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{VIVIR / VIDA EN LA CIUDAD}

'Los desahucios son una barbaridad social, hay que cambiar la Ley'

El Presidente de TSJR, Ignacio Espinosa cree que ya fue un error eliminar los Juzgados de Distrito

Ignacio Espinosa ha sido ratificado como presidente del Tribunal Superior de Justicia. Asegura que el gusanillo de la Justicia le llegó viendo las películas de Perry Mason. Defiende la preparación de los jueces españoles y se niega a creer que alguno pudiera actuar con prejuicios. En la entrevista para su reelección apuntó al Consejo del Poder Judicial que las cuatro sentencias 'extrambóticas' que se producen cada año no pueden empeñar los casi dos millones de fallos lógicos que se firman; aunque reconoce que 'la noticia se produce cuando el hombre muerde al perro'. Durante sus diez años al frente de TSRJ se han creado nueve órganos judiciales nuevos y tres plazas de magistrado.Lamenta que la Justicia sea la cenicienta de las Administraciones y cree que es preciso tomar medidas para que 'no se judicialice absolutamente todo'. Propone cambiar la Ley para evitar 'la barbaridad social que suponen los desahucios' y caifica la sentencia a Garzón de 'sorprendente'. Autor/Javi Muro


Spoonful.- Una etapa más como presidente del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja. ¿Siempre quiso ser juez? ¿No me diga qué con sus amigos del colegio hacía de árbitro en vez de pegar patadas al balón?


No. Mira, yo me aficioné a ser juez, al mundo del Derecho, viendo las películas de Perry Mason. Toda mi familia es farmacéutica, mis abuelos y mi padre han sido boticarios, tengo hermanos farmacéuticos y también algunos tíos. Pero a mí no me gustaba lo de la farmacia. No tenía claro qué es lo que iba a estudiar. Fui al instituto Sagasta y subía a clase en autobús desde Cenicero. Había una película -en blanco y negro, por supuesto, que yo soy del año 52-, cuyo personaje principal era Perry Mason, un abogado penalista que ganaba todos los juicios. Viendo aquellas películas me enganchó lo de la Justicia y decidí hacer la carrera de Derecho en Zaragoza. Fue en Quinto de  carrera, cuando ya te planteas qué va a ser de tu vida, es cuando me planteo ¿Qué hago? Entonces decido opositar a juez.

S.- ¿Y cómo fue ese camino de la universidad al juzgado?


Me comentaron que había un señor, el Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Justicia Territorial, que era el que mejor preparaba para juez. Allí fui. Y le di un gran disgusto cuando le dije que con sólo ocho meses de preparación me quería presentar. El disgusto venía debido a que este señor tenía a gala ser el que menos suspensos contabilizaba entre los alumnos que preparaba. Además la media para aprobar eran cinco años y medio. No le parecía bien que me presentara porque pensaba que iba ser negativo para su prestigio; era como muy osado. Me intentó desaminar, pero yo cabezorro me presenté y aprobé. Con el tiempo me enteré, por medio de algunos amigos, que me ponía de ejemplo y que cuando algún alumno decaía le decía “con dos narices, como Ignacio Espinosa”.


S.- ¿Y es la Justicia tal y cómo se la había imaginado cuando decidió qué esto era lo que le gustaba?


Si. Me gustaba tanto la Justicia, que cuando tomé posesión de mi primer puesto en un Juzgado de Zarauz yo no sabía siquiera cuanto se ganaba. Lo primero que me dijo el secretario, que por cierto era riojano, fue “chaval lo que primero se pregunta es cuánto se gana y cuántas vacaciones tengo”. Lo mío debía ser muy vocacional porque no sabía si se ganaba mucho, poco o regular. Sigo teniendo la misma vocación. Si volviera a nacer, lo tengo claro, de nuevo quisiera ser juez.


