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{CULTURA / LIBROS}

'Los personajes de la novela me tenían que caer mal para poder ponerlos en situaciones extremas'

La periodista y poeta Luna Miguel publica su primer novela 'El funeral de Lolita'

'El funeral de Lolita' es la primera novela de la periodista y poeta Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990). La escritora sitúa al lector frente a una cruda actualización del mito de Nabokov y cuestiona la interpretación que se ha hecho del popular personaje. Miguel es editora en PlayGround y columnista en El Cultural de El Mundo. En 2019 será editora invitada de Caballo de Troya, junto a Antonio J. Rodríguez. Desde los dieciocho años ha publicado los libros de poesía 'Estar enfermo', 'Poetry Is Not Dead', 'La tumba del marinero', 'Los estómagos' y 'El arrecife de las sirenas'. Sus poemas se han traducido a una docena de lenguas. Es autora del relato 'Exhumación' -escrito junto con Antonio J. Rodríguez- y del ensayo 'El dedo', publicado en formato digital y del que Lumen prepara una edición ampliada.

'El funeral de Lolita' comienza cuando la protagonista recibe un mensaje. "No sé ni siquiera si estás viva, pero tenía que decírtelo: Roberto ha fallecido esta mañana". Cuando Rocío, una antigua compañera de instituto, le comunica el fallecimiento de Roberto, el su corazón da un vuelco. Igual que el día en que advirtió que se había enamorado de su profesor de literatura. A partir de ese instante inicia una recomposición de su pasado y el comienzo de un nuevo tiempo. "A Lolita nunca la ha censurado el feminismo. En todo caso, lo ha hecho el conservadurismo, el puritanismo, el prejuicio y tantas otras cosas que se parecen más a una mala interpretación lectora. A Lolita tampoco la ha destrozado el feminismo, sino, tal vez, la obsesión de quienes la miran por encontrar en su historia algo que tiene que ver con el erotismo y la seducción, en vez de aquello que realmente retrata: el abismo, la maldad, la imposibilidad de concebir a esa niña como un ser que sufre —porque no se le deja descubrir su sexualidad, porque un hombre oscuro viene a aprovecharse de ella—sino como ese ser perverso, juguetón y deseable en el que la convirtió el marketing. A Lolita nunca la ha censurado el feminismo. A Lolita la han censurado los que no la entienden". Con 'El funeral de Lolita', Luna Miguel demuestra una vez más el gran talento que atesora como escritora./Javi Muro

 

SPOONFUL.- Abrimos las páginas de la novela y ¿qué historia nos encontramos? ¿Qué cuenta ‘El funeral de Lolita?

La historia de una mujer que quiere ser dueña de su propia vida. Incluso si a veces sus recuerdos no le dejan.

 

S.- ¿Cómo surge la idea de desarrollar la historia que cuenta la novela?

Creo que es una historia que siempre me ha rondado la cabeza. Surge como punto y seguido de mis lecturas obsesivas sobre nínfulas.

 

S.- ¿Hasta qué punto tiene que ver con la obra de Nobokov?

La protagonista, Helena, ha leído a Vladimir Nabokov y ha pensado mucho a su Lolita. Esta también es la historia de cómo el mito de la lolita puede afectar a la vida de una adolescente.

 

S.- Corrígeme si me equivoco, pero has analizado, reflexionado y estudiado mucho el personaje de Lolita y la obra de Nabokov…

Me interesa mucho, sí, es un tema que siempre ha estado presente en mi imaginario y en mi biblioteca.

 

S.- ¿La historia que cuentas en ‘El funeral de Lolita’, la vivida entre Helena y Roberto, es de amor o de abusos?

Empieza como una historia de amor y termina como una historia de abuso.

 

S.- ¿Y la de Nobokov? Hay quien habla de una historia de desinhibición sexual, de nínfula objeto de deseo, de abuso, de Lolita como musa; niña que provoca o víctima…

El propio Nabokov la describía como una historia de abusos. O más bien, como el retrato de un monstruo. Humbert Humbert no sólo era un pederasta. También era un ladrón (robó a la familia Haze), un maltratador psicológico (maltrataba a Charlotte) y un asesino (como vemos al final del libro). Lo que pasa es que tantas veces hemos mirado sólo la parte de la historia entre él y Dolores, que tendemos a olvidar todo lo demás.

