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{CULTURA / MúSICA}

'A los conciertos de Love Of Lesbian vienen a vivir una experiencia'

Santi Balmes, la voz de la banda que ha triunfado con '1999' y 'La noche eterna, los días no vividos

Santi Balmes llega al hotel protegiéndose de la lluvia torrencial y del furioso vendaval que ha estallado mientras completaban la prueba de sonido sobre el escenario logroñés de Actual. Pide un café cortado y frota sus manos en un intento de activar la temperatura corporal. La voz de Love Of Lesbian está contento, el recinto va a estar prácticamente lleno. Cerca de tres mil personas les escucharán esa noche. Desde que grabaron '1999' agotar las entradas de sus conciertos no es una sorpresa, más bien ha pasado a ser algo habitual. Santi recuerda que no siempre fue así. Los seguidores del grupo suelen repetir concierto y como apunta Balmes, la explicación quizá se encuentre en que acuden a vivir una experiencia y "eso es importante, porque últimamente somos consumidores de muchas cosas, pero de experiencias no tanto"./Sergio Andrés/Javi Muro

 

SPOONFUL.- Habéis comentado que estáis dándole vueltas al próximo trabajo. ¿Cómo ha sido este proceso creativo?

Bueno, en esta ocasión más que proceso ha sido un dilema. Te ves inmerso en una rueda que te hace plantearte hasta cierto punto si siempre tiene que ser igual, disco, gira, gira, disco… En el momento que comienza la gira sabes que has vendido el alma al diablo durante los próximos dos años. Nos hemos planteado esta vez sí sería posible hacer altos en el camino y grabar con esa frescura con la cual salen las cosas… y bueno… seguir haciendo conciertos.


S.- Volviendo un poco al principio de la banda . Hay un momento en que el fenómeno Love Of Lesbian alcanza una gran dimensión. ¿Cuándo se produjo? ¿Durante la gira del disco ‘1999’?

Sí,  en la gira de ‘1999’. Entonces vimos que era como si hubiéramos entrado en un tubo y la velocidad de repente se hubiera comenzado a disparar; velocidad, llamadas, propuestas, todo tras de ti; aumentos de aforo. Fue la primera vez que las circunstancias superaban a lo que era la banda. En tan sólo una semana dices… no sé qué ha pasado.


S.- Quizá recuerdas un concierto en Pamplona en mayo de 2010, había medio aforo. Unos meses después, en noviembre del mismo año, en el Antzokia de Bilbao… habíais  vendido todo dos noches seguidas. Entonces contaste una anécdota. Os habían incluido  una canción en un disco sobre el indie español.  A un concierto en esa sala  acudieron dos tipos que se sentaron en una sillas, cuando sonó esa canción se levantaron y se pusieron a bailar, al terminar el tema se fueron…

Sí, nos quedamos solos.


S.- De esa situación que contabais a ahora…

Una precisión, no fue en el Antzokia … fue en Bilbao Rock. Hay un momento en que nosotros –nosotros seguimos siendo los mismos-, pero hay un momento que no queremos recordar; es como… casi como aquella película de Brad Pitt y Robert de Niro en que un grupo de amigos no querían hablar ni recordar las cosas por las que habían pasado cuando eran niños ('Sleepers')… Evidentemente a nosotros no nos dieron por culo, pero fue lo único que faltó. Era tan quimérico y veías tan poco resultado. Regresabas a casa y nuestras parejas nos preguntaban “¿qué tal ha ido?” y lo único que podías decir era “ha sonado bien”.  Cuando una banda empieza y no gusta se le dice eso…”ha sonado bien”. Es técnico, no emocional. Volvíamos después de haberlo pasado mal y con pérdidas. Al fin de semana siguiente estábamos intentándolo otra vez. Es un acto de fe que sólo haces una vez en la vida.


S.- Teníais suplentes , ¿no? Para cubriros si alguno no podía acudir a un concierto por tener que trabajar…

Sí, pero eso fue ya cuando las cosas empezaron a ir bien. Al principio no teníamos suplentes. Fíjate, Julián entró en la banda no por un motivo romántico de que se uniera, fue más que nada porque cobraba un fijo que generalmente era superior a lo que nosotros teníamos como fundadores, que era a beneficios. Entonces decidimos que para que este tío deje de suponernos un gasto lo metemos en la banda… y de repente la cosa empezó a ir bien . El movimiento indie en ese momento era un espejismo. El gran momento era Benicasim un escenario medio y con bandas españolas, no había más. Hablo de bandas como ‘La buena vida’… eran  bandas sobre las que leías, pero es que eran bandas que se leían más que se escuchaban, por desgracia. Ahora, se escuchan más que son leídas. Antes leías las críticas en Rockdelux  y parecía que era el pepinazo, pero luego, qué recuerdas de aquella época, qué aforos hacíamos… y eso las bandas a las que iba más o menos bien. A nosotros que nos iba mucho peor… eso ya era…
S.- El libro ‘Nuestro grupo podría ser tu vida’ habla del indie  americano del años 80 y habla de todo el curro que había detrás de las bandas y también de sufrimiento…

‘1999’ fue el pepinazo… pero aquella época del indie aquí tenía pies de barro y sólo se apoyaba en algunas revistas y en Radio 3. No había surgido internet, que ha democratizado todo el asunto. Entonces dependías de la opinión de cinco críticos y si no les llegabas no había manera. A mí eso siempre me ha cabreado, ese poder que podían llegar a tener. El hecho de que una crítica en el New York Times pueda mandar a tomar por saco un musical en su primera semana.


S.- Hay un cierto fundamentalismo musical en este país, ¿no? En vuestro caso había un cierto temor, tras vuestro éxito con ‘1999’, porque con el siguiente disco ‘La noche eterna. Los días no vividos ’ os fueran a machacar. Estos que han triunfado… ahora hasta en el carné de identidad…

Nos han dado. Lo que pasa es que si no perdemos la perspectiva del asunto en este país quien sigue triunfando de un modo genérico es gente como Bisbal o como Melendi. A nosotros nos han dado ahora el segundo disco de oro por ‘La noche eterna’, pero no dejamos de ser una anomalía. Con nosotros no se explica muy bien qué ha pasado, quizá hemos sido más transversales, hemos llegado a un público que habitualmente no escucha mucha música independiente y que por lo que sea nuestros temas les ha llegado, especialmente a partir de ‘1999’. Un disco que hizo diana. Pero no han cambiado las cosas tanto… si la gente se piensa que nosotros tenemos ofertas para salir en televisión o para para  presentar un programa o cosas así, pues no, no sucede...


S.- Para las generaciones que rondan los cuarenta años, ‘1999’ es un disco que alude a la nostalgia… y todos nos podíamos sentir  como ‘1999’. ¿Quizá eso es lo que hizo diana? El disco tiene canciones intimistas que tocan esa ambivalencia de nuestra generación…  Gente a la que le han vendido un mundo de una manera y se está llevando ‘hostias’ todos los días…

Sí, correcto. Además, me resulta muy interesante conocer la opinión de los demás sobre los discos y las canciones. Después del proceso creativo, muchas veces me encuentro tratando de explicar lo que pretendía decir yo. A veces visto desde el prisma de otra persona… es interesante.

 

S.- En el caso de ‘1999’, creo que mucha gente se ha identificado y dice tras escuchar las canciones: “es lo que yo vivía”… la canción ‘Club de fans de John Boy’ es lo que todos queríamos, que la novia fuera al concierto…

Nosotros nos hemos convertido en el paradigma de John Boy; es una especie de ‘Retrato de Dorian Grey’.


S.- Decías en una sección de la revista Rolling Stone, que le grababas en una cinta con tus canciones favoritas a la chica que te gustaba… y que te parecía horrible que la música que le grababas no le gustara…

Eso no quería decir que no pensaras que era la mujer de tu vida, ¿eh?


S.- Por esas cosas, parece que ‘1999’ es un disco generacional… que tocaba la fibra de un pasado idealizado…

Es una mezcla entre desencanto y… El proceso de desencanto siempre está presente en las canciones a medida que te vas haciendo mayor y vas viendo las cosas como son; es muy difícil conservar tu parte romántica.
S.- Hay una canción… ‘La parábola del tonto’, que en alguna ocasión  la interpretáis en directo, toca mucho la fibra…

Me acuerdo que cuando la mezclamos, me fui a un lugar de Barcelona y estuve escuchando ‘La Parábola del Tonto’ como diez o doce veces y pensando ¡Madre de Dios! ¿Esto qué es? Porque…  te va acuchillando poco a poco, no sabes muy bien porqué, pero… Creo que el pop se trata un poco de eso, de intentar magnificar lo que en realidad fue una escena mediocre. Sí. Bowie lo decía muy bien. Todo en realidad es más mediocre y tú lo que intentas es dignificar ese recuerdo. Hay canciones que dedicas a alguien y ese alguien siquiera se lo merecía. No creo que la persona que inspiraba en un momento dado ‘The Profundis’, de Óscar Wilde… no creo que ese tío que estaba profundamente enamorado mereciera ni una puñetera frase. Necesitamos prismas, ¿no?