S.- Le toco llevar el caso del primer insumiso, Carlos Faulín, ¿lo recuerda? Sigue siendo tan apasionante la Justicia cómo parecía en aquellos años…


Entonces yo era presidente de la Sala de lo Social, aquí en Logroño. En el año 89 se crearon los Tribunales de Justicia en cada Comunidad Autónoma. Entonces La Rioja se independizó de Burgos. Hasta entonces dependíamos de la Audiencia Territorial de Burgos. Era un sinvivir, sólo estábamos dos y el trabajo era espantoso, trabajábamos sábados y domingos para sacar los asuntos pendientes adelante. Como me gusta complicarme la vida me pedí voluntario el Juzgado de los Penal además de la Sala de lo Social y ya que estábamos añadí la responsabilidad del Juzgado de Menores. Estuve llevando durante un año el Juzgado de lo Penal y entonces entraron los casos de los insumisos; entonces nadie absolvía a un insumiso. El caso de Carlos Faulín era verdaderamente excepcional. Se negaba a hacer el servicio militar y la prestación social –que entonces ya era una opción-, pero es que Carlos Faulin estaba en Bosnia realizando labores humanitarias en una zona devastada por la guerra. El fiscal le pedía dos años de cárcel, yo le absolví y el fiscal recurrió. Finalmente, la Audiencia Provincial lo condenó sólo a un año y no dos años y un día, que hubiera supuesto su entrada en prisión. Aquello fue un aldabonazo y poco a poco se consiguió la derogación del servicio militar.

S.- ¿Sigue siendo emociante?


Claro, aquello fue una novedad. Fue un reto, porque siquiera era mi juzgado titular. Lo podía haber dejado y esperar a que llegara el juez titular.



S.- ¿Goza la Justicia de Buena Salúd?


Depende, los estudios democópicos sobre cuál es la percepción señalan que la gente tiene una visión general negativa de la Justicia, pero la opinión mejora de forma importante en aquellas personas que han tenido contacto directo con la Justicia; es decir, demandantes, demandados, testigos… Quien nos conoce desde dentro tiene mejor opinión. En esos estudios, no salen mal parados los jueces. Se critica que la Administración de Justicia es lenta, que las leyes son decimonónicas, que están retrasadas, pero cuando hablan de los jueces los ponen muy bien. Pero es cierto, los jueces españoles somos los mejor valorados de Europa por sus ciudadanos y los mejor preparados. Es el resultado de cinco años y medio de oposiciones, dos años en la Escuela Judicial y luego en el Juzgado con un tutor, es algo que no sucede en ningún otro país. Los jueces son gente que los mejores años de su vida los dedica a prepararse, que renuncia a salir con sus amigos, y no le garantizan que va a aprobar. Hay que ser muy disciplinado.


S.- ¿Realmente es ciega la Justicia o en ocasiones tiene la venda un tanto ladeada?


No tendría que ser ciega. En el Código Civil hay un artículo, el 1.4, que dice que las leyes se interpretarán de acuerdo a la realidad social en la que sean aplicadas. Usted juez sea imparcial, sea independiente, pero no sea ciego. Vea y observe la realidad social; hay leyes que se desfasan, que no se aplican. Muchas de nuestras leyes son decimonónicas. El Código Civil es de 1881. No es que no haya sido modificado. Pero un juez de 1881 ¿Qué tiene que ver conmigo? Pues probablemente sólo el nombre y aplicamos el mismo artículo. El artículo 1.4 del Código Civil lo dice: “Juez adáptese a la realidad social”. Por ejemplo, el delito de adulterio, que sólo lo cometían las mujeres casadas, los hombres no. Ahora no tiene sentido. Es una cuestión de realidad social. Yo he casado a un cura en el año 1978 y el código civil –lo modificaron en 1981- decía que no podían contraer matrimonio los ordenados ‘in sacri’. Me lo salté, consideré que la Constitución señalaba que todos somos iguales ante la Ley y que no puede haber discriminación por cuestiones, entre otras, de religión. Resumiendo, el juez tiene que estar pegado al terreno.

S.- Le pregunto lo de la venda por qué en ocasiones hay decisiones judiciales difíciles de entender para los ciudadanos… le pongo algunos ejemplos en diferentes campos… indultos a banqueros y políticos ¿No es perjudicial para la imagen y la credibilidad de una parte del sistema tan importante como es la Justicia?


