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{VIVIR / VIDA EN LA CIUDAD}

'Antes la clase media confiaba en el futuro como un lugar mejor, ahora no'

Esteban Hernández participa en las Jornadas 'Estado de Bienestar, Educación y Crisis'

Esteban Hernández es periodista y autor de 'El fin de la clase media', un ensayo sobre el efecto polarizador de la crisis en España y su efecto sobre la clase media. Hernández ha participado en las jornadas 'Estado de Bienestar, Educación y Crisis', que se han celebrado en la Universidad de La Rioja. Observa que la crisis ha provocado que, desde el punto de vista educativo, quien tenga más recursos tendrá más posibilidades de que sus hijos se sitúen en un estrato social más alto. Detecta también un cambio radical en la percepción que las clases medias tienen sobre el futuro. Considera que se ha roto el eje ideológica izquierda-derecha, aunque aún no se ha consolidado la alternativa arriba-abajo, nosotros-elite privilegiada. Apunta al descontento como la fuerza que ha generado el naciomiento de Podemos y Ciudadanos, así como el acercamiento a la política de mucha gente que anteriormente no participaba./Javi Muro

 

S.- ¿Qué es el concepto de movilidad en relación a la Educación y las clases medias?

El mecanismo típico a través del cual la clase media alta seguía siendo clase media alta y los hijos de los obreros daban un paso adelante en la escala social. Vivíamos en un contexto en el que se comenzó a demandar a finales del siglo pasado muchísimo trabajos relacionados con el conocimiento de una técnica, que podía ser jurídica, del orden de las ciencias sociales, exactas… Pero todo ese tipo de trabajos, que dejaron de ser manuales, y que suponían una tarea experta, fueron demandados por el cambio social y el crecimiento del Estado. Muchos de esos puesto necesitan ser cubiertos por esos técnicos y las empresas cada vez contratan más gente que tiene un nivel de conocimientos, que es el que le permite realizar un trabajo diferente. Ese impulso suponía que el trabajo experto estaba relativamente bien retribuido, que tendía a ser estable y que, en el caso de proceder un estrato social más bajo, podía general un ascenso en la escala social. Por eso, todo el mundo insistía a sus hijos en que fuera a la universidad y se formase. Se suponía que si tú eras periodista ibas a ganar más dinero que si eras camarero o albañil. Esa era la idea que prevalecía en las generaciones de los años sesenta, setenta y hasta finales del siglo pasado.


S.- ¿Cómo percibes la Educación actual? ¿Es la ideal, buena, mala regular? ¿Oofrece los resultados que debiera, los que se demandan?

Creo que no podemos hablar de Educación porque hay muchas educaciones. Una de las características de los procesos formativos contemporáneos es que están muy fragmentados. No puedo comparar la educación que ofrece una universidad media española con la de se da en una escuela de negocios o en una universidad de elite estadounidense o británica. Tampoco puedo comparar el nivel de conocimientos que tiene una persona que ha hecho una carrera normal con alguien que ha realizado un máster especializado. Lo digo, porque hoy una carrera te genera muy pocas posibilidades de desarrollo real. Tienes periodistas que ganan mucho dinero y una gran masa de periodistas que están en una situación realmente muy precaria. Haces un recorrido y compruebas que pasa en muchas áreas, abogados, en menor medida, pero también ocurre con los ingenieros, sociólogos... En ese contexto, la Educación antes definía un conjunto global de posibilidades similares o que se parecían en cierta medida y ahora apunta a un entorno mucho más fragmentado, con posibilidades muy dispares. A una gente le va muy bien, y a la gran mayoría no… todo tiene el rótulo de Educación, pero no es lo mismo.


S.- Cuando llega el final de la clase media que analizas en tu ensayo, esas personas no es que precisamente hayan ascendido a una escala superior económicamente, ¿no?

Claro. Ahora estamos viendo el proceso inverso, el proceso de creación de una clase media pobre. Es decir, gente con la mentalidad de clase media de toda la vida, pero cuyos recursos y nivel de vida son propios de escalas inferiores. Ese es el proceso que observamos ahora. Cuando conocemos a alguien que vive gracias a sus padres, tiene que ver con esta situación. Peores condiciones laborales, tu casa es peor que la de tus padres; tienes una televisión y tienes un móvil, pero quizá no tienes los recursos para ofrecer determinadas cosas a tus hijos, mientras que tus padres si pueden ayudarte a ti. Son elementos que circulan sobre las clase media y son elementos de descenso en la escala social.


S.- ¿Hilando con el tema de la Educación, en ese final de la clase media, los recursos también descienden en paralelo?

En general han caminado en paralelo. Ahora, los discursos que recibimos -no sólo cercanos, sino generales- es que tienes que prepararte más y mejor para llegar a algo. En ese sentido, parece que vivimos en el mismo tiempo que dos o tres décadas atrás, sólo que ahora tendríamos que forzar un poco más la máquina… si antes conocías un idioma, ahora deberías conocer dos, formarte más, adquirir más conocimientos, etc… La lectura sobre eso es, por un lado, que hoy hay menos gente que lo puede hacer, ya que el nivel de inversión institucional para la formación de personas con menos recursos ha descendido mucho y el nivel de exigencia en tiempo para poder formarte es mucho mayor, lo que dificulta la incorporación de casi todo el mundo a las escalas formativas; además, las posibilidades de que esa formación de sus frutos son también muy dispares. Quien tenga más recursos tendrá más posibilidades de que sus hijos se sitúen en un estrato más alto, algo que no lo van a poder hacer los demás.


S.- Muchas personas tienen hoy la percepción de sus hijos van a recibir una sociedad peor que la que ellos han conocido, ¿no? Esa idea de que mis hijos van a vivir mejor que yo ha caducado.

Seguro. Es un cambio de mentalidad radical. Las clases medias del pasado confiaban en el futuro, confiaban en el futuro como un lugar mejor. Ahora no, pero no solamente respecto al futuro de sus hijos, sino que tampoco están seguros de sus pensiones, personas con 60 años tienen incertidumbre sobre si van a vivir una jubilación tranquila. Una persona de 45 años cree que si pierde el empleo es posible que no vuelva a trabajar y, al mismo, tiempo el joven no sabe muy bien que va a ser de su futuro. Todos están pensando que el abismo es muy jodido y que lo que el futuro trae puede que no sea bueno. Eso no ocurría en el pasado. La mentalidad de clase media era de mejora, de mejora paulatina, de pequeños pasos, pero pasos acumulativos. Esa persona que llegaba del campo a la ciudad, con el tiempo se compraba un piso, un coche, adquiría un capital que aunque sólo fuera por el bien inmobiliario podía trasladar a los hijos. Ahora no.


S.- Cuando pensamos en el futuro de la sociedad, pensamos en política, al menos en la acción política. ¿Crees que la gente se siente defraudada por esa acción política que han desarrollado los partidos políticos? ¿Crees que la gente cree que hay alternativa?

Sí a las dos preguntas. Si te fijas en el contexto europeo, no sólo en el español, te das cuenta como en Inglaterra está  el UKIP; en Francia, el partido de Marie Le Pen; en Italia, Cinco Estrellas; en Grecia, Syriza; y en España tenemos a Ciudadanos y Podemos. Todos exteriores, fuera de los partidos tradicionales, y sin esa posición predominante en el voto si no hubiera existido un gran descontento con los partidos que han ocupado el poder. El descontento ha generado la aparición de nuevos jugadores. La fuerza que les ha hecho despegar, al margen de lo que propongan –gustará más, menos, mucho, poco- es el descontento de una gran mayoría social.


S.- El descontento es la fuerza que ha generado ese nacimiento de esos partidos, pero ¿Podemos y Ciudadanos han generado también el acercamiento a la política, de mucho gente que se sentía alejada o que no sentían interés alguno?

Sin duda. Además, es que el descontento se toma como si fuera exclusivamente un elemento negativo, de hartazgo, eso de “me he cansado de estos partidos, lo único que quiero es echarles” y no es estrictamente así. Estos partidos, Podemos y Ciudadanos en España, surgen también porque hay muchas ganas de la gente por participar. De participar en el sentido de, “si los que están no hacen las cosas como es debido, igual gente como yo puede aportar ese nivel de honestidad, de compromiso, que ellos no están aportando”… Entonces, la gente decide participar en política y hacer algo por cambiar las cosas. Insisto, la chispa es el descontento, pero se materializa en algo que no es negativo, sino positivo, reactivo, damos un paso adelante y vemos qué podemos hacer. Hay mucha gente que ha entrado en política ahora.
S.- ¿Se ha roto el eje izquierda-derecha hacia otro sentido?