S.-  ¿Pensabais que ‘1999’ podía ser lo que fue?

No.


S.- ¿Ni siquiera desde un punto de vista 'mesiánico', de decir esto puede llegar?

A ver, recuerdo que pillé a Julián y le dije, tengo una historia con un inicio, con un final y cada canción va a relatar un parte. También le dije que tenía un riesgo porque tenía un punto que es biográfico y conceptual. Me preguntó, ¿te sientes capaz ahora? Y le dije: yo ahora, sí. Le comenté, con la madurez que he conseguido con las letras, si hay un momento en que me siento capaz es ahora y creo que va a funcionar. Tenía el pálpito, eso sí lo reconozco. Un pálpito que no había tenido con otros discos, que sabía que estaban muy bien… pero este tenía algo especial. Pero de ahí, a lo que pasó a nivel de público, no.  A partir de ahí se generó una especie de alas de mariposa que provocó que la reacción del público hiciera que nosotros planteáramos el directo de otra manera. No era subir al escenario, tocar y hacer una interpretación lo mejor posible del disco… Cuando me pregunta ¿por qué crees que el público repite tanto para ver en directo a una banda como vosotros? Creo que no vienen a ver a unos intérpretes de la ‘hostia’, vienen a vivir una experiencia, y eso es muy importante porque últimamente somos consumidores de muchas cosas pero de experiencias no tanto.


S.- En la primera parte  de la gira de ‘1999’ vuestros conciertos fueron una auténtica fiesta, bajabais al público, la gente lo vivía… cuando interpretabais  ‘Algunas plantas’…

La gente lo vivía. He visto momentos de catarsis y también momentos de caerse del caballo como San Pablo, por ejemplo cuando en Valladolid estaba aupado por la gente y de repente tuve el accidente cuando dejó de sostenerme el público porque había llegado hasta el final. Caí al suelo, pero en cámara lenta, aún recuerdo ese momento. Escuchando toda esa euforia de la gente con ‘Algunas plantas’ y yo que pensaba que me había roto la columna vertebral; miraba a la gente y la gente desde arriba mirándome y sonriéndome… y yo lo veía en cámara lenta (se sonríe al recordarlo). Fue una caída muy simbólica para mí. Hay un momento, que de alguna manera, empieza a darte miedo la cosa. Lo que me excitaba. Llegas a un punto de la montaña de lo que estaba sucediendo a tu alrededor, miras hacia abajo y dices ¡Madre mía, esto se está yendo de madre!, se estaba yendo de madre en todos los sentidos. Incluso en el recuento de los fans, vas sumando fans… las redes sociales, tenías  dos mil, de pronto diez mil, pero a partir de cincuenta mil la progresión ya no es uno a uno, sino que al día siguiente tienes cincuenta y cinco mil… el crecimiento es exponencial y eso implica mucha gente que te escribe y gente que te pide cosas muy raras. Te das cuenta que has llegado a puntos insospechados. A mí me llegaba mucho un tío que entraba en el tubo de radioterapia escuchándonos. Cuando tu escribes una canción jamás te imaginas que una persona que se encuentra en un momento muy delicado de su vida necesita escuchar tu música para entrar en un sitio así. Ves que la cosa se te ha escapado de tal manera… aunque cosas así son también muy reconfortantes. Es lo que sueña todo músico.


S.- Llega el punto de abordar la decisión de grabar un nuevo disco, ¿no? Encima un disco doble…  teniendo en cuenta el éxito de ‘1999’, las expectativas eran enormes…

Ya, nosotros éramos conscientes de que nada de lo que hiciéramos iba a superar los recuerdos que traía la gente de ‘1999’. No puedes hacer un disco que hable de la vida de una pareja durante un año y luego superar eso. Tienes que ir por otros derroteros y ya partíamos de un convencimiento de que fuera lo que fuera nos iba a caer la del pulpo, "han perdido inspiración, se lo creen, se han vendido"; es decir, todo los clichés no iban a caer, uno tras otro. La primera semana todas las críticas era demoledoras, pero luego empezó todo a normalizarse. Siempre el primero que opina  es el troll, que está así sobre el teclado –imita actitud de ganas de repartir.


S.- ‘La noche eterna. Los días no vividos’ . Un disco doble, todo un órdago…

Sí. Lo que pasaba también es que llevábamos tanto tiempo de gira que teníamos muchas ideas en la cabeza. ¡Uff!, pero jamás vuelvo a hacer un doble. Teníamos un cuadrante en la pared con todos los temas y uno venía y decía “yo eliminaría alguno”, hablabas con otro “como quites este te mato” y las opiniones nunca eran las mismas. Hubo un consenso, esta canción le gusta a la mayoría aunque a mí no me haga mucha gracia, ésta no se quita de ninguna manera… y así.
S.- Es un disco muy cuidado e incluso las fotografías del interior son muy interesantes. Son muy urbanas. Son de la periferia de Barcelona, ¿no? Resulta muy poderoso visualmente y vuelve a surgir la referencia a una generación que nos identificamos con esos espacios… tocando de nuevo la melancolía de la que hablábamos antes.

Claro, claro. Nosotros somos un grupo urbano, aunque ahora vivamos fuera de Barcelona mi infancia la he pasado en Barcelona. Lo que tengo en mi cabeza de pequeño es infinidad de ventanas y ventanas. En la parte de atrás del piso de mis padres recuerdo que había como una inmensa isla interior que los arquitectos no abordaban… a veces me gustaría tratar este tema en algo que escriba, que hable de la fachada y del patio interior, que es como el inconsciente, que tiene un punto abrumador, con ese silencio, esas ventanas, esa viejecita que ves que pasa por ahí, un espacio que ves que está rodeado de gente pero que es, sin embargo, un espacio solitario.


S.- Comentábamos el hecho de que Love Of Lesbian engancha con una determinada generación, los que ya tienen entre 30 y 40 años. Por ejemplo, en el estudio sobre la música que se realizó con los estudiantes de la Universidad de La Rioja Love Of Lesbian  no era  muy conocido . Da la impresión que vuestro temas conectan con la gente a los que nos contaron que la vida era como la película de Julia Roberts y Richard Gere y al final, nos hemos sentido engañados por el sistema.

Claro, es que hay mucha gente que se lo ha encontrado todo hecho, para lo bueno y para lo malo. No somos como la generación de posguerra que tiró para delante como pudo. La generación de la Transición… vamos a construir un nuevo país, la euforia del ‘SOE’, Felipe González, en esa época tú ni pinchabas ni cortabas, entonces te has encontrado con un sistema que iba rodado, que pensabas que iba a ser bueno, hasta que ha pinchado la rueda y nos hemos dado cuenta de que no…, de que eso que intuíamos…


S.- Mucha gente habla de esto y en vuestra canción ‘Radio Himalaya’ se apunta: “El sistema te petó en la cara, justamente  cuando tú ingresabas”… Esa canción quizá lo resume todo, ¿no?

Es que es así. Hemos vivido en una burbuja, que aunque había gente que avisaba que se estaba pinchando, se seguía alimentando. Aun así, volviendo al tema de las generaciones, tampoco creo que hayan cambiado mucho. Me refiero al interés que tiene la gente por buscar y descubrir música. En la generación de nuestras padres en las estanterías igual estaba, yo que sé, Julio Iglesias, lo mejor de tal año, Mocedades o Jesucristo Superstar y quizá había otra gente que buscaba a Paco Ibáñez o buscaba a tal, pero era un pequeño porcentaje, se ha mitificado, pero no era tan elevado. Probablemente el porcentaje de personas que buscaran descubrir otras músicas era igual al de los jóvenes de ahora.


S.- Quizá la diferencia está en que ahora los jóvenes tienen muchos más canales para acceder a la música y descubrir cosas nuevas o referencias anteriores, internet, youtube…

Sí, pero eso no quiere decir que los utilicen. Además, en un momento dado, el propio internet te crea un círculo cerrado. Si te gusta una banda del momento te va a remitir a grupos más o menos parecidos. Simplemente pasa que hay gente que no le da tanta importancia a la música como se la das tu y hay que aceptarlo. A veces envidio a esa gente que baila todo lo que les echan por la radio. Es una envidia total, porque nosotros sí que estamos buscando el algo más y…


S.- Quizá los fans de la música son un tanto fundamentalistas…

Mucho.


S.- Existe ese cliché: “si triunfan ya no quiero saber nada de ellos”.

Ya, es que eso es tan terrible; de verdad. Ahí me ha venido muy bien la aportación de mis hijas. Son pequeñas, pero ya hacen sus listas de reproducción y te pueden incluir desde Eurythmics a Katy Perry. Mezclas que tu igual no harías nunca, pero que ellas lo resumen todo de una manera tan limpia que vale la pena. Y cada día lo pienso, igual me estoy perdiendo cosas por una cierta manía al cantante conocido tal… Tengo que predicar con el ejemplo, sino no puedo quejarme de que haya gente que no quiera escucharme a mí porque supuestamente hemos triunfado.


S.- De alguna manera, es como un pecado haber triunfado en este país. Te están esperando con la guadaña.

Bueno, creo que en realidad es un punto de vista muy quinceañero.
S.- Pero pasa también en otros ámbitos, en la política, en la economía…

Creo que somos un país muy poco reflexivo. Es algo que a mí me tiene tremendamente sorprendido, cada vez más. ‘El Quijote’ era una crítica, de alguna manera, del español que si le coge manía a algo, aunque sea un saco. Si él lo ve como un monstruo… Falta reflexionar, nos estamos acostumbrando a opinar acerca de todo y, sobre todo, sin ir a la fuente de la información. Estamos hablando de que llegan noticias como ‘tal actor ha muerto’, vas a la web y te dicen “has caído, era una broma”, pero me estás diciendo que estás haciendo una broma así para que visite tu web. Y así… opinamos de todo sin tener ni puta idea de nada.


S.- Vosotros sois un grupo catalán. En estos momentos se está promoviendo un proceso reivindicativo sobre la consulta y la independencia de Cataluña. ¿Os ha  afectado de alguna manera en el resto de España?

Creo que tocamos delante del público de una España plural y abierta, no creo que haya mucho talibán entre la que gente que va a nuestros conciertos.


 S.- Una de las canciones significativas es ‘Cuestiones de familia’, de ‘1999’. Es muy potente.

Sí. Es una de las canciones que no habla de la historia de la pareja, sino de la relación de él con su familia; es como un intermedio en el relato. Los hijos de padres divorciados creo que entienden mucho cuando dice: “¿Sabes a quién te pareces?”. Es una frase que aunque se quiera evitar al final se termina usando, por una parte o por la otra, o por parte de las dos y siempre de forma negativa. Es una canción que no produce buen rollo tocarla, fue un desahogo, pero no es un tema que me pase desapercibido. Me vienen imágenes desagradables y desde luego que al escribirla pensé… no sé si alguien se la va a tomar mal de mi familia.


S.- ¿Y ’Nada ’? Es una canción que sorprende, muy reflexiva y con una letra muy críptica.

Claro, representa a los dos ancianos que están bailando y él sabe que va a morir, entonces habla de: “si yo, después de hacerse la oscuridad, encuentro esa luz de la que tanto tiempo hemos hablado”. Habla de ese momento en que te planteas que pasará el día que la palmes y si no se abre el telón y todo se acaba. Para quitarle hierro al asunto, la última parte de la canción revela que de lo que estaban hablando es de planear un atraco a un banco.


S.- Os cayeron también palos por el anuncio de la marca de cerveza…

Sí, pero en ese sentido el talibán es el que hace más ruido. Tampoco creo que sea un tanto por ciento tan bestia como para preocuparse. Lo que pasa es que cuando tienes diez elogios y una crítica, la crítica parece que duele como veinticinco elogios. A veces tienes la tendencia a mirar sólo la crítica y pierdes la perspectiva. En cuanto sacas la cabeza del césped la segadora te equilibra. En 2013 decidimos no hacer festivales ya que habíamos tocado el año anterior en muchos y nos decían que estábamos en todos los sitios. Decidimos hacer el anuncio y ningún festival, pero la gente nos veía en la tele y seguía comentando lo mismo: “estáis en todos los sitios; no habéis parado este año”. En un festival eres uno más de los grupos del programa y no se nos caen los anillos por dar lo que la gente quiere. Sería absurdo. Hablando un día con Loquillo comentaba que había bandas que decían no quiero tocar más este tema porque ya estoy aburrido. Loquillo se sorprendía, pero sí tienes que dar las gracias a ese tema. Hacer de talibán de ti mismo es ya… muy kafkiano. Decir, no toco esta canción porque la gente la ha cantado demasiado… Yo he escuchado eso. Los que dicen eso cuando ven Hyde Park cantando un tema de Blur … entonces les parece igual o ya no…


S.- Además, siempre es posible interpretar una canción de forma diferente, ¿no?

Claro, siempre puedes presentarla de forma distinta; situarla en un lugar u otro del set; siempre puedes que el relato del concierto sea diferente. Nos gusta darle vueltas a las cosas, parece que las canciones se acaban cuando terminas de grabarlas y en ese instante acaban de nacer. El proceso creativo es el embarazo, el parto es el disco,y después el niño tiene que crecer.

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