Totalmente. Pero los indultos no tienen que ver con la Justicia sino con el Gobierno. La Justicia lo ha condenado y es el Gobierno el que lo perdona, con una medida de gracia. En mi entrevista con el Consejo del Poder Judicial comenté que los tres o cuatro casos de sentencias estrambóticas no son un ejemplo de la Administración de Justicia en España. En nuestro país hay nueve millones doscientos mil asuntos cada año y generan dos millones de sentencias, pero las que llaman la atención a ti, a mí y a los propios jueces, son los cuatro asuntos sangrantes. La noticia es cuando el hombre muerde al perro. Pero también hay que tener en cuenta que no hay sentencia que no pueda ser revisada. Pero no quiere decir que la sentencia no esté bien argumentada porque no coincida con la opinión publicada. Por ejemplo el caso del 11-M. Como el fallo no coincide con lo que han publicado algunos medios de comunicación dicen que es un error. Es diferente la opinión pública de la opinión publicada.

S.- ¿Pero la gente tiene la sensación de qué si esa situación le pasa alguien de la calle el resultado no es el mismo que alguien con un cargo relevante?


Si, se que se tiene esa percepción. Yo no la tengo. De verdad, la Justicia es igual para todos. Lo dice el artículo 14 de la Constitución y es así. No creo que haya un juez que se acerque con un prejuicio de “este es culpable o es inocente” a un caso porque el encausado sea don fulanito o una persona de la calle. Yo dejaría de ser juez. La cuestión es qué igual tienen más posibilidades de acceder a los mejores abogados. Eso es diferente.
S.- O le pongo también el ejemplo de situaciones en las que actuaciones de investigación judicial revelan un hecho delictivo tan claro que se puede escuchar en una grabación y después son anuladas.  Los jueces son conscientes de que al ciudadano le cuesta mucho entender estas situaciones por mucho que exista un procedimiento. Estamos hablando desde casos de corrupción política hasta delitos relacionados con el dopaje deportivo…


Totalmente. Una prueba ilícitamente obtenida no es válida, según la Ley de Enjuiciamiento Criminal. En el caso de Valencia, la gente escuchó las grabaciones de diferentes personas sobre presuntos delitos. El Tribunal Supremo dictaminó que se trataba de una prueba ilícitamente obtenida, que el juez que autorizó el pinchazo telefónico no era el juez correspondiente y que la prueba no era válida y le dijo al Jurado que no la tuviera en cuenta. ¿Cómo se lo explicas a la gente? ¿Cómo explicas que lo que hemos oído lo demos por no oído?... 

... ¿Qué ha pasado con el juez Garzón y las escuchas?  El Supremo lo acaba de zanjar por unanimidad diciendo que no debió interceptar las entrevistas abogado/imputado. El problema es que la Ley en general las autoriza, si bien también señala que en prisión sólo se podrán emplear las escuchas en caso de terrorismo. Lo que es la primera vez que ocurre es que la consecuencia jurídica no es la anulación de las pruebas y el caso se archiva, sino que le vuelve como un boomerang al juez que las ordenó y lo procesan y condenan. Algo sorprendente, que es la primera vez que pasa en España. Además del juez Garzón, otros jueces, como el del caso Gürtel, Antonio Pedreira, vio el mismo asunto y ordenó las mismas escuchas, pero no se ha sentado en el banquillo, ni quiero. En este asunto, la Fiscalía siempre ha dicho que sí, que se autoricen esas escuchas y no he visto a ningún fiscal sentado en el banquillo. Cuando las escuchas ordenadas por el juez Pedreira son recurridas por los abogados, dos magistrado de tres, dice que se anulen y el tercero señala que las pruebas están bien obtenidas. No me extraña que la gente no entienda nada. Ven cinco jueces el mismo asunto, tres de ellos, Garzón, Pedreira y uno de los que componen el tribunal del recurso, dicen blanco, y dos del mismo tribunal dicen negro, pero se anulan. Es normal que la gente esté confundida.

S.- ¿Puede afectar a las iniciativas de jueces de instrucción a la hora de investigar posibles delitos?


Quizá sí. Quizá los jueces de instrucción digan “hay que tener mucho cuidado con estas cosas”. Lo tendrán que mirar con lupa.

