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{VIVIR / VIDA EN LA CIUDAD}

'Cuando el caos nos rodea, la columna de prensa es un refugio, un instante de aislamiento'

Juan Tallón, escritor y columnista de El País, reúne sus artículos en 'Mientras haya bares'

Juan Tallón es periodista y escritor. Cada lunes cierra el suplemento deportivo de El País con una columna que a primera vista pudiera parecer referida al fútbol por su ubicación pero que si aceptas el reto y te dejas llevar por las palabras encadenadas por Tallón descubrirás que, en definitiva, habla de la vida. También puedes leer sus artículos en Jot Down y El Progreso, además de escuchar sus colaboraciones en la Cadena Ser. Es autor de las novelas 'Fin de poema', 'El váter de Onneti' y de los ensayos 'Libros peligrosos' y Manual de fútbol', deporte del que reconoce ser un apasionado. Ahora, ha reunido en 'Mientras haya bares' una selección de sus columanos y artículos. Si le preguntas por qué escribe apunta ignorarlo. "En el fondo creo que todos los escritores ignoran por qué escriben", aunque resalta que él lo hace "incausadamente. No puedo no escribir". ¿Sobre los bares? La portada del libro aporta de entrada alguna pista: "Un pueblo que pierde la capacidad para convocar una reunión alrededor de la barra de un bar es un pueblo muerto. Da igual que tenga habitantes. Como pueblo es un cadáver"./Javi Muro

 

SPOONFUL.- ¿Qué cuentas en ‘Mientras haya bares?

Es una mezcla de literatura, bar y cine. Es el resultado de mi paso por los cines, por libros y por los bares y que he contado a lo largo de estos años. Son vivencias pasadas por el tamiz de la literatura. Más allá de esta percepción, ‘Mientras haya bares’ es una recopilación de textos que he publicado durante los últimos cuatro años en diferentes medios de comunicación. Tiene el propósito de reconstruir una etapa que ni siquiera creo que haya acabado, que no acabará nunca tal vez, y que se sitúa en esos ambientes que para mí siempre han sido tan familiares… los libros y los bares.


S.- ¿Por qué la vida observada desde la barra o la mesa de un bar ofrece una mirada más real?


No necesariamente. La vida está fuera del bar aunque quizá más dispersa. El bar funciona como microcosmos, como una especie de hogar que sitúa al individuo a otra escala y compartido con otro tipo de parientes. En el bar uno está acompañado, pero al mismo tiempo puede disfrutar de la soledad entre la gente. En el bar uno relata la historia y a la vez la protagoniza. No hay tantos espacios donde pasemos tanto tiempo si quitamos nuestra propia casa y nuestro puesto de trabajo.


S.- …los bares forman parte de nuestra cultura…


Sí, forman parte de nuestra cultura, de nuestra vida. Podemos rescatar parte de nuestra vida apuntando las cosas que nos han pasado, que hemos escuchado o que hemos relatado dentro de los bares. Se me ocurren pocas sociedades como la española en las que un bar, un espacio cerrado y al mismo tiempo tan abierto, está tan presente en nuestra vida diaria.


S.- ¿Han sido los bares, como decía el anuncio, las redes sociales de toda la vida?

No, creo que en el bar se produce una relación muy física, siempre le ves la cara a tu interlocutor y aunque alguien te grite, como pueda hacerlo en Twitter, siempre le estás viendo la cara. No encuentro una equivalencia en ese aspecto. A veces imaginamos Twitter como una barra de bar, pero el bar es algo mucho más íntimo y real. En Twitter tengo la sensación de asistir a una gran ficción impregnada, vagamente, por algunos elementos de realidad. El bar es realidad salpicada por historias ficticias.


S.- ¿Cuáles son los ingredientes para que una columna sea una buena columna?


Lo ignoro completamente. No sé cómo escribo las mías y creo que es bueno que no exista una fórmula. Siempre recuerdo a aquel escritor inglés que decía que para escribir un buen libro hay tres pasos fundamentales pero, por suerte, nadie conocía cuáles son esos tres pasos. En cada columnita buscas un milagro diario cuando te enfrentas al texto. No hay secretos, no sé cómo escribo mis columnas, simplemente me pongo a escribir. A veces surgen con más fortuna, en ocasiones con menos. No diría que existe un mecanismo y creo que por suerte es así, sino acabaríamos escribiendo siempre la misma columna.


