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{CULTURA / FOTOGRAFíA}

Jean Dieuzaide, el fotógrafo del diálogo y la composición

La Casa de la Imagen continúa la celebración del 40 Aniversario con un muestra de fotógrafo francés

La Casa de la Imagen continúa con la celebración de su 40 Aniversario y lo hace con un nueva y excepcional exposición de uno de los autores de fotografía más importantes a nivel internacional de la segunda mitad del siglo XX. El francés Jean Dieuzaide es mundialmente conocido por sus imágenes editoriales que retenemos en el imaginario colectivo, pero también desarrolló una incesante labor profesional -fue el fotógrafo del Concorde-, realizó el primer retrato oficial de Degaulle en 1944, y un trabajo personal que le colocó en lo más alto de la fotografía europea. Jean Dieuzaide fue el primer fotógrafo en obtener los premios Nadar y Niépce -máximas distinciones otorgadas en Francia-, medalla de oro de la fotografía y un sinfín de reconocimientos que le hicieron acreedor de la máxima distinción que otorga el estado Francés: 'Chevalier d’Arts et des Lettres'. Dieuzaide ha expuesto en el Louvre, en museos de Moscú, Amsterdam, Colonia, Tokyo, Turín, Londres y galerías y salas de exposiciones públicas internacionales, con especial presencia en Francia. 

 

Desde la Casa de la Imagen resaltan que su importancia en el desarrollo de la fotografía artística no solo reside en su obra:

- En 1970 fue uno de los creadores del festival más importante del mundo de fotografía: «Les Rencontres Internationales de la Photographie d'Arles» 

 

- En 1974 crea y dirige la «Galería Château d'Eau», la galería pública dedicada al arte fotográfico más antigua de Europa. Las firmas más importantes han colgado de sus paredes. Hoy es referencia mundial.

 

"Podríamos decir -destacan desde el centro cultural logroñés- que Jean Dieuzaide es el más español de los fotógrafos franceses, ya que tras sus primeras visitas en los años 40 del siglo XX, volvió de manera continuada a nuestro país; unas veces para realizar trabajos editoriales y otras para seguir con el desarrollo de sus trabajo personal". 

La exposición que acoge la Casa de la Imagen, comisariado por su hijo Michel y por el director del centro Jesús Rocandio, se ha seleccionado un gran bloque de fotografía española, "sin olvidar aquellas imágenes que explican la labor de un fotógrafo de raza. Un fotógrafo que poseía una sensibilidad que es capaz de enternecernos, de hacernos amar al género humano en su vida cotidiana, de conocer y reconocer a los grandes de la cultura y el arte en sus retrato, de sorprendernos con sus arriesgadas y modernas composiciones abstractas de realidades en las que pocos reparan, de hacernos volar en el Concorde… en fin, de amar la vida y la fotografía".

 

SOBRE FOTOGRAFÍA Y ESPAÑA

JEAN DIEUZAIDE

 

1. No me cabe ninguna duda de que mi origen rural, del que estoy orgulloso, me facilitó la intimidad de los contactos. Fue en el seno del mundo labriego donde primero me informé de las fiestas profanas o religiosas, con el propósito de captar, desde lo más cerca posible, los encuentros que favorecen y la cultura que describen. Encontré, de ese modo, lo que, siendo más nuevo, imaginaba: la nobleza de los hombres de este país y también sus silencios en los paisajes.

 

Puede que resulte pretencioso, pero creo que la fotografía me ayudo a no apartarme demasiado de ese camino: me ayudó a redescubrir una hoja de árbol, y el árbol mismo, y el paisaje del que es actor, y el hombre que viene a hablar con ese árbol o a reposar bajo su sombra.

 

La mirada de ese hombre me hizo entender que tenía muchas cosas que aprender, sobre él, sobre su vida, sobre sus problemas que son los míos. Me hizo comprender, disfrutando el mismo de las lecciones recibidas de la tradición ancestral, desde la más remota Antigüedad pasando por la Edad Media, que su experiencia me podría ser útil; atrajo mi atención hacia esa relación de las superficies y de las proporciones resultante de la naturaleza o de las ciencias exactas, regido por un mecanismo sencillo que es el vehículo mismo de la comunicación de todos los tiempos.

 

2. El hombre del sur de Francia es curioso por naturaleza. Subido a las colinas de mi Gascuña natal, siempre me sentí atraído por el mas allá de las frondosidades de los montes Pirineos: se puede alcanzar con los ojos cuando sopla el viento Austro.

 

Mi primer trabajo en el extranjero fue para ilustrar un libro sobre la España del sur. Lo comencé en Valencia, en julio de 1951, entusiasmado por hacer realidad mi deseo de conocer la Espana profunda. Cuarenta años más tarde, aún soy capaz de describir el tiempo, decir la hora, las circunstancias y la historia de cada imagen, o la tierna emoción de mi diferencia. Todo se hizo con el asombro del primer descubrimiento, no fijándome más meta que la de mostrar aquello que no existía en mi tierra...

