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París Roubaix, extrema dureza ciclista en el infierno del norte

Poco después de terminar la Primera gran guerra, un reportero desplazado a cubrir la París-Roubaix escribió un reportaje previo a la disputa de la prueba en el que recordaba que la carrera transitaría por el infierno del norte. El cronista se refería al estado en el que había quedado el trazado tras el conflicto bélico. No era consciente de que su descripción perduraría más cien años después para relatar la dureza de la clásica ciclista.

 

La clásica entre las clásicas –forma parte de los denominados cinco monumentos ciclistas Milán-San Remo, Lieja-Bastongne-Lieja, Giro de Lombardía y Tour de Flandes- es también conocida como ‘la última locura’.  Los rostros de los ciclistas cubiertos de barro, polvo y tierra; empapados tras recorrer 254 kilómetros, en los que atraviesan una treintena de tramos pavés, que se distribuyen a partir del kilómetros cien se han convertido en un símbolo de una carrera que exige a quienes participan tensión, concentración y esfuerzo extremos.


Un recorrido de máxima dureza. Ninguna otra prueba, siquiera el Tour de Flandes, presenta tantos kilómetros adoquinados. “Deje que lo explique –dice el corredor norteamericano, Chris Horner-, hay una gran diferencia entre Flandes y la París-Roubaix. No son siquiera parecidas. En una los adoquines son usados diariamente por los coches, están bien cuidados. La otra, es completamente diferente… lo mejor que se me ocurre para describirla es que construyen un camino de tierra, lo sobrevuelan con un helicóptero y dejan caer un montón de piedras. Así es la París-Roubaix. Es así de dura".

 

La carrera se disputó por vez primera en 1896 -es una de las pruebas ciclistas más antiguas- bajo la organización del diario Le Velè. Su director, Paul Rosseau, aceptó la propuesta de un grupo de empresarios de Roubaix. Desde entonces, tan sólo se ha dejado de disputar en siete ocasiones y siempre como consecuencia de las guerras mundiales.
El palmarés de la clásica entre las clásicas lo estrenó el corredor holandés, Josef Fischer. La última, la celebrada el pasado 2012, Tom Bonene, que este año no será de la partida tras sufrir una caida en elTor de Flandes. Una pérdida importante entre los participantes ya que el belga es, junto a Roger de Vlaemink, el ciclista como más victorias; en cuatro ocasiones cada uno han llegado primeros al Velódromo de Roubaix, donde se encuentra la mítica meta.


Cuando hace 113 años venció Fischer la carrera aún se denominaba ‘La Pascale’ y el premio para el vencedor era de mil francos. Octave Lapieze, Pelissier, Copi, Bobet, Gimondi, Jansen, Mercks, Moser, Hinault, Kelly, Cancellara (2), Museeuw,  O’Grady, Bonen (4), y Van Summereen son algunos de los ilustres que pueden presumir de haber recibido el adoquín que otorga la condición de ganador.

 

La edición de 2013 recupera además uno de los tramos de pavés de mayor exigencia que presenta 1.600 metros de longitud. Un elemento más que se une a la gran distancia a recorrer, a la dureza, al estado de los adoquines, a la estrechez de los pasos sobre el pavés y a la climatología, por lo general adversa. Como dijo Sean Kelly: “Una París-Roubaix sin lluvia no es una París Roubaix”.
Los tramos de adoquín están catalogados por su dureza y marcados con estrellas, cinco para los más duros. El bosque de Arenberg, Carrefour de L’Abre, Mons-en-Perilé, reciben cinco estrellas;  y junto a Sanit Phyton, Haveluy, Waller-Helessmes, Cysoing-Bourghelles, y Camphin-Pevelé, con 4, son los tramos más complicados del recorrido.


Los favoritos para hoy… Fabián Cancellara por encima de todos, pero tambié Thor Hushovd, Taylos Pinney, Sylvan Chavanel, Ian Stannard, Boason Hagen, Juan Antonio Flecha, Pozzato o Sebastian Turgot. Aunque por lo general gana el más fuerte siempre puede haber sorpresas, como en 2011, cuando Van Summereen supero a Cancellara.


En el París-Roubaix se sufre –mucho- y se disfruta, aunque los ciclistas no se dan cuenta hasta que cruzan la meta. Al ser entrevistado al terminar la París-Roubaix, el ciclista Theo de Rooy dijo: “Es una mierda, esta carrera es una mierda, estás sufriendo todo el día como un animal, no tienes tiempo ni para mear, te lo haces encima. Pedaleas sobre el barro, es un mierda… debes limpiarte si no quieres perder la cabeza”. El periodista insiste. ¿Volverás el año que viene?. “¡Por supuesto –responde De Rooy- es la carrera más bonita del mundo!”./Javi Muro

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