S.- La crisis está elevando la cifra de desahucios. ¿Qué opinión le merecen estas situaciones?

 
Yo he estado con la asociación que trabaja para evitarlos y les he comunicado que estoy totalmente a favor de lo que piden. ¿Qué ocurre? Necesitamos un cambio legal, mientras la Ley diga lo que dice, ni el juez más benévolo del mundo puede evitar que alguien que tiene una hipoteca a su favor y un banco  la quiera ejecutar, no la ejecute y acabe con un situación de desahucio. El banco dice he ganado un juicio y el fallo señala que como no me paga la hipoteca del piso me hago con el piso y quiero que su inquilino salga de él. Es un problema social tremendo. El mejor y más bienintencionado juez lo más que puede hacer es conceder una prórroga, pero nada más. En caso contrario, estaría prevaricando. Lo que hay que hacer es un cambio legal, porque lo que está ocurriendo es una barbaridad social. Tu te comprabas un piso que costaba cien, ahora no vale cien; ahora sólo vale sesenta. Le dices al banco que se quede con el piso que vale cien, pero el banco te dice que sólo vale sesenta; y te responden me quedo con el piso y además me sigues debiendo otros cuarenta. ¿Pero no valía cien? ¿a qué si en vez de cien el precio hubiera subido a ciento veinte el banco no me hubiera dado veinte? Es un problema social tremendo y hay que cambiar la legislación. La asociación está consiguiendo evitar algún desahucio –no por las malas- hablando y ablandando a los ejecutantes. Pierdo la vivienda, pero déjeme seguir viviendo en precario. Me alegraría si hubiera un cambio en la Ley que contemplara estos problemas y que tuviera en cuenta a mucha gente que con la crisis económica lo está pasando muy mal.



S.- ¿Realizaría algún cambio en la organización de la Justicia si estuviera en su mano?


Mira yo estoy de acuerdo en muchas cosas que se están planteando. Pero, cuando termina una Legislatura siga o no el mismo partido gobernando decaen muchas iniciativas legislativas en las que se ha estado trabajando durante los últimos años, muchas veces no tienen continuidad. E incluso hay que volver a iniciarlas y eso supone desaprovechar todo el acerbo jurídico y cultura que hay ahí. También estoy de acuerdo con algún tipo de copago en la Justicia, siempre que se garantice la gratuidad a aquellas personas que no pueden pagar; eso hay que salvarlo siempre. Pero estamos viendo pleitos y demandas por doce euros; tiene que haber mecanismos que eviten que se judicialice todo. No puede ser que en España haya 9,2 millones de asuntos judiciales al año, con 47 millones de habitantes; mientras que en Francia hay 6 millones con 65 millones de habitantes. Y también fue un fallo tremendo eliminar los Juzgados de Distrito, ¿por qué no se impulsa la mediación, el arbitraje?. Todo se judicializa y al final la Justicia se va a atascar.

S.- ¿Echa algo de menos para poder desarrollar la Administración de Justicia tal y como la concibe?


Si. La Justicia en España siempre ha sido la cenicienta; es un hecho notorio. En España hay, no llega, cinco mil jueces; diez jueces por cada cien mil habitantes. En Europa la media es de veinte. Para lograr el equilibrio habría que multiplicar por dos. Pero además, en Francia y Alemania, por ejemplo, muchos asuntos están desjudicializados. En España, lo que se dedica al Ministerio de Justicia es el uno por ciento del PIB, la media europea es un seis por ciento. Esa cifra cada año es una barbaridad, que va generando retraso en la modernización de la Justicia ejercicio a ejercicio; siempre ha sido la peor dotada. Hay que digitalizar; si te das una vuelta por los Juzgados ves papel y papel, vas a Hacienda y no ves un sólo papel.



10.- ¿El trabajo se queda en el despacho aquí en el Tribunal o va con usted a casa? ¿Se ve más clara una sentencia sentado en el despacho o en una de sus caminatas de fin de semana?


Son complementarias. Ahí está la realidad social de la que hablábamos antes. Hacer deporte, las tertulias, ir al cine; todo es un complemento.

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