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Cañones en el Himalaya

La expedición ECH abrirá una vía en el Dobhan Khola, un barranco virgen de 15 kilómetros en Nepal

Al hablar de expediciones al Himalaya la imaginación dirige su archivo a cimas imposibles unos metros más allá de las nubes. Si además se menciona el Manaslu –la octava cumbre más alta del planeta-, entonces, es probable que a las imágenes se añada fuertes ventiscas, nevadas, y frío extremo. Por algún motivo las estadísticas apuntan también un riesgo de no regresar de su cima superior a otros ochomiles –uno de cada tres, frente a uno de cada ocho, en el Everest.


Pero el macizo del Manaslu, en Nepal, acoge otros tesoros menos concurridos y, quizá, más apasionantes por lo que de actividad pionera suponen. Tesoros por descubrir; quizá como debiera ser todo tesoro. Dentro de unos meses, en abril y mayo, en la época conocida como premonzón, una expedición española se dispondrá a abrir vías en dos cañones situados en la cordillera. Serán el Dobhan-Khola, de 15 kilómetros, y el Samno Khola-Rumchet Khola, de 11. Una disciplina deportiva que aún resulta un tanto extraña por aquellas tierras.


La idea comenzó en 2009. “Realizamos el trecking del Anapurna –explica Ignacio Fernández de La Calle, montañero y barranquista gallego asentado en Logroño- y pudimos observar el potencial que presentaban los cañones y barrancos del Himalaya”.

 

El paso definitivo se dio en 2010, cuando Mario Gastón y Jero García –miembros del Club de Espeleo Tracalet- decidieron planificar una expedición al Himalaya de carácter anual. “Abierta a barranquistas –explican- de un cierto nivel”. Aquel primer viaje –casi tan iniciático como el de los franceses descendieron los primeros barrancos en el Himalaya- permitió recabar una enorme información sobre cañones y barrancos. Aquel primer paso hizo posible planificar la expedición de 2011.
Del Himalaya se conocen las cumbres y las montañas –explica Ignacio, con quien hablamos en BoConcept, la tienda de muebles y decoración, una de las firmas colaboradoras en la aventura-, pero apenas se sabe nada de los cañones. Los franceses, siempre los franceses en esto de la montaña, -se ríe- fueron pioneros en abrir vías en barrancos en esta cordillera”.

 

La expedición ECH –Exploración Cañones del Himalaya está compuesta por barranquistas procedentes de toda España. Un equipo del que forman parte Fernando Caro, José María Ponz, Amanda Díaz, Francisco José Martínez, Mario Gastón, Jesús María Ayucar, Arturo Monteagudo, Juan Miguel Moreno; el propio Ignacio Fernández, Sanda Javares, Juan Carlos Lorenzo, Rubén Acerete y Verónica Sierra. “Gente -puntualiza- muy preparada”.
Un grupo de personas que ha ido coincidiendo en diferentes aventuras y del que Ignacio destaca la confianza que existe entre ellos. “Es –señala- un grupo muy compacto; ya hemos realizado muchas cosas juntos”.


Ahora cuentan con un año más de acumulación de experiencia que también ha tenido su capítulo de I+D+I. Y es que, a tan sólo unos meses de regresar a Nepal, no sólo cuentan con un mejor conocimiento del medio y de cómo moverse a través de lugares casi inaccesibles, sino que también disponen del equipo que deben llevar al entrar en los cañones. La investigación en materiales y técnicas ha sido determinante para afrontar con mayores garantías compromisos cada vez mayores.


Un buen ejemplo son los anclajes ultraligeros facilitados por la empresa INJUSA, los tornillos rosca-piedra de INDEX –empresa colaboradora también, junto a la Federación Riojana de Escalada- o el desarrollo de taladros sumergibles muy ligeros y de gran autonomía, gracias a las baterías de polímero de litio.


Y es que reducir el peso es esencial cuando se tiene previsto pasar en el interior del cañón entre 6 y 9 días. Esa es la previsión que refleja el plan de la expedición. En esta ocasión los objetivos han variado con respecto a los años anteriores. La idea es realizar un reducido abanico de descensos, pero de gran potencial deportivo por sus características. “Cañones que se salen de la norma, tanto a nivel de encajonamiento como de desnivel y, en consecuencia, de caudal”.

 

Para los chicos y chicas de ECH no sólo es importante abrir el barranco, sino también el estilo. “Queremos hacerlo de forma integral –detalla Ignacio- haciendo noches en el interior y estableciendo un sistema previo de avituallamiento que nos permita permanecer en el cañón entre seis u ocho días”. Sin duda, un salto cualitativo en las expediciones realizadas con anterioridad. Más si se tiene en cuenta que cualquiera de las aproximaciones a los collados que permiten acceder al barranco para situar, de forma previa, los puntos de avituallamiento se encuentra por encima de los 4.000 metros de altura.
El punto de inicio del Dobhan Khola –el cañón principal elegido en la expedición- se encuentra a mayor altitud aún, ya que linda con la cumbre del Gasnesh IV (7.140 metros). Sus características: quince kilómetros de longitud, un desnivel de más de 2.500 metros y fuerte caudal durante todo el año. Uno de los mayores riesgos se encuentra en la elevada altitud de las montañas próximas, que ante cualquier cambio meteorológico pueden generar un incremento súbito del nivel del agua.


Desde una perspectiva romántica –comenta Ignacio- estamos haciendo las cosas como se hacían antes, hace cincuenta años y eso a mí es lo que más me atrae. En el Himalaya todo está demasiado trillado, cualquiera puede contratar con una agencia que le lleven hasta una determinada montaña”.


La prueba que constata la apuesta pionera de los chicos y chicas de ECH es la anécdota que relata Ignacio. “Le pedimos a uno de los guías de la zona que nos llevara a una cascada y nos indicó el camino hasta la zona baja, donde rompía. Le explicamos que no, que nosotros querían ir hasta el nacimiento del río y no podía comprenderlo porque no es una ruta a la que estén acostumbrados e igual ni la conocen, ya que la gente les pide subir montañas. Aún se sorprendió más cuando nos pusimos los neoprenos y comenzamos a descender por el río… Inmediatamente llamó a su jefe para explicarle lo que estábamos haciendo…”.


El otro barranco apuntado en el programa, el Samno Khola-Rumchet Khola, es una cuenca adyacente del Dobhan Khola. Más abrupto y con similar desnivel, presenta una longitud de once kilómetros.

 

La expedición persigue un objetivo social añadido que apunta Ignacio. “Las poblaciones de media montaña de la zona se han quedado olvidadas debido a que antes los senderos se encontraban en mal estado y el acceso a las zonas de ataque de las montañas llevaba días de caminata. Ahora, esos caminos los han convertido en pistas y los que costaba cinco jornadas andando se realiza en una en coche”. La idea es que si las vías que abran en los cañones son atractivas y se consolidan, “los guías de los pueblos de la zona puedan aprovecharse de la afluencia de personas que quieran realizarlos”.
Por lo pronto, los miembros de ECH se desplazarán en avión hasta Katmandú y desde allí hasta el poblado de Ramchet, donde montarán el campamento base.


Verónica Sierra, la otra montañera y barranquista que partirá hacia Nepal desde la capital riojana, recuerda que la expedición tiene también un cometido humanitario. “Llevamos a la zona ropa, material escolar y sanitario; los elementos que hemos detectado más necesarios. Hemos diseñado y puesto a la venta unas camisetas promocionales de la expedición con la idea obtener fondos para financiar el material de ayuda humanitaria, se pueden adquirir en BoConcept ”. En 2011 fueron 80 kilos de material humanitario. En abril habrá cañones en el Himalaya./Javi Muro

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