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{DEPORTE / OTROS DEPORTES}

Eroico espíritu ciclista

Cenicero acoge la prueba Eroica Hispania, bicicletas y estética ciclista de época

Es muy probable que cuando leas estas líneas los corredores pedaleen ya sobre sus decanas bicicletas afrontando su heroico desafío. Entre los ciclistas destacará la de Sauro, un deportista de espectacular planta. Si no le escucharas hablar, jugarías a todo o nada, y sin temor alguno a errar, que se trata de un rodador belga –u holandés- que de haberse dedicado al ciclismo profesional hubiera reventado al pelotón sobre los adoquines de la París-Roubaix.


Perderías. Sauro Trefolori disfrutar del ciclismo en la localidad riojana de Cenicero. Luce con orgullo el maillot de su club –de su squadra, dice, el Aquila Montevarchi- mientras no para de sonreír. Esta feliz, denota que el ambiente ciclista que ha invadido la localidad riojana le genera una alegría incontenible.


El escudo bordado a la altura del corazón señala el año 1902 como la fecha de función de la squadra y a lo largo de las mangas, la pechera o la espalda aparecen reflejadas todas y cada una de las ediciones de la Eroica. Todas, las celebradas en Italia –donde comenzó la prueba de la mano de Giancarlo Brocci en 1997- y también las que tuvieron como escenario Inglaterra y Japón. Ahora, Sauro y sus compañeros de aventuras, han sumado la inscripción que hace referencia a la Eroica Hispania, que se celebra en Cenicero.


Qué anima a Sauro y a sus compañeros de equipo a viajar miles de kilómetros desde Italia hasta La Rioja para participar en una carrera ciclista tiene que ver con una particular concepción del deporte. Los porqués a su pasión por el ciclismo y, en concreto, por un ciclismo que rememora la épica de antaño y las bicicletas utilizadas años atrás, cuando la tecnología aún no había desembarcado en el deporte de dar pedales, Sauro los encuentra en el espíritu del deporte.


Y es que la Eroica es una prueba ciclista que se disputa sobre bicicletas fabricadas antes de 1987, con los cambios situados en el cuadro –cero electrónica-, que implicaban un gran tacto y complicidad con la propia bicicleta. Bicicletas que encerraban el pie en jaulas, cuando los pedales automáticos no eran siquiera una idea. “La Eroica es el verdadero espíritu del ciclismo –asegura el italiano-, es el espíritu del deporte por el deporte, de disfrutar sobre la bicicleta y cuando tienes que reponer fuerzas almorzar un taco de jamón con los compañeros”. Nada de geles, ni de GPS,, ni cronómetros, ni de otros inventos recientes.

 

La Eroica Hispania reúne a ciclistas de todas las edades. “Verás gente joven y gente mayor –describe Sauro-, personas que siguen la moda de los Tour de los años cincuenta y se dejan crecer esos espectaculares mostachos como aquellos corredores de época, que se juntan con otros, como nosotros, que amamos el ciclismo como deporte”. Habla de aficionados al ciclismo que hoy recuerdan a Maurice Garin y otros tipos con bigote, que hicieron del Tour la leyenda que es hoy en día.
Sauro y sus compañeros coinciden al calificar la Eroica como la reunión de un espíritu deportivo, “molto bello”. Reconocen la influencia del ciclismo de competición, de esas historias impregnadas de épica que acompañan el relato de victorias y derrotas, de aventuras imposibles, de ascensiones y descensos y, por supuesto, del halo que acompaña a los héroes que protagonizaron cada uno de esos desafíos. “Claro –apunta Sauro- yo provengo de la Toscanza y de esa misma región fue vecino Gino Bartalli, la gene lo veía pasar con la bicicleta y la leyenda se iba formando. Las historias sobre esos ciclistas nos influyen y animan a tratar de vivir emociones similares”.


Al hablar de un ciclismo de mitos y leyendas con un aficionado italiano es inevitable aludir al Giro de Italia, probablemente la carrera por etapas que, en mayor medida, conserva el aurea vintage que es la seña de identidad de la Eroica. “El Giro es –asegura orgulloso Sauro- una carrera muy arraigada para nosotros, la vivimos con gran intensidad, todo es rosa en Italia durante tres semanas”.


Otro italiano de leyenda –rival y amigo del mencionado Gino Bartalli- ocupa un lugar destacado en la exposición de pintura que acoge la Vinoteca de Bodegas Riojanas. El retrato de Fauto Coppi, enfundado en un malliot del equipo Bianchi, muestra a un campeón orgulloso y concentrado.

