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El día que Indurain asaltó Lieja

El Tour 2012 comienza donde Miguel Indurain cerró el de 1995

Lieja es la quinta ciudad de Bélgica por tamaño, pero una de las primeras del planeta cuando la conversación se dirige hacia el deporte de dar pedales. Sus 192.711 habitantes tienen a orgullo celebrar cada año una de las clásicas ciclistas con más tradición e historia del calendario, la ‘Lieja-Bastogne-Lieja. Una de las pruebas denominadas ‘monumentos’, junto a la Milán-San Remo, el Tour de Flandes, la París-Roubaix y el Giro de Lombardía.


El Tour 2012 comienza en Lieja; a pocos kilómetros de la frontera de Holanda y Alemania. Y ya empieza a ser costumbre que las grandes vueltas por etapas den sus primeras pedaladas lejos de los países que le da nombre. No es la primera vez que la ronda francesa recorre carreteras belgas y Lieja tampoco será un descubrimiento para la Grande Boucle.


Lieja fue el final de una etapa mítica en el Tour de 1995; era la octava en el recorrido y estaba marcada con fluorescente en el libro de ruta de los directores de los equipos de tronio como de transición; apta para la llegada de una escapada y situada a tan sólo un día de la gran contrareloj. Se suponía que los favoritos guardarían fuerzas. No fue así.


La lista de favoritos mencionaba a Miguel Indurain –ya habían ganado los cuatro tours anteriores-, Tomy Rominger, que acababa de ganar el Giro, el prometedor ruso Eugeni Berzin –segundo en el vuelta italiana-, Alez Zuelle, Bjarne Riis e Ivan Gotti. La carretera situaría después cuarto a Laurent Jalabert, y en el top ten a Melchor Mauri, Fernando Escartín, Richard Virenque y Hernan Buenahora.


Pero volvamos a Lieja y al día ocho de carrera de aquel Tour de hace diecisiete años. El recorrido se podía considerar llano con dos dificultades montañosas de dureza relativa a falta de treinta kilómetros. Por delante del pelotón marchaba un grupo de corredores entre los que destacaban González Arrieta –compañero de Indurain en el equipo Banesto-, un tal Lance Amrstrong (Motorola), Maximilliano Leli (Mercattone) y Johan Bruyneel (en la ONCE y años después director del propio Amrstrong).


Por detrás, en el grupo, marchan todos los favoritos, con Bjarne Riis luciendo el jersey amarillo de líder. Al iniciarse las primeras rampas del penúltimo de los puertos, el Mount Theux, Indurain echa una discreta mirada hacia atrás. Pegado a su rueda está Berzin, pero no ve a Rominger. Insiste en el repaso visual y lo localiza atrás, demasiado atrás para el momento decisivo de la etapa en el que se encuentran. Así, que Miguel no se lo piensa y ordena a sus compañeros tirar a tope. Induarain da continuidad al acelerón y se marcha en solitario. De pie sobre los pedales y medio cuerpo fuera de la bicicleta apuntando hacia la meta o quizá ya hacia París destroza a todo aquel que trata de agarrarse a su rueda. Parece que estuviera lanzando a un esprinter en los últimos metros que un demarraje a 30 kilómetros de la llegada; nadie le puede seguir. 


En tal sólo unos minutos da alcance al grupo de Amrstrong y Lelli -del que había saltado hacia adelante Bruyneel- y los deja atrás. Miguel están encendido y en el pelotón el equipo del aún líder no coge la responsabilidad de la persecución; están desconcertados. Ni Zuelle, ni Rominger, ni Berzin reaccionan.

El corredor de la ONCE corona en solitario el Mount Theux, a 25 kilómetros del meta, ya le han informado de que por detrás viene un tío que parece pedalear sin cadena.
Indurain alcanza a Bruyneel en la bajada y arrastra con el a Erik Boyer, que formaba parte de la escapada inicial. A este ese momento, el navarro se encontraba en el décimo puesto de la clasificación general a 49 segundos de Riis.


Perico Delgado ya como comentarista en la televisión reconoce que su excompañero le ha sorprendido, mientras en la carretera Boyer participa de los relevos y Bruyneel se resguarda tras ellos. Nada que criticar, sus jefes de filas en la ONCE, Zuelle  y Jalabert, no habían podido responder al ataque y marchaban con retraso en un pelotón que no terminaba de organizar la persecución.


Algunos de los directores de las escuadras en problemas silban y otros miran el paisaje. Al final a responsabilidad que nadie quiere la asume el MAPEI, el equipo de Rominger, con Escartín y Mauleón tirando de un grupo que aún mostraba más bocas abiertas de sorpresa que dientes apretados en busca de respuesta.


Así que entre el pasmo de algunos, el asombro de otros, la extrañeza de otros, la confusión de muchos y la admiración de todos, Miguel comienza la ascensión al último puerto con la única compañía de Bruyneel; Boyer ha dicho en las primeras rampas: “Tu estás loco chaval”. La diferencia sobre el pequeño grupo perseguidor –el del entonces clasicómano Lance Amrstrong- es ya de 39 segundos; el pelotón aún circula a mayor diferencia.


Ya no hay dudas, lo que está haciendo Indurain es Historia del ciclismo. A los ataques de la prensa francesa sobre su conservadurismo en carrera, el navarro responde convirtiendo el Tour, la carrera más disputada, en su juguete y a los rivales en clicks de Famobil, con las piernas rígidas e incapaces de pedalear a su ritmo.
Bruyneel parece imantado a su rueda trasera; es lo lógico. Laurent Jalaber lo intenta en solitario por detrás; se coloca tercero en carrera, pero ya es tarde, que grande era también el ciclista francés -seguro que los guiñoles franceses hacían bromas a su costa pensando que era español.


Miguel y Johan comienza el descenso hacia Lieja, tan sólo les restan 15 kilómetros para llegar a meta. A Jalabert lo alcanza el gran grupo, que superado el sobresalto y encendida la señal de alarma ha iniciado la persecución; también tarde.


Ya en las calles de Lieja, Indurain no levanta la cabeza del manillar. Se ha marcado treinta kilómetros de contrareloj un día antes de la verdadera contrareloj oficial de 52 kilómetros del día siguiente. Parece que el triunfo de etapa le importa poco, está haciendo historia y lo sabe. Mientras Bruyneel esprinta por la victoria, el navarro sigue a la suyo, sólo quiere ganar segundos a sus rivales.


Indurain fue segundo tras Bruyneel en Lieja y después a 50 segundos –a los que hubo que sumar las bonificaciones- llegaron Jespper Skiby, Heppner, Lombardi y Jalabert, que encabezó el pelotón.


Aquel 8 de julio de 1995 en Lieja Miguel les dijo a sus rivales y compañeros de fatigas con su demostración: “Si vosotros no me molestáis, yo no os molesto”. Y Así fue. Johan fue líder por un día, Indurain ganó la contrareloj del día siguiente en Huy-Seraing (también la del penúltimo día en Lac de Vassiviére) y ya no soltó el amarillo hasta París; fue su última victoria en el Tour.


Miguel Induráin cerró el Tour de 1995 donde comienza el Tour 2012, en Lieja donde sus 192.711 vecinos saben apreciar como nadie una buena historia, sobre todo si entre los protagonistas hay bicicletas y estos son capaces de generar emociones y un poquito de épica./Javi Muro

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