S.- ¿Un columna tiene que adentrarse en la actualidad obligatoriamente?


Tal vez convenga, pero quizá debiéramos discutir qué entendemos por actualidad. Algo en lo que nadie repara y nadie presta atención puede ser actual. En cambio, algo que nos parece de lo más actual porque está sucediendo ahora a los cinco minutos caduca.


S.- Da la impresión que en los últimos años ha habido un despertar del género, incluso que se cuida más en los propios periódicos…

Comparto esa percepción, pero parece más intensa de lo que es probablemente porque ha coincidido con la explosión de las redes sociales y, sobre todo, con un cambio generacional. Cuando hay nuevas voces todo suena de otra manera. Nuestra prensa, después de muchos años, ha comenzado a incorporar a nuevos columnistas o escritores. Hay un movimiento de nombres que aportan a la columna otra mirada. Quizá son columnistas menos solemnes, que se toman menos en serio a sí mismos y quizá por ese motivo lo que hacen nos parece más fresco, rejuvenecedor.


S.- Quizá sea una percepción personal, pero cuando abres los periódicos y observas que todo está enmarañado, que casi te resta confianza, la gente encuentra en las columnas el enganche para continuar leyendo periódicos…

Puede ser algo más que una percepción personal. Hay un exceso de información, antes el mundo cambiaba cada siglo, después cada década, hubo un tiempo que cambiaba cada año, pero ahora cambia varias veces al día. Ahora todo adquiere muchísimo vértigo, pero en cambio la columna la entendemos como una detención del tiempo. La defino con un término un poco hortera, como un oasis, como una habitación en la que por un momento se puede leer en silencio. Así que comprendo que se entienda la columna como un refugio, como un instante de aislamiento. Cuando el caos nos rodea es de agradecer ese momento solitario y silencioso.


S.- En el texto de apertura de tu blog cuentas que en una ocasión trabajaste en un periódico y saliste escaldado… ¿tal mal fue la experiencia?


Todos conocemos como ha evolucionado a peor la situación de los profesionales en los medios de comunicación. Mi caso no fue una excepción. Me pilló esa época en que los despidos mermaban las redacciones y era tremendo formar parte del grupo de despedidos, pero también lo era quedarse. El ambiente se enrarecía, el pesimismo lo ocupaba todo, la gente se desencantaba de la profesión y a la vez debían hacer frente a la confección de un periódico, que tenía que salir con las mismas páginas pero, tal vez, con la mitad de plantilla. Viví esa experiencia con gran traumatismo y por ese motivo cuando pude abandonar la redacción fui un hombre feliz. Por fin pude volver a escribir. No había dejado de escribir, escribía cuatro informaciones al día, pero eso no era escribir tal y como yo lo entendía. Por eso salí escaldado.


S.- Al hilo de lo que cuentas, ¿crees que se hace buen periodismo hoy en día?


Se hace buen periodismo y se hace mal periodismo. Como las condiciones para realizarlo se deterioran a cada minuto, tenemos más muestras de mal periodismo. En el momento en que a un periodista se le permite realizar su trabajo en condiciones dignas el buen periodismo sale a flote. Nunca ha dejado de haber buen periodismo, han dejado de existir buenas condiciones para realizarlo. A penas las hay el periodismo sale sólo.


S.- En tu doble condición de escritor y periodista, ¿cambia la forma de abordar una novela y una columna, en el estilo de escritura, por ejemplo?

Sí, cambia el estilo y cambian las herramientas, pero cambia sobre todo la disposición mental. En mi caso, como todos los días, al menos durante unos minutos, actúo como periodista y sucesivamente como escritor –o viceversa- tengo tan naturalizado el cambio que tan siquiera tengo que hacer sonar un click. Cuando me siento ante el ordenador sé cuándo voy a escribir una columna y por tanto mi cerebro actúa de un modo distinto. Ocurre igual cuando me siento y toca escribir una novela. Entonces mi cerebro sabe que la libertad es casi absoluta, que hay menos reglas que cuando afrontas a un texto periodístico.
S.- Igual debiera haber sido la primera pregunta de la conversación, ¿por qué escribes? ¿Siempre te gustó escribir?


Lo ignoro completamente. En el fondo creo que todos los escritores lo ignoran. En general, los escritores disponemos siempre de una respuesta para esa pregunta, pero creo que no acaba de ser del todo satisfactoria. No acaba yendo a la causa última. Escribimos por muchos motivos, pero todos son superficiales. Mientras que el verdadero motivo, el motivo de fondo, se nos esconde siempre. Creo que no hay respuesta posible. Escribo incausadamente, sin saber por qué, sólo sé que no puedo no escribir.


S.- … pero, crees que llegas desde la lectura…

Sí, eso es evidente. Un escritor no puede aspirar a serlo sino ha transcurrido parte de su vida entre libros. Es difícil llegar a ser escritor por el gusto de decir en público que eres escritor. Es cierto que existe ese tipo de autores que disfruta exhibiendo el carnet de escritor. El verdadero escritor necesita escribir no decir que es escritor.


S.- ¿Qué temas te llevan a escribir, sea una novela, una columna? ¿Dónde surge la chispa?

A menudo en una insignificancia, en algo a lo que raramente miramos. Me produce mucha pereza escribir sobre un tema de conversación, sobre algo que está en boca de todos. Necesito huir del tema concurrido. Mis columnas son el resultado de una huida en pos de algo que no esté excesivamente tratado. En cuanto a las novelas, la búsqueda es diferente. De pronto un día tienes un idea o descubres que ya tenías una idea pero le faltaba un suelo para sostenerse o una pared a través de la que avanzar aunque sea a tientas. Surgen de motivos distintos pero es lógico ya que una es la compañía de un día y la otra de meses, cuando no de años.


S.- … y luego está el fútbol, ¿no?

… sí, es una de mis pasiones… en la que incurrimos –se ríe. Es una pasión, pero también es un relato porque hay mucha historia en un partido de fútbol. Historias que quizá no tienen que ver con el fútbol, pero sí con la vida. El fútbol tiene una capacidad evocadora, lo que sucede en un terreno de juego te puede lanzar mucho más allá. El fútbol es un tema literario más.


S.- Comentas también en tu blog que no se puede escribir un relato honesto si no pones toda tu mierda sobre la mesa…

Tampoco hay que tomarse las afirmaciones que hago en el blog siempre de una forma literal porque forman parte de ese personaje que no se toma en serio. Un personaje que hace afirmaciones de las que no está muy convencido. En cualquier caso, en ese texto me refiero a una novela que escribí en 2013, ‘El váter de Onneti’, donde el protagonista que se llama como yo y comparte rasgos de mi forma de ser y episodios de mi vida se legitimaba sobre esa afirmación. Para tratar de adaptar un personaje literario a veces hay que conocer todas sus facetas, desde las exitosas a las que le conducen al fracaso. Desde las que le hacen sentirse orgulloso, a las que son miserias.


S.- Te lo comentaba también porque en una conversación con un paisano tuyo, Manuel Jabois, comentaba algo parecido… o escribes con todo o no lo hagas…


En el fondo describe la misma necesidad. El texto es más honesto cuando eres capaz de alejarte de ti mismo… Cuando escribes en primera persona no vale jugar a ser un tipo exitoso que no se arrepiente de nada, todos nos arrepentimos de algunas de nuestras decisiones, de las que tomamos ahora y de las que adoptamos en su momento. No hay que avergonzarse, somos material literario genuino que no debe ser nunca desechado.


S.- Al hilo de lo que hablamos, ¿hay que ser gallego para escribir bien?

No, no en absoluto. Son coincidencias históricas. La buena literatura está llena de hombres y mujeres que han nacido fuera de Galicia. Pero está bien que podamos coincidir en el tiempo tantos gallegos colaborando en medios.


S.- ¿’Mientras haya bares’… hay esperanza…?


Mientras haya bares hay esperanza, hay bebida y hay relato, porque fundamentalmente el bar es un relato, es una historia llena de pequeñas historias que nunca se acaban. No importa que cierren los bares porque al mismo tiempo están abriendo otros. Mientras haya bares hay refugio; mientras haya bares hay amigos y hay intimidad… mientras haya bares habrá tragedias y habrá tristezas, pero habrá días de felicidad y esos días son los que nos rescatan.

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