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{DEPORTE / TENIS}

El Cañonero de Nebraska y El Mosquito destensan sus cordajes

Roddick y Ferrero cruzaron su carreras en 2003: Gran Slam y número uno y ahora lo dejan a la vez

El Cañonero de Nebraska y El Mosquito cruzaron sus vidas en 2003 y ahora, nueve años después vuelven a hacerlo; aunque en esta ocasión no sea cara a cara, sobre cemento y con una red entre medio. Quizá lo más correcto sea hablar de una rebaja en la presión de las cuerdas de sus raquetas. Andy Roddick y Juan Carlos Ferrero –dos de los mejores jugadores de tenis de la década- lo dejan, ya no jugarán más en el circuito profesional.


El americano ya ha hecho efectiva su retirada; fue hace tan sólo unos días y en su torneo, el Abierto de Estados Unidos, tras perder el que ha sido su último partido contra Juan Martín del Potro. El español lo hará en breve, en el torneo de Valencia, del que es también propietario.


Andy procede de una familia de deportistas. Sus padres impulsaron la carrera tenística de sus hijos y en busca de la mejora en su juego se trasladaron sucesivamente a Austin (Texas) y a Boca Ratón. La idea era promover al hermano mayor, John, en el circuito, pero fue realmente Andy quien se benefició de los cambios de domicilio. A los diez años comenzó a interesarse por el tenis.


Roddick destacaba en el circuito junior norteamericano y pronto fue acogido bajo la tutela del afamado entrenador Tark Benhabiles, que le enseñó que al principio lo importante es aprender y no tanto ganar. Andy debió hacer caso a cada enseñanza de su preparador porque un año después, en el 2000, ya lideraba el ranking mundial junior. Esa misma temporada debutó en ATP, con resultados más que decentes.


En 2001, primera temporada completa en el circuito profesional, Roddick ganó sus primeros torneos Atlanta Washington y Houston y alcanzó la tercera ronda en Roland Garros y Wimbledon. Tenía 19 años y ya estaba en el top 20. Los ojos de los aficionados ya le observaban.


En la temporada siguiente continuó avanzando en la clasificación de las mejores raquetas situándose entre los diez primeros, posición en la que permaneció durante nueve años.


En 2003 ya era uno de los jugadores más populares del circuito. Obtuvo la victoria en los Master Serie de Cincinnati y Montreal –hoy denominados Master 1000-, alcanzó las semifinales de Australia y Wimbledon, contrató como entrenador a Brad Gilbert, y, sobre todo, conquistó su torneo, el US Opén. Su rival fue, aquel septiembre de 2003, Juan Carlos Ferrero.Sus vidas se cruzaron aquel día.

 

Ambos competían aquella temporada por el número uno de ranking ATP. Andy lo alcanzó en noviembre, Juan Carlos, lo había sido durante ocho semanas, tras una temporada extraordinaria y su victoria en Roland Garros.
Ferrero practicó fútbol, baloncesto y frontenis siendo niño. Su afición al deporte le venía de su abuelo, que además ejerció como su entrenador de tenis hasta que cumplió doce años y comenzaba a verse el potencial de uno –sino el que más- de los jugadores de tenis como más talento de la historia de este deporte en España.


El que ha sido su entrenador a lo largo de toda su carrera, Antonio Martín Cascales –preparador también de Marat Safín- le explicó a sus padres que si Juan Carlos se trasladaba a entrenar a Villena, el lo convertiría en un campeón. El viaje de Onteniente a Villena se realizó y la promesa –no sin repetir mil y una vez los golpes en la pista de entrenamiento- se cumplió.


Ferrero comenzó a destacar en los torneos juveniles y junior y captó la atención de los más prestigiosos entrenadores que le ofrecieron sus servicios. Propuestas que, igual que las que pretendían que dejara Villena para ubicarse en un centro de alto rendimiento, rechazó.Como en casa en ninguna parte debió pensar.


La hora de debutar en el circuito profesional había llegado. Piso una pista ATP en 1999, en el torneo de Casablanca, y para empezar su carrera ‘pro’ no lo hizo nada mal, alcanzando las semifinales. Parecía que Cascales iba a tener razón; aún no se sabía cuanta.


Al año siguiente, Juan Carlos ya es un tenista respetado por las mejores raquetas del momento. Aunque terminó la temporada sin títulos individuales llegó a las finales de Dubai y el Conde dde Godó, y selló semifinales en Roland Garros.


Pero en ese año 2000, Ferrero se convirtió en ídolo deportivo en España. Con tan sólo veinte años derrotó en la final de la Copa Davis a los australianos Llyton Hewit y Patrick Rafter –dos de las estrellas del tenis de aquellos años-, consiguiendo los puntos decisivos para que España conquistara su primera Ensaladera. La progresión de Juan Carlos tuvo continuidad en 2001. Venció en Estoril, Barcelona, Roma y Dubai y terminó la temporada aupado al cuarto logar de la clasificación ATP.


Un año después se situó en la final de Roland Garros. Partía como favorito pero una lesión en un pie -el malefició que truncó su carrera ya comenzaba a aparecer- le impidió disputarla al cien por cien. Cayó ante Albert Costa. En ese 2002 recogió los triunfos en los torneos de Montecarlo y Honk Kong y se plantó en la final de la Copa de Maestros, disputada en Shanghái  y en la que fue derrotado por Lleyton Hewit.


La victoria sobre la arcilla parisina llegó en 2003 y también, como consecuencia de obtener la copa de los mosqueteros, el número uno. Ferrero volvió a ganar en Montecarlo, también Valencia y después en Madrid. Y entre medias venció a su inseparable rival Hewit y a Andre Agassi en el US Open, plantándose en una final sobre cemento, superficie que teóricamente no le era propicia. En la pista central de Flushing Meadows le esperaba Andy. El servicio demoledor del americano sentenció el partido. No hubo mucho más que decir; salvo que fue bombardeado desde la línea de saque.


Roddick, conquistó aquel año su primer y único Grand Slam, al igual que Ferrero lo había logrado unos meses antes.


En Aquel 2003, Andy y Juan Carlos fueron los mejores, cruzaron su carreras, fueron números uno de la clasificación ATP, y obtuvieron sus únicas victorias en uno de los Torneos Grandes, cada uno en el suyo, sobre cemento y sobre tierra.


Roddick concluyó su carrera profesional hace tan sólo unos días con 32 títulos y un récord de victorias derrotas de 612-213. Ferrero, al que las lesiones le han tenido varias temporadas en el dique seco, ha conquistado 16 torneos y presenta un récord de 479-261.


Del juego de Juan Carlos recordamos su estilo agresivo que le hacía ser protagonista en cualquier superficie, aun siendo reconocido como uno de los mejores jugadores sobre tierra batida. Su derecha, técnicamente perfecta, y ese saltito característico que acompañaba para impulsar cada uno de sus golpes.


El potente saque ha sido la marca del juego de Andy, con el alcanzó velocidades de hasta 249 kilómetros por hora. Un récord que fue superado después por Ivo Karlovic. Roddick no pasará a la historia por la versatilidad de sus golpes, pero si por la efectividad de su saque con el ganó el 90 por ciento de los juegos en los que servía; 9073 aces, saques directos, lo avalan.


El Cañonero de Nebraska y El Mosquito lo dejan, le quitan presión al cordaje, mientras vuelven a cruzar sus carreras, aunque ahora sea para despedirse./Javi Muro

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