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Alpe D'huez ración doble de leyenda

El Tour celebra su edición cien con una etapa con doble ascensión al coloso alpino y final en alto

A vista de pájaro, Alpe D´huez encarna toda la magia del ciclismo. Sus veintiuna revueltas y las historias que a pedaladas se han narrado a lo largo de sus catorce kilómetros de ascensión lo han convertido en un puerto legendario. Sobre su asfalto los ciclistas se alzan sobre los pedales y se retuercen al salir de cada curva. Unos atacan y otros hacen la goma. Alpe D´huez es un mito alpino sobre cuyo pavimento se escribieron las primeras líneas de su historia en 1952, cuando fue incluido por vez primera en el recorrido del Tour de Francia. Aquella primera vez disfrutó de la victoria –porque aunque se sufra si haces lo que te gusta disfrutas- Fausto Coppi. Después han conseguido levantar los brazos en su meta otros veintiún corredores; todos ellos con pedigrí. Y es que en Alpe D’huez no gana cualquiera.


Es cierto que rozando las nubes están el Mont Ventoux, la Croix de Fer, el Galibier, el Aubisque, Izoard, Hautacam, Luz Ardiden o el Tourmalet, pero igualmente lo es que Alpe D´huez es especial. Cualquier aficionado al ciclismo responderá ‘Alpe D’huez’, a la pregunta sobre qué puerto del Tour de Francia le gustaría ascender en bicicleta.


La imagen es inconfundible, a pocos metros de dejar atrás la localidad de Bur d’Oisans una muralla de sillería define la cuneta derecha de la carretera y, al mismo tiempo, protege la primera rampa del Alpe D’huez. Un primer kilómetro con una pendiente del 10’6 por ciento y doce más con un porcentaje sostenido del 8 y el 9 por ciento, con rampas intercaladas del 10 y el 11.

 

Desde el primer metro, la ascensión huele a ciclismo. Como todo buen relato –y en el ciclismo se dan algunos de los mejores- la atmósfera está repleta de detalles. Cada una de las veintiuna curvas que conducen hasta la meta llevan el nombre de uno de los ganadores en la cima. Numeradas en sentido descendente –la veintiuna es la primera- se puede leer la referencia a Coppi –compartida con Armstrong, al ser ya más los ganadores que las revueltas-, Zoetemelk (por partida doble), Kuiper (dos veces), Agostinho, Winnen (en dos ocasiones), Herrera, Hinault, Echave, Rooks, Theunisse, Bugno (dos veces), Hampsten, Conti, Pantani (con dos triunfos), Guerini, Armstrong (repitió victoria en 2001 y 2004), Mayo, Fran Schleck, Carlos Sastre y Pierre Roland.

Unas curvas de herradura realmente fascinantes y hermosas que juegan con las fuerzas y la energía de los ciclistas que las afrontan, rebajando su inclinación al recibirlos y elevándola de forma brusca y violenta en el momento de abandonarlas.

 

Alpe D´huez es un puerto duro desde el principio y su importancia en el desarrollo de la clasificación general fue incrementándose a cada nueva edición, hasta el punto que hubo un tiempo en que se aseguraba que quien salía de amarillo de su cima ganaba el Tour. Las ediciones del 87 y 89 se encargaron de desmentir la norma cuando ni Delgado ni Fignon consiguieron la victoria en París.
El desnivel total de la ascensión es de 1.073 metros a lo largo de sus catorce serpenteantes kilómetros. Tras los exigentes primeros mil metros, la tortura continua. Las salida de las curvas 20, 19 y 18 señala un desnivel de 9,4 por ciento. La vegetación aún es abundante. El paso por las revueltas 17 y 16 enlaza con una pendiente del 8,4 por ciento.


El kilómetro cuatro ofrece un equívoco descanso; es el más suave hasta el momento (7,7%) y permite superar las curvas 15 y 14. La pendiente continúa en parámetros similares durante los siguientes mil metros, pero la curva 9 enlaza dos tramos al 12 por ciento.


