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{VIVIR / DISEñOS Y ARQUITECTURA}

'Al intervenir en el patrimonio hay que pensar bien los usos y la sostenibilidad de los edificios'

Irene Fernández Bayo, arquitecta y directora de las Jornadas sobre Intervención en el Patrimonio

Irene Fernández Bayo es arquitecta y la directora de las Jornadas de Intervención en el Patrimonio Histórico, que organiza el Colegio de Arquitectos de La Rioja. Un encuentro, celebrado entre el 15 y el 17 de noviembre, por el que han pasado arquitectos de la talla de Luis Fernández Galiano, esponsable de la revista ‘AV Arquitectura Viva’; o el autor de proyecto de la rehabilitación de Rijkmuseum de Amsterdam, Antonio Ortiz. Las jornadas reunieron a 150 personas bajo el título ‘Fragmentos Concretos’. Irene Fernández compagina su labor como coordinadora del Área Cultura de la Fundación del COAR con el trabajo en el estudio que comparte con su socio y apunta, tras la conclusión de las jornadas, que “ni todo lo viejo es patrimonio intocable, ni todo lo nuevo es prescindible”./Javi Muro


S.- En las conclusiones que habéis hecho públicas de las jornadas reclamáis tiempo. ¿Tiempo para pensar en el proyecto o tiempo también para actuar?

Sobre todo tiempo para reflexionar sobre el proyecto y poder llegar a entender qué es lo necesario. No queremos contar con poco tiempo para desarrollar el proyecto y luego tener que perderlo durante la obra porque no ha habido ese tiempo necesario de reflexión, de conocimiento del edificio. Ahora, con el problema económico que existe, todo hay que hacerlo muy rápido, porque a más tiempo parece que el gasto es mayor. Pero si se permite tomar el tiempo previo necesario, todo lo que viene después lo vamos ahorrando durante la obra. Por ejemplo, la actuación en la nave 15 de Matadero, en Madrid, para transformarla en Academia de Música tan sólo contó con un mes para hacer el proyecto. El resultado es muy acertado, pero es la excepción. No todos tenemos la capacidad que han tenido estos arquitectos para resolver lo que se planteaba. Los arquitectos pedimos tiempo para pensar sobre lo necesario. El problema es que estamos en un país en el que las cosas se plantean de forma diferente… “entrega todo y después, durante la obra, ya resolvemos…” y no, no es así. Necesitamos ese tiempo de reflexión.


S.- También habláis de valentía. Valentía para decidir lo que vale, lo que hay que conservar y lo que no merece la pena mantener ¿Existió también esa falta de valentía cuando la situación económica era boyante y todo era obra nueva, para decir esto hay que conservarlo?

Sí, puede ser un diagnóstico acertado. Creo que ahora entre los compañeros hay cierto miedo. Temor a intervenir demasiado en el sentido de que se ha criticado mucho la forma de intervenir en la ciudad de los promotores, de los constructores, de los políticos, de los arquitectos. Es un cierto miedo a intervenir por esta crítica que ha surgido en los últimos años y que aún continúa. Tampoco nos podemos dejar llevar por eso. Luis Fernández Galiano hablaba de la historia de un hombre que lo recordaba todo, que no tenía la capacidad de olvidar cosas y que terminar muriendo porque uno no puede vivir recordándolo todo, para vivir es preciso prescindir de ciertas cosas. Es en lo que nosotros estamos ahora, en que es necesario valorar, y valorar de una forma valiente, pensando en el futuro porque nosotros construimos para el hoy y para el mañana. Tenemos que pensar qué tiene que trascender porque no todo tiene que hacerlo, lo que sucede es que estamos en un momento complicado para tomar estas decisiones porque las presiones que antes venían de un lado ahora llegan del contrario. Puede haber miedos que surgen por abaratar algo o incluso por el temor a no hacer algo mejor que lo que hay, por inseguridad.


S.- Hablabais también de pensar los usos antes de iniciar los proyectos…

Claro es que luego hay que mantener esos edificios, tienen que ser sotenibles. Un edificio sin uso, es un edificio muerto. Ideas un edificio para que tenga una función, sino no lo construyes.  Siquiera los diseños utópicos carecen de función. Por ejemplo, el Centro de la Cultura del Rioja fue una intervención muy importante en el Casco Antiguo de Logroño, con una inversión que la pagamos todos los ciudadanos, y el uso, la función es indeterminada. Se han dado cuenta que es un edificio que no es sostenible. Este tipo de cosas son las que no deberían volver a ocurrir. Esto ha pasado en Logroño y en la mayoría de las ciudades. Las jornadas sirven para estas cosas, para reflexionar sobre cómo se hacen las cosas y cómo se podrían hacer, para plantear preguntas y, a veces, para dar respuestas.