 

Además, me gusta integrarme en el medio humano, atento a los murmullos de cualquier cosa nueva y ayudándome, de mi patois gascón para paliar mi deficiente castellano. Mi conocimiento del mundo rural propició un contacto con las gentes del campo, que sigo practicando de la manera más auténtica posible, tanto por profesión como por convicción.

Como no estaba interesado por el exotismo me prohibí el tópico «sol y castañuelas», y me decanté por la intemporalidad de una España que retiene para ella las huellas de una esencia, sustancia misma de la vida cotidiana en ese país. Preferí mantener y preservar las realidades cotidianas de la calle o del mundo del trabajo, fundamentalmente artesanal y rural, los gestos ancestrales de los marineros, el misticismo religioso, la sensualidad de la mujer, la ternura o el orgullo de su rostro, la arrogancia de su cuerpo, la emoción de su carne, la expresión del rostro de un niño, y también el universo de las gentes  humildes que llevan consigo su honor y su alegría.

 

3. La fotografía hoy es imprescindible en todas partes; echa raíces en todos los sitios en los que la cultura nace del acontecimiento cotidiano, del movimiento de las ideas sociales, científicas o industriales, de la evolución de las usanzas; es el eco de nuestras propias interrogaciones, el reflejo de nuestra sociedad y de las pasiones que la pueblan; es al mismo tiempo testimonio y espejo. En torno a la palabra imagen existe una determinada magia: la fotografía tiene, de hecho, sus cómplices: son la luz y el azar. Si se buscan, se encuentran una y otro: la luz preside la fotografia, es su fuente. Incluso diría que es una escuela de la luz; se aprende a esperarla y a mirarla; sin la luz nada existe, ni siquiera la libertad de caminar, por el riesgo de torcerse un pie en la oscuridad de la noche... o en la del corazón. Me atrevo a afirmarlo: la fuerza de una imagen reside ciertamente en la pureza de la intención; fusión del ojo, del corazón, del espíritu y de la mano que la prolonga; en una palabra, reside en su luz interior.

Las cosas no son sólo lo que son. Dan más de lo que son. El fotógrafo no crea, mira la Creación y es responsable de lo que muestra. Es lo que Georges Steiner llama la «verdadera presencia». «Cierra el ojo de tu cuerpo», nos dice A. M. Schegel, «con el fin de ver primero por la mirada del espíritu, y después saca a la luz lo que has visto en la oscuridad con el propósito de que tu visión actúe sobre los otros, del exterior hacia el interior».

 

Me preocupa poco saber si hago arte o no con mis imágenes. Desde siempre, mi alegría interior, esa de la que no me pueden privar a no ser que me metan en una jaula oscura, es la de mirar los juegos de luz y fotografiarlos: le dan riqueza al balanceo de un volumen, de una forma, de un cuerpo, de una herramienta, de una nada; me hacen temblar de los pies a la cabeza, provocan a veces que asome una lagrima a mis ojos y me dan ganas de decir: gracias.

 

4. No es fotógrafo aquel que sólo lo es en los momentos en los que hace una fotografía; debe serlo durante toda su existencia, cuando habla, pasea, trabaja, come, ama o reflexiona. Las imágenes están ante nosotros permanentemente. Verlas sin capturarlas es quizá tan importante como capturarlas. La fotografía es una manera de vivir. No se puede fotografiar sin amar. ¿Ser fotógrafo? Es amar.

 

¿LA FOTOGRAFÍA COMO SACERDOCIO?

Michel Dieuzaide (hijo)

 

No resulta fácil hablar de un fotógrafo de tal envergadura, mi padre, sabiendo que las relaciones fueron a menudo difíciles, y que, en cambio, la transmisión resultó esencial para mí.

Jean Dieuzaide nació en 1921 en Grenade-sur-Garonne. La muerte de su padre, cuando él, todavía, no es adolescente, lo dejará herido de por vida. Una grave enfermedad pulmonar y la declaración de guerra en 1939, van a frustrar su deseo de llegar a ser piloto de avión. Lo destinarán, en 1943, a los Campamentos de Juventud en Nyons. Como había adquirido al repecto algunos conocimientos junto a su padre,se le confía el servicio fotográfico del Campamento. En agosto de 1944, durante la liberación de Toulouse, es cuando realiza de verdad su primer reportaje. Tres semanas después de la liberación de París, el General de Gaulle visita las grandes ciudades. El 16 de septiembre está en Toulouse. Como en aquel momento no tiene ni tarjeta de prensa ni la menor fama, escondido en medio de la banda, durante los himnos nacionales, es como jean Dieuzaide consigue realizar, según su visión, una foto del General de Gaulle que se destaca en el fondo negro de la entrada del Ayuntamiento, para sacar un verdadero retrato. ¡ Una sola foto, pero acertada ! Por la noche, en casa de su madre, en el cuarto de aseo que le servía de laboratorio, realizó una serie de impresiones para mