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{VIVIR / VIDA EN LA CIUDAD}

'La arquitectura no puede dejarse llevar por la fascinación de la moda'

Jesús Ulargui, arquitecto y maratoniano. Llega al café 'Romasanta', situada en el centro de Logroño, después de haber corrido unos buenos kilómetros por los parques de la capital riojana. “He dado la vuelta a Logroño; es algo que me resulta sano; he estado por el parque del Ebro y por el Iregua y luego de regreso a casa”. Jesús Ulargui ha corrido trece maratones. “Ahora he parado. Primero empecé por correr el maratón de Madrid; después descubrí que correr maratones era una extraordinaria excusa para viajar y fui a Nueva York; y así seguí viajando”. Ulargui asegura que correr le ayuda a ordenar ideas, que luego aplica en su trabajo. Ha terminado los maratones de Berlín, París, Viena, Roma. “Nueva York –recuerda con ganas de volver- es algo increíble”. Los dos últimos han sido París y Roma. “Además curiosamente -apunta- han sido los maratones en que mejor tiempo he logrado”. Asegura que ahora ha dejado de correr por objetivos. “Corro por placer, y sigo corriendo mucho, pero por placer. Además ahora me aficionado al hockey hielo”.

 

Entiende que el deporte es fundamental. “Correr es un ejercicio de meditación; quizá sólo lo entendamos los frikis que corremos, pero es meditación. Es un momento en que te dejas llevar, piensas mucho, pero llegas a un estado de calma que es muy, muy estimulante”. El arquitecto riojano afincado en Madrid –parte del estudio Ulargui y Pesquera- también habla de la euforia que acompaña concluir con éxito la carrera. “Sobre todo la primera vez; yo estuve una semana en que era absolutamente feliz, me daba igual los problemas que me plantearan”. Como arquitecto ahora tiene entre manos el Palacio de Justicia de Logroño.

S.- ¿Correr te ayuda de alguna manera en tu trabajo como arquitecto,?

A mi correr me ha enseñado muchísimo de la vida. Yo, de hecho nunca pensé que iba a escribir un libro y lo escribí. Correr para preparar un maratón es una enseñanza muy positiva; es correr durante cuatro meses cinco días una hora y aprendes que para llegar a un objetivo muy importante tienes que medir muchísimo tus energías. Bien, pues de alguna manera correr me ha permitido, por ejemplo, escribir un libro. En el aspecto de la creatividad la verdad es que sí; yo cuando corro pienso mucho en mi trabajo, me ayuda a ordenarme. 

 

S.- Después de un maratón tienes la sensación de que puedes con todo, con cualquier reto…

Si. Te das cuenta que es maravilloso. En Nueva York hay algo fantástico que es el paseo esa misma tarde con las medallas; te sientes un héroe; te demuestra que en un maratón todo el mundo ha ganado. ¿Cuándo te preguntan en qué puesto has quedado? Da igual, si es que hemos ganado todos. Eso sí, es esencial conocerse bien a ti mismo, para correr un maratón hay que conocerse bien a uno mismo, si lo consigues puedes lograr el objetivo.

 

S.-  ¿Por qué arquitecto? ¿Cómo y en qué momento tomó la decisión?

Yo no sé porque soy arquitecto. ¿Vocación? Mira, yo decía que quería ser arquitecto sin saber qué era ser arquitecto. De lo que yo pensaba entonces a lo que se ha convertido ser arquitecto no tiene nada que ver. Verdaderamente descubrí la arquitectura cuando empecé la carrera; entonces me di cuenta de que esto sí que me gustaba de verdad. Pero se puede decir que fue una intuición o poco más.

 

S.- ¿La arquitectura está más cerca del arte, de la funcionalidad, o de la obra de servicio?

Es una mezcla de todo. Si que tiene una cuestión artística, una cuestión personal, pero no es interesante si no tiene lo que llamamos función; atender a las necesidades, creo que eso es importantísimo. Tiene que tener un valor constructivo; de permanecer en el tiempo. Es un cóctel de equilibrio entre todas las partes, que es lo que hace a la arquitectura un arte complejo y muy interesante. Manejar ese conflicto de partes; partes que todas tiran y al final esa búsqueda de equilibrio es lo esencial.

 

S.- ¿Ser arquitecto es imaginar y dibujar edificios? ¿Es una definición válida?

No, imaginas partes. No, nunca imaginas edificios totalmente acabados. La visión del arquitecto, cuando está pensando en un proyecto, ve el tema espacial. Entonces se te ocurre cómo dar respuesta a un planteamiento. Pero a la respuesta real, la definitiva, es una estructura que se va montando cuando haces el proyecto. Digamos que es un conjunto de acciones. Lo hermoso es que cuando tu las vas incluyendo en un proyecto todo se convierte en un puzle que va encajando. Por lo tanto no es dibujar, sino ordenar el desorden; poner todas las cuestiones en armonía.

 

S.- Dicen que para ser escritor hay que irse a Madrid, ¿Para ser arquitecto también? ¿Por qué Madrid?

Para ser arquitecto hay que tener el mundo en tu cabeza. Malo es que te centres sólo en un sitio. La Escuela de Madrid yo creo que es la mejor escuela de arquitectura que hay en España. Pero por supuesto que se puede ser buen arquitecto en cualquier lugar. Hay muchos arquitectos que trabajan fuera de las grandes ciudades y tienen proyectos increíbles. No hay una fórmula, en arquitectura se puede ir desde lo más pequeño hasta lo más grande. Mejor dicho, no hay ni obra pequeña ni obra grande. Se puede ser un maravilloso arquitecto en una aldea.

 

S.- Hay arquitectos que mencionan la literatura, el cine, la música, la naturaleza como sus fuentes de inspiración… ¿realmente las musas aparecen relacionadas con otras artes? ¿Qué le inspira?

Creo que es la vida. Creo que en arquitectura la mejor inspiración es lo vivido. Ahora, por supuesto hay que ir al cine. Como dice Rafael Moneo, doy las gracias a la arquitectura por haberme mostrado la vida a través de sus ojos. Yo como arquitecto he aprendido a ver el mundo. Yo he aprendido a disfrutar de la música desde mi profesión de arquitecto; cuando tú rozas cualquiera de las artes en el fondo eres capaz de apreciarla e identificarte. Es decir, como arquitecto disfruto de la obra de un pintor, o un poeta de un músico, pero también de un buen carpintero, o un buen soldador. La creatividad está abierta más allá de las grandes disciplinas.

 

S.- ¿Cómo idea sus trabajos? ¿Cuál es el proceso?

Nunca es el mismo. Lo primero en lo que hay que tener cuidado es en no encorsetarse. Por lo tanto, no tengo un proceso predefinido; las cosas surgen. Eso sí, siempre me pillan trabajando;, muchas, muchas horas encima de la mesa y quizá la única cuestión en la búsqueda de orden es encontrar un enganche. Cuando todo lo importante está definido, entonces es cuando se encuentra una chispa, algo que activa lo que está ocurriendo ahí. Y esa búsqueda de la chispa surge de diferentes formas, ya sea un tema descriptivo, una idea artística, una imagen. Es verdad que para nosotros, para mi estudio, el trabajo con las manos es importante. El estudio está lleno de maquetas. Todo se proyecta con las manos.

 

S.- ¿Existen los estilos? ¿Trata de qué sus edificios tengan un estilo?

Más bien creo que existe una forma de hacer; el estilo es una forma de hacer. El estilo es un carácter. Toda persona, no solamente un arquitecto, tiene una forma de ser, que no es una cuestión muy evidente. Es decir, que no te puedes quedar con la primera impresión; siempre hay una forma de ser profunda, también en los arquitectos. Esa forma profunda de actuar si que existe. Hablar de estilo ya es una cuestión más académica, relacionada con a la organización estética, por ejemplo. A mí eso me interesa menos.

 

S.-  ¿Hay un proceso de documentación del lugar, de la ciudad, de su historia, del entorno?

El lugar para mi es determinante. La toma de datos históricos o paisajísticos o referidos a la memoria colectiva me parece muy importante. El espacio físico es esencial. Hay una memoria colectiva en los edificios, en los lugares, que el buen arquitecto –hablo por ejemplo de Álvaro Siza- sabe encontrar, es la poética del sitio.

 

S.- Supongo que de los elementos que aporta el entorno hay unos más relevantes que otros, ¿cómo se hace esa criba, cuáles son los criterios para defender unos frente a otros?

Creo que todos debemos ser hijos de nuestro tiempo, pero a la vez hay que tener cuidado al actuar en un especio determinado. A la hora de actuar hay que tener en cuenta que, frente a la moda o el diseño de objetos personales, el tiempo de consumo de la arquitectura es muy largo. Es decir, que si tu vas realizar el proyecto de un edificio, desde que lo piensas hasta que se ejecuta para un largo periodo de tiempo. Pero es que además, una vez terminado su tiempo de vida puede ser de cien años. El tiempo hay que mirarlo con mucho respeto. La arquitectura debe sobrevivir muy bien, si tu te dejas llevar por una corriente del momento, pues lo más seguro es que ese edificio sobreviva muy mal al paso del tiempo, que es inevitable. Es importante que la arquitectura sea hija de su tiempo, pero no que se deje llevar por la fascinación de una moda.

 

S.- ¿La arquitectura puede hacer feliz a los ciudadanos?

Debe. Debe hacer feliz a los ciudadanos. Todos debemos dedicarnos a hacer felices a los demás, como no lo va a tener que hacer la arquitectura. El arquitecto tiene que tratar de hacer feliz a los usuarios de su edificio. El fin de la arquitectura es el hombre, donde vive, donde trabaja; su entorno.

 

S.- Hoy en día, más que los países, son las ciudades las que compiten entre sí. ¿Qué importancia le concede a la arquitectura en esa competencia?

He estado viendo con mis alumnos el hotel/bodega del Gehry en El Ciego, la obra de Zaha Hadid en López de Heredia, en Haro, y me decían “es que esto es sólo marketing”. Creo que ahí se equivocan. En la Historia, el valor de la arquitectura como símbolo es muy importante, cuando digo símbolo me refiero a la identificación de los ciudadanos con los edificios. Eso que también es carácter es muy determinante. Que las ciudades tengan edificios con personalidad y que quieran dejar algo que identifique a ese lugar es muy positivo. Como decíamos antes, también tiene un peligro que es la identificación vacía. Es decir, que el fin sea superficial. Un ejemplo positivo de la identificación de ciudad y arquitectura es el Guggenheim de Bilbao. 

 

S.- Precisamente, durante los últimos años, la arquitectura ha estado presidida por la idea del arquitecto estrella. ¿Qué opinión le merece este concepto? ¿Ha sido positivo para la arquitectura? 

¿Ha sido positivo? Como todo en la vida. Es positivo porque ha ayudado a identificar a los ciudadanos con la arquitectura y ha servido para realizar una labor pedagógica que era muy necesaria; ha permitido explicar que los edificios son importantes. Pero también ha tenido un aspecto negativo, que lo comentábamos también antes, que es la cuestión de la superficialidad, cuando se queda sólo en eso. Es una ecuación muy difícil. Por ejemplo el edificio del Ayuntamiento de Logroño; es un edificio que ha conseguido identificarse con el ciudadano, al mismo tiempo está en las guías de arquitectura y, además, ha conseguido transformar la ciudad de Logroño.

 

S.- No se puede negar que en actuaciones cómo el museo Guggenhein de Bilbao la actuación ha sido un éxito. Se ha logrado la regeneración arquitectónica, urbanística, social y económica de la zona… pero, ¿no se ha corrido el riesgo de copiar demasiadas veces en demasiadas ciudades la misma idea?

Si, hemos asistido a cosas disparatadas. Yo puedo decirte que dibuje varias veces el Guggenheim con mis manos antes de que se construyera y pensé que no iba a tener esta acogida y ha conseguido cumplir todos esos objetivos. Claro,por ejmplo, la Ciudad de la Cultura de Santiago no. En mi opinión está acabando con las arcas de la comunidad autónoma gallega. También puede tener un efecto negativo este modelo de ciudad. De hecho hemos tenido a los mejores arquitectos del mundo construyendo en España y no nos han dejado grandes obras, hay casos muy aislados. Hay muy poquitos buenos edificios de los grandes arquitectos en España y esto merecería una reflexión, porque muchas veces hemos actuado –con perdón- como paletos. Se ha trabajado con la idea de ‘voy a traerme uno de muy lejos, porque entonces es más importante’. 

 

S.- ¿Se ha mirado más la firma que otros valores?

Sin duda, se ha dado más importancia a la firma, sin mirar que hay detrás. No siempre ha sido un éxito. Hay edificios que sólo son fachada, que es sólo prestancia sin nada de tema.

 

S.- Quizá, se ha creado una situación de exhibicionismo arquitectónico…

No creo que sea malintencionado, no lo creo. Creo que es fruto de una época. No veo mala intención, pero si poca reflexión. Hemos trabajado, todos, demasiado rápido sin pensar, sin reflexionar si ese edificio era realmente necesario.

 

S.- En plena recesión, supongo que la arquitectura también está notando los efectos de la crisis ¿Cómo se defienden, cómo afrontan esta situación los estudios de arquitectura?

La arquitectura es la crisis. En mi caso, mi único objetivo es sobrevivir. Hace dos años que lo noté ya y me he dedicado a presentar proyectos en concursos fuera de España; quizá los pierda todos. Ese es el camino que voy a seguir hasta que yo acabe con la crisis o la crisis acabe conmigo. Este es un momento para saber si lo que haces te gusta. Yo voy a seguir haciendo arquitectura.

 

S.- ¿Hay opciones alternativas a los proyectos de nueva factura? ¿Quizá la rehabilitación….?

Hay muy pocas opciones de proyectos de nueva planta. El reto de los próximos años serán actuaciones, y no tan importantes, sobre lo actuado; ese va a ser el marco sobre el que nos vamos a mover. No sólo los Cascos Antiguos y la rehabilitación, sino que me refiero a dar una segunda mirada a lo que se ha hecho. Seguramente, una mirada más sensata.


S.- y el nuevo Palacio de Justicia de Logroño ¿cómo lo definimos? ¿A caballo entre la obra nueva y la rehabilitación?

La proporción en el Palacio de Justicia es más favorable a obra nueva. Pero no cabe duda que hay una cuestión importante en cuanto al aprovechamiento de edificios históricos. En el caso del Palacio de Justicia ha sido determinante. Todo el proyecto gira, curiosamente, entorno a la pieza rehabilitada. Lo importante es lo que ya existía y lo nuevo va a ser un espacio neutro, estable y sin grandes pretensiones ni gritos, un espacio de cierta neutralidad, dando equilibrio a la zona.; creo que eso también va a ser bueno para la ciudad.

 

S.- Descríbalo... ¿Cómo será visualmente?

El que entre en el edificio, verá un gran vestíbulo, interesante para la ciudad, de 10 de altura, de cien metros de largo, que va a ser el espacio por antonomasia, que va a ser lo que todo el mundo va a identificar con el Palacio de Justicia. El resto, será un espacio verde, lleno de árboles…de sombra. Es un edificio envuelto en hojas. Dotamos de más protagonismo al parque que al edificio. El edificio será muy neutro, pero con una fachada verde, una fachada vegetal. Y encima vamos a plantar árboles alrededor. Quiere transmitir que la Justicia es amable.

 

S.- Proyectos futuros…

Pendiente de presentar un planetario en Suiza y una biblioteca en Eslovenia, son concursos a los que me presento.

Autor/Javi Muro

 

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