S.- Unas semanas antes de comenzar las jornadas, en la Sala Amós Salvador se inauguró la exposición ‘Antonio Guadí’. El arquitecto catalán ya en su época decía: "El arquitecto del futuro se basará en la imitación de la naturaleza, porque es la forma más racional, duradera y económica de todos los métodos"…

Claro. Es que al final ha habido un momento del mal entendido movimiento moderno. Le Courbusier no siempre ha sido bien interpretado por los arquitectos. A partir de ahí se ha producido una ruptura con los valores de la arquitectura tradicional, que no tiene porque no ser contemporánea. Tiene valores relativos a la orientación, a los materiales, de iluminación, que tienen que ir manteniéndose en la arquitectura contemporánea. A veces lo más transgresor viene de ahí, bebe de ahí, resolviendo bien los problemas que se plantean. A mi me parece que estamos en un momento en el que vamos a volver la vista atrás, a la arquitectura griega, a la arquitectura romana, y vamos aprender de todo eso porque la gran arquitectura contemporánea es una gran conocedora de la Historia.
S.- ¿Cómo ha afectado la crisis a la intervención en el patrimonio histórico? Durante la presentación de las jornadas se planteaba que tal vez incluso positivamente, ¿no?

Sí. Antes, lo primero que se hacía era prescindir. Ahora, al menos, tienes que explicar porque algo es prescindible. La tendencia ahora es mantener, todo tiene una segunda vida. Ahora, hay que hacer el esfuerzo de reflexionar y explicar porque algo, un edifico, un elemento arquitectónico, es prescindible. Es positivo porque la toma de decisiones está más medida.


S.- En las conclusiones os referías también a la participación de los ciudadanos. Los partidos políticos utilizan con mucho bombo la participación ciudadana, pero quizá una cosa es opinar sobre qué necesidades existen a la hora de desarrollar un determinado proyecto y otra, determinar cómo tiene que ser, ¿no?

Claro. Un arquitecto es un profesional que está al servicio de la sociedad. El arquitecto está para transformar esas necesidades que pueden tener los ciudadanos respecto a en planteamientos espaciales. La participación ciudadana está bien, pero quién debe llevar a cabo el proyecto es un profesional. Me parece bien escuchar y atender a la gente, pero el arquitecto es quien debe llevar a cabo el proyecto y dar soluciones a las necesidades que se plantean. Nos parece populismo barato eso de decirle a los ciudadanos diseñen ustedes esta plaza o diséñenme ustedes estas farolas… cada uno tiene su cometido. Tenemos una formación y además, la formación de los arquitectos españoles es muy buena y reconocida en todo el mundo. No me parece que la ciudad gane con acciones de ese tipo, sino todo lo contrario, la ciudad pierde una oportunidad. Yo no voy a recetar medicamentos porque no estoy capacitada para hacerlo.


S.- Hilando con la opinión ciudadana, al hablar de intervención en el patrimonio histórico existen esos edificios o elementos que igual no tienen valor arquitectónico o histórico, pero sí que cuentan con un importante arraigo en la gente, en los vecinos…

También es un tema que se ha comentado en las jornadas. No sólo hay que tener en cuenta el valor artístico o arquitectónico, hay otras cosas que también hay que medir porque la ciudad se compone también de esos pequeños elementos que forman parte del corazón de la ciudad, que diferencia una de otra, un barrio de otro, que definen una calle… todo ese tipo de cosas, por supuesto, hay que medirlas. No vale quedarse sólo con la parte técnica o histórica.


S.- En el último punto de las conclusiones de las jornadas mencionáis el camino que se ha seguido para la recuperación de los cascos históricos haciendo hincapié en el Turismo. No lo valoráis del todo positivo. ¿Quizá poner en marcha la recuperación desde la promoción turística estuvo bien como imán en un principio, pero después no se han abierto los proyectos a otras opciones?

Claro. Nosotros, los arquitectos, pensamos que para recuperar un espacio tiene que haber vida y vida con usos mezclados. Si quieres que vaya gente a vivir, parejas jóvenes, tendrá que haber una guardería cerca, por ejemplo. Para recuperar una zona, un casco histórico, tiene que haber vida las 24 horas del día. Tiene que haber mezcla de todo, comercial, turística, peatones, tráfico rodado, no puede estar cerrado todo porque complica la recuperación. El atractivo de esas zonas recuperadas se encuentra en la existencia de una mezcla de usos.

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