Sí, creo que sí. El eje izquierda derecha es muy complicado de mantener porque ha girado a diferencias un tanto ideales. Como las políticas económicas son las mismas gobierne quien gobierne, en parte porque tampoco tienen demasiada capacidad de acción y están insertos en un modelo global como el de la Unión Europea que marca poderosamente las políticas. Esto determina, y hasta ahora las políticas económicas que han desarrollado los partidos en el gobierno han sido muy semejantes. Han sido diferencias de matiz y no de marco. Cuando ante diferentes opciones, se hace lo mismo siempre, cuando tienes que establecer diferencias tienes que acudir al terreno cultural. La derecha española insistía más en temas como el aborto o los presos de ETA y la izquierda insistía más en los derechos de las minorías, el cambio climático. Son dos perspectivas de sociedad, pero al mirar las políticas económicas es complicado que la gente perciba diferencias.


S.- ¿La percepción ideológica de la sociedad, por decirlo de alguna manera, ha variado de izquierda-derecha a arriba-abajo?

Sí, pero es un eje que aún está por consolidarse. Así como la gente va a votar a nuevos partidos porque entienden que es preciso una regeneración –en ese sentido da igual Ciudadanos que Podemos-, que la gente que estaba desarrollando las políticas ya no puede seguir haciendo lo mismo, el eje arriba-abajo, nosotros-las élites, se ha desarrollado pero no se ha asentado del todo.


S.- Parece que existe una campaña contra los nuevos partidos –sea Ciudadanos o Podemos- desde los partidos tradicionales, pero también desde los medios de comunicación tradicionales, ¿no?

Sí, pero es diferente en cada caso. Que la opción más radical sea Podemos, que ofrece: transparencia, más democracia y que en lo económico tiene propuestas que podrían ser suscritas por la vieja socialdemocracia, no me parece una opción demasiado peligrosa para el sistema. Creo que hay que verlo desde otro lado. En el caso de Ciudadanos no ha habido tanta campaña en contra, hasta ahora al menos, que están en proceso de crecimiento. Ha sido una opción muy bien vista por los medios, con simpatía. También es bien vista con cierta simpatía por unas determinadas elites económicas que entienden que es una opción liberal, moderna, más limpia, no contaminada, que puede ser la opción de futuro respecto al PP. Los medios no han apostado por ensañarse con Ciudadanos, veremos si roba muchos votos al PP como reaccionan, mientras eso no ocurra…


S.- … ¿Y Podemos?

Podemos es otra cosa porque ha sido la chispa que ha hecho saltar el tablero político. Todo este descontento fue canalizado en exclusiva por Podemos, después de los propios ciudadanos. Tenían tendencias electorales muy potentes. Eso genera miedo de por sí. Si tu estas en un partido, por ejemplo el PSOE, y piensas que tu partido puede salir perdiendo reaccionas contra ellos. El miedo es un elemento que no podemos obviar, miedo al cambio y a quedarse fuera. En lo económico, es cierto que las propuestas de Podemos, como las de Syriza ahora, son muy posibilistas, propuestas de cambiar cosas dentro de un marcho que viene dado. Las grandes propuestas de Podemos no son rupturistas, pero si han sido muy combativas, lo cual lleva a pensar si en verdad el sistema tiene capacidad de reajustarse. Ahora, estamos viendo elementos de desigualdad muy potentes en un sistema como el nuestro, todavía de Bienestar, y lo lógico sería que se reajustaran. La pregunta es si el sistema se puede reajustar, si el sistema es capaz de equilibrar o moderar esa desigualdad que estamos viendo. Si no es así, no es una mala cuestión para Podemos, es una mala cuestión para el sistema.


S.- Es cierto que Ciudadanos es ahora el partido visto como simpático, ¿pero no pasó los mismo con Podemos hasta que comenzó a subir en las encuestas?

Exactamente igual. Bueno, Podemos ha sido un poco menos simpático de antemano por la procedencia de sus líderes, que eran más combativos. Pero tienes razón, Podemos comenzó su despegue y ganándose una cierta simpatía y cercanía, pero ahora han crecido mucho y están en un momento de haber qué pasa con ellos. Ciudadanos ha pillado ahora el lado bueno de la ola, si les va bien en las municipales y autonómicas se convertirán también en antipáticos automáticamente. Lo que gane Ciudadanos lo pierde otro, y nadie está dispuesto a perder nada.

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