 

Las pinturas acrílicas de Miguel Soro –uno de los artistas que acuden al ciclismo como inspiración y que cuentan con mayor reconocimiento internacional- permiten realizar un recorrido por la Historia del deporte del pedal. Son cuadros que retratan un ciclismo antiguo y apasionante, con unos protagonistas y unos valores que dan sentido a la infinita afición que hoy existe por la bicicleta. Soro refleja ciclistas al límite y campeones mostrándose más allá de los podios y los laureles. Ahí está Bernard Hinault apoyado en el cuadro de su bicicleta. El Caimán parece reflexionar y planificar la carrera, mientras en la escena contigua un corredor anónimo se hidrata bidón en mano momentos antes de iniciar una etapa.
Son escenas, las recreadas por Soro, que representan un ciclismo que se escuchaba a través del transistor y se dibujaba en la imaginación. Un ciclismo en el que no existían cascos y los ciclistas coquetos se peinaban antes y después e, incluso, durante la carrera. Un deporte en el que el compañerismo resultaba esencia, tal y como Soro recuerda al reflejar la escena en que todo el equipo Fagor ayuda a Ocaña a alcanzar la meta, tras sufrir una dura caída en el Tour. Magullado y con un profundo corte en la barbilla, Ocaña terminó la etapa. La heroicidad fue de tal calado que su rival, Eddy Merckx, acudió admirado al hospital para preocuparse por su estado. Al día siguiente, Ocaña no pudo tomar la salida, pero el mensaje estaba enviado…siempre se puede un poco más.

 

Un ciclismo de tipos elegantes como Jaques Anquetil, que afronta la línea de meta agarrado a la parte baja del manillar o un ciclismo que se introduce en el diccionario para enriquecer nuestra lengua, tras observar a Pedro Delgado lanzarse a ‘tumba abierta’ en el descenso del Peyresourde en el Tour de 1983, enganchado de nuevo a la bicicleta a toda una generación. Un ciclismo en el que los apodos –como el relojero de Segovia- definían las actitudes y el carácter de los corredores. Todos están en la exposición de Miguel Soro, que a través de sus pinceles no sólo retrata momentos sino que también cuenta emociones.
Mientras, en la calle principal de Cenicero circulan ciclistas y bicicletas que tiñen el municipio vinícola de colores y tejidos de otra época. En el hangar de la Eroica, bajo los soportales, se afanan en poner a punto cada bicicleta que cae en sus manos. Son más de 650 participantes que quieren que sus monturas les lleven sin problemas por los caminos dibujados entre los viñedos y caminos que rodean Cenicero. “Ya han alquilado –nos cuentan en el improvisado garaje- más de treinta bicicletas”.

 

En los puestos ubicados en la calle, los participantes curiosean entre malliots vintage y piezas de repuesto para que al iniciarse la prueba su imagen sea realmente de otra época. Para dar la bienvenido a los centenares de participantes, la organización de la Eroica Hispania ha contado con Pedro Delgado. Este año se cumplen treinta años de su victoria en la Vuelta a España en la penúltima etapa de aquella edición, cuando se escapó junto a Pepe Recio y volteó la clasificación general que hasta ese momento -11 de mayo de 1985- lideraba Robert Millar. Entonces Perico se convirtió en una estrella, que aumentó su luz con una victoria en el Tour de 1988 y la Vuelta de 1989. Delgado continúa entusiasmando y admirando, cuando se asomó al balcón del Ayuntamiento de Cenicero en la plaza no cabía un alma.
Acompañado del alcalde del muncipio, Pedro María Frías, de Giancarlo Brocci; y del mítico ciclista, Luciano Berruti, Perico Delgado invitó a los participantes a disfrutar del ciclismo. “No se trata de ser Contador, ni Perico, ni Miguel Indurain –dijo-, se trata de divertirse, de disfrutar del entorno y del paisaje, de parar para hacer una foto”. Para el ciclista segoviano, “La Rioja es el escenario ideal para celebrar la Eroica Hispania”, encontrando las coincidencias con la región de la Toscana y la localidad de Gaoile in Chianti, donde comenzó a celebrarse la prueba.


¿Y cómo llegó la Eroica a Cenicero? Pues se podría decir que la amistad puede con todo. El alma de la prueba en España es Miguel Silvestre. Hace unos años viajaba con la Vuelta a España con la marca Spiuk y en compañía de su amigo y ex ciclista Dani Clavero. Una etapa finalizaba en Logroño y el buscó alojamiento en Cenicero y aprovechó para conocer el pueblo. Poco después, a Miguel le invitaron a participar en Italia, en la localidad originaria de la Eroica, en una beca a la que también asistían Pedro Delgado y Carlos de Andrés. “Aquella región –describe- me recordó a Cenicero y cuando llegué a casa, en Madrid, me puse en contacto con Carlo Coloma –el ciclista riojano de montaña y también- para pedirle que me consiguiera el teléfono del alcalde de Cenicerto”.


Silvestre se reunión con el alcalde y la corporación del municipio riojano y las planteó la idea. Fue hace cuatro años, tiempo en que ha estado –junto con su equipo- trabajando el proyecto. La intervención de una tercera amistad –en esta ocasión un ciclista italiano con el que Miguel había realizado una ruta a través de Mongolia- resultó imprescindible para llegar hasta Giancarlo Brocci –creador de la Eroica. En el mes de noviembre, la Eroica Hispania estaba en marcha. “Gracias –recuerda- a tres amigos”. Así que Gailo in Chianti y Cenicerto estaban destinadas a entenderse. “Tanto –cuenta Miguel- que se ha dado la anécdota de que el alcalde italiano nos ha dado las gracias por colocar la bandera de su pueblo en el balcón del Ayuntamiento…y ha resultado que las banderas de ambos municipios son iguales”. Así, que cuando se trata de ciclismo de leyenda, el destino parece viajar en bicicleta y entre viñedos./Javi Muro

 

* 'La carrera que no fue, los héroes que no llegaron'.

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