusión del cliente. Con la aspiración de que su ilusión sea cubierta, sea del tipo que sea. El arquitecto debe saber leer todo lo que va implícito en esa petición del cliente. El arquitecto tiene que responder con la misma ilusión, sin ilusión la respuesta no será buena. Lógicamente, cuando te enfrentas en la soledad al proyecto por vez primera se produce una mezcla de respeto y confianza, te enfrentas a algo apasionante, vas a hacer que exista lo que no existe, y al mismo tiempo te encuentras en un mar de dudas. Ahí, el conocimiento es la experiencia, la que te dicta que tu eres capaz de resolver ese reto y que vas a satisfacer al cliente. Y luego, es trabajar los primeros pasos en la soledad y con mucha concentración, de modo que puedas visualizar y sentir lo que quieres llevar adelante. A partir de ahí surgen los primeros dibujos que se van alimentando de esa biblioteca (se señala la cabeza) de datos de los que hablábamos anteriormente y en la que tienes recursos y medidas que ahora te vuelven a ser útiles. Todo eso te va conformando como deben relacionarse las cosas… y comienzas a configurar las estancias, los espacios. A partir de ahí tendrás que exprimir las singularidades, la luz, las formas, los materiales y como todo eso se puede traducir al exterior de una forma atractiva, y que resulte un elemento que potencie el lugar en el que se va a encontrar y, en todo caso, que conviva con naturalidad.
S.- ¿La crisis está haciendo mucho daño a la arquitectura?
La crisis es tan profunda, y es especialmente profunda en la construcción; y ésta arrastra a otros sectores. Se está sufriendo de forma dura. El problema es que tal y como se han dado las circunstancias, la crisis es muy importante, pero en España la crisis financiera se multiplica con la crisis inmobiliaria. La profundidad es tal que hay muy poca capacidad de inversión. Hay demanda de vivienda retenida, pero que no puede resolverse con el exceso de viviendas que hay en estos momentos. De alguna manera habrá que resolverlo porque es una contradicción. El desequilibrio entre el costo del suelo en relación con el costo de construcción y la mala gestión que lo ha posibilitado nos ha traído aquí. ¿Quizás se trate de la necesaria depuración?. El problema es que ello lo sufren muchas personas que están al margen de los abusos.
S.- ¿Hay alternativas, hay una salida, una solución?
Probablemente, hay normativas que necesitan una revisión, porque en este momento hay cierta demanda que no se cubre entre otras cosas porque la normativa de VPO es muy rígida, porque el sistema financiero no es capaz de cubrir las necesidades de fluidez existentes y, por lo tanto, creo que requiere una revisión profunda. El gran problema que subyace en todo es que hay muy poca capacidad de inversión, de crear riqueza desde la actividad privada, desde los bancos y desde las administraciones.
S.- ¿Entre todos sus trabajos te quedas con alguno en especial? ¿Un favorito?
No te lo puedo decir porque no lo sé. Hay muchos y muy diversos. Por ejemplo, hay un trabajo que me llevó diez años, el Castillo de Aguas Mansas en Agoncillo. Cuando empezamos, el castillo era una absoluta ruina, cuando terminas algo así en un pueblo con mil habitantes y constatas la autoestima que supuso para el pueblo, pues el recuerdo es importante. ¿El primero? El primero fue una librería para una hermana mía en Pamplona. Luego hay otros como la iglesia de San Pablo en Barañain (Pamplona). Como no te voy a hablar del Museo Vivanco y de lo que supuso para La Rioja, o Bodegas Darien, o Bodegas Antión o Bodegas Irius en Somontano por ejemplo. O los complejos residenciales. O el Palacio de los Mansos de Zúñiga o … o la remodelación del entorno de los Capuchinos junto a la iglesia de Valvanera. O el Centro de la Cultura del Rioja y el gran significado que va a tener para la ciudad; un lugar especial y revitalizador del Casco Antiguo de Logroño. Son todos edificios con transcendencia, singulares, y que a mí me han llevado a diversos países del mundo a contarlos. De todos ellos matizarías alguna cosa… pero bueno, todos ellos están cumpliendo su misión. No sabría con cual quedarme. Mejor asi...
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