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{DEPORTE / ATLETISMO}
Plata olímpica con resultado de repudio, la historia de Peter Norman
El atleta australiano apoyo en el podio de los 200 metros de Méjico 68 al Black Power
Una pegatina y una sugerencia enterraron la carrera del atleta que conquisto la medalla de plata en la prueba de 200 metros, en los Juegos de Ciudad Méjico en 1968. Aquel año, unos meses antes de comenzar los Juegos, fue asesinado en Menphis Martin Luther King. Los sesenta fueron una década –otra- de gran conflicto social en Estados Unidos a causa de la discriminación racial. Poco a poco se fueron levantando voces contra la vergüenza racista. Malcom X y Martín Luther King (Premio Nobel de la Paz) abanderaron movimientos a favor de la raza negra y de la igualdad; parecidos pero diferentes. En aquellos años surgió el ‘Black Power’, un término utilizado por diversos colectivos en defensa de los derechos de las personas de raza negra, que osciló entre la búsqueda de la igualdad, la promoción de los intereses colectivos de los ciudadanos negros y opciones más radicales, que proponían la creación de instituciones y sistemas económicos separados del poder supremacista blanco.
En ese ambiente asocial se encendió el pebetero en Ciudad de Méjico. Bob Beamon saltaba 8,90 metros y batía un récord de salto de longitud que perduraría 22 años, 10 meses y 22 días hasta que, otro norteamericano, Mike Powel saltó 8,95 metros. Fue en Tokio, en la final de Mundial, en 1991 y contra Carl Lewis, que salto 8,91 metros. Casi al mismo tiempo, Dick Fousbory asombraba al planeta al conquistar el oro en la prueba de salto de altura con un novedoso estilo de ataque al listón de espaldas. Una innovación que cambió dicha disciplina para siempre.
Mientras, el australiano Peter Norman colocaba los clavos de sus zapatillas –nada que ver con las actuales de Bolt y compañía; siquiera con las del hijo del viento- en los tacos. Estaba en la final de 200 metros y tenía posibilidades –pocas, pero existían- de victoria, de hacerse con el oro. De alguna manera era un orgullo para su país al enfrentarse de tu a tu con los velocistas norteamericanos; aún no se sabía nada de Jamaica ni de Trinidad y Tobago.
Norman conocía el conflicto racial existente en Estados Unidos. No hacía tanto del discurso de Martín Luther King “…hoy tengo un sueño…”, ni de su asesinato y se hablaba constantemente del ‘Black Power’. No en vano, dos de sus principales rivales, Tommie Smith y John Carlos habían estado presentes en los inicios el Proyecto Olímpico Pro Derechos Humanos, del que formaban parte un buen número de deportistas y famosos de raza negra.
“In your marks”… “Pump!!!”…. Peter Norman comenzó la aceleración al abordar la curva del primer cien y salió a la recta con las posibilidades de victoria intactas. Por delante tan sólo localizaba a Tommie Smith…inalcanzable. El velocista australiano fue segundo con un tiempo de 20,06 segundos, un ‘tiempazo’ y record de su país que aún sigue vigente.
Seguro que Norman recibiría mil y una felicitaciones aquel día; seguro que desde Australia más de un político le enviaría un telegrama de felicitación y orgullo, recordándole que había hecho feliz a todo un país. Seguro también que Norman no se esperaba que todo el reconocimiento y la adulación se trasformarían en rechazo y ostracismo a consecuencia de un gesto de solidaridad con una causa que coincidía con sus ideales. Seguro que no se lo esperaba pero así fue.
Tras las victorias siempre llega el reconocimiento y el podio. Hacía allí caminaban los norteamericanos Tommie Smit (oro) y John Carlos (bronce), ambos afroamericanos, y Peter Norman (plata), de raza blanca. Cuando estaban esperando al inicio de la ceremonia, Carlos comentó que se había dejado en la Villa Olímpica los guantes negros que habían quedado exhibir durante la interpretación del himno. Fue Norman el que les sugirió que mostraran un guante cada uno.
Ya de camino al podio, el velocista australiano observo que Paul Hofman –un miembro blanco de la selección USA de remo- llevaba sobre el jersey una pegatina a favor de Proyecto Olímpico Pro Derechos Humanos, se la pidió y la lució mientras recibía la medalla. Un acto en el que Smith y Carlos se descalzaron y mostraron calcetines negros, al tiempo que levantaban sus puños y bajaban la cabeza durante la interpretación del himno; Smith el puño derecho y Carlos el izquierdo. Era la denuncia de la humillación que sufría la raza negra en diferentes lugares del mundo y fue una imagen distribuida a todo el planeta. Una fotografía que por su significado cambio el mundo al hacerlo conocedor del problema existente.
Ninguno de los tres volvió a correr. Smith y Carlos fueron perseguidos públicamente durante años y a Norman, Australia lo defenestró. Peter Norman declaró que se oponía a la política discriminatoria de su país, que a pesar de haber sido revocada ese año, según el atleta, seguía manteniendo exclusiones.
¿Las consecuencias? Pues el Gobierno australiano reprendió a Norman severamente y la prensa del país lo condenó al ostracismo. Peter Norman volvió a lograr tiempos sorprendentes en los 100 y 200 metros, marcas que le hubieran permitido participar en los siguientes Juegos Olímpicos, en Munich 1972, pero el Comité de Selección de Australia lo impidió. Como dijo Gandhi, “la intolerancia –en verdad dijo violencia- es el miedo a los ideales de los demás”.
Peter Norman falleció en otubre 2006 a consecuencia de un ataque al corazón, tenía 64 años. Tommie Smith y John Carlos ayudaron a portear el ataúd en su entierro.
El desprecio al atleta australiano se prolongó durante mucho tiempo. Norman también fue ignorado por las autoridades de Australia, organizadoras de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, y sólo estuvo presente al ser invitado por los Estados Unidos cuando se enteraron de que su país había renunciado a hacerlo.
Ahora, 44 años después, el parlamento Australiano ha restituido el honor de Peter Norman y le ha pedido perdón; más vale tarde que nunca./Javi Muro
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