 

S.- ¿Cómo ha sido el paso de escribir poesía a adentrarte en la novela?

Una verdadera aventura. Y adictiva. Ahora quiero escribir más ficción.

 

S.- Has dedicado un tiempo importante al proceso de documentación, ¿no? Realizando entrevistas con personas que han vivido relaciones con parejas mayores…

Sí, sobre todo leyendo mucho, tanto literatura de relaciones asimétricas o variaciones de la nínfula, como artículos al respecto de estos temas. También he hablado con mujeres que han mantenido relaciones o que las siguen manteniendo con personas considerablemente mayores que ellas, y todo me ha servido para crear la personalidad de Helena.

S.- La pregunta qué hay de la autora en la novela está ya demasiado manoseada, pero en este caso si que has comentado en algunas entrevistas anteriores qué has mirado dentro de ti desde la perspectiva de que mujer quieres ser, objetivos cumplidos, expectativas cumplidas y, de alguna manera, lo has trasladado al personaje de Helena….

Exacto. En el diario de Helena también hay mucho de mí. Releí mi adolescencia para poder tomar ese tono y esa temperatura de los 15 años y trasladárselo a Helena. Mi poesía es totalmente personal, íntima y autobiográfica. Para la ficción, por eso mismo, necesitaba inventar.

 

S.- El sexo también está presente en la novela -como lo está en tu poesía- y lo está de una forma natural, y no sólo de una forma exclusivamente bella…

El sexo, el cuerpo, la intimidad. Son cosas que me interesan en su belleza y en su fealdad.

 

S.- Te escuchado decir que todos los personajes de la novela te caen mal. ¿Es así? ¿Cómo se lleva convivir durante todo el tiempo de la escritura con unos personajes que no te caen muy allá?

Me tenían que caer mal para poder ponerlos en situaciones extremas. De lo contrario, hubiera sentido mucha pena de maltratarlos. Y cuando digo maltratarlos me refiero a ponerlos en situaciones complejas, reales, con las que los demás pudieran identificarse.

 

S.- Creo que salvas, a Laura, la mujer de Roberto. ¿Por qué?

Es el más bondadoso. El que más sufre. Pero también el más independiente. Si tuviera que quedarme con alguien, sería con Laura.

 

S.- ¿Por qué escribes?

Creo que por lo que todos: lo necesito.

S.- ¿En el cambio de la poesía a la novela ha habido también un cambio de costumbres a la hora de escribir? ¿Tienes manías? ¿Lugar dónde escribir, música, soledad, hora…?

Desde luego, la narrativa me exige una disciplina distinta a la de la poesía. Además de una formación más dura, que antes no tenía. Lo que me interesa ahora es ver cómo la novela influye en mis nuevos poemas. De momento estoy encontrándome en lugares que antes no había visitado. Otra cosa de la narrativa es que tienes que meterte en cerebros que no son el tuyo. Cerebros de personas con las que no compartes todos tus valores, y eso te hace tener que desdoblarte. En la poesía, en la mía al menos que es tan personal, sólo existe mi voluntad, y por eso, al menos para mí, siempre ha sido más fácil escribirla.

 

S.- Procedes de una familia que siempre ha estado en contacto con la literatura, con los libros, ¿A escribir se llega desde la lectura?

Sin duda. Para escribir hay que leer, leer y leer. Cuando más escribo es después de épocas en las que he leído y sobre todo descubierto lecturas nuevas y sorprendentes.

 

S.- ¿Qué libros te llevaron a escribir?

Mi primer bikini, de Elena Medel, fue uno de los detonantes para escribir poesía.

 

S.- ¿Y al periodismo? ¿Por qué eres periodista?

Decidí ser periodista a los 10 años, después del 11-S. Suena pedante, pero es así. Era muy pequeña y pensé que las cosas grandes del mundo necesitaban ser contadas e investigadas. Luego, más adelante, no he hecho un periodismo puramente de actualidad o político, pero sigo sintiendo esa misma pulsión desde el periodismo cultural.

 

S.- … y regresando a la novela… ¿Cómo se despide uno cuando muere el amante secreto?

Como de cualquier otra persona. Abriendo el corazón.

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