Al alcanzar los kilómetros 8 y 9 de ascensión el bosque desaparece y la carretera se estira dejando atrás tan sólo las curvas 7 y 6 y unos porcentajes que rondan el 8 por ciento. La inclinación máxima del 12 por ciento ya no regresará hasta que tan sólo resten dos kilómetros hasta la meta. Los dos últimos, incluida la recta de meta son lo que se denomina un falso llano.


Desde aquella edición de 1952, los organizadores del Tour no volvieron a incluir la ascensión en el recorrido de la prueba hasta el año 1976, incluyéndose en el libro de ruta de forma consecutiva hasta 1979. Después fue cita fija desde 1981 a 1995, con la salvedad de los 85 y 93. A partir de 1997 se ha incorporado al recorrido del Tour de forma alterna, una año sí otro no, norma que se alteró en 2003 con la idea de celebrar el centenario de la carrera (1903-2003) – no confundir con los fastos de este año cuando se conmemora la edición cien.

 

Una festividad que el Tour ha decidido rememorar con un etapa -la del 18 de julio- que acoge una doble ascensión a Alpe D´huez y, por supuesto, final en su cima a 1.850 metros de altitud.
Una de las características de este mítico puerto era que, a diferencia de otros colosos alpinos de categoría Especial del Tour, no tenía vertiente de bajada, lo que siempre lo convertía en final de etapa. Pero todo ha cambiado para celebrar la edición número cien. La organización ha arreglado el tramo de carretera que enlaza el legendario puerto con el Col de Sarenne haciendo posible el descenso y, por lo tanto, el doble paso por la cima de Alpe Dúhez. El mito se multiplica por sí mismo.


No será la primera vez que Alpe D´huez se suba dos veces en la misma edición del Tour de Francia, aunque sí será inédita la ascensión en la misma etapa. En 1979, el segundo Tour de la colección de cinco de Bernad Hinault, el recorrido de la ronda francesa ya apuntó dos ascensiones al mítico puerto; dos finales en alto en etapas consecutivas. Agostinho y Zoetemelk fueron entonces los vencedores; tercero y segundo, respectivamente, días después al cruzar la meta de París.


Quizá, para muchos, el primer recuerdo ciclista de esta cima sea la victoria del holandés Steven Rooks en 1988. Fue con el Tour que ganó Pedro Delgado -la televisión estaba allí- y  Rooks fue segundo y el colombiano Fabio Parra tercero. Un año después la naranja mecánica volvió a triunfar en lo alto de Alpe D´huez. En esta fue para Ger Jean Theunisse, compañero de equipo (PDM) de Rooks, quien cruzó la meta en primer lugar. Era la octava victoria de Holanda en la cima del  Alpe D’huez, que por algo era conocida como la montaña de los holandeses. Ha sido la última hasta la fecha.


Rooks y Theunisse eran buenos escaladores, ciclistas carismáticos que animaban cada carrera en la que participaba y que, finalmente, defraudaron a la afición al reconocer haberse dopado a lo largo de su carrera. Era la época de las anfetaminas y la testosterona. Después llegaron las victorias de Gianni Bugno -1990 y 1991- y Andrew Hampsten, antes de que Pantani batiera –probablemente empleado gasolina de Fórmula 1- el récord de la ascensión (36 minutos y 50 segundos), un tiempo que siquiera Lance Armstrong con sus pociones mágicas logró superar. El pirata italiano venció en Alpe D´huez en 1995 y 1997; mientras que el americano lo hizo en 2001 y 2004.


Las últimas victorias en la cima de Alpe D´huez las han firmado el escalador francés Pierre Roland (2011) y el español, Carlos Sastre, el día que atacó a pie de puerto y recuperó la tradición: quien sale de amarillo de Alpe D´huez gana el Tour, fue hace ya cinco años./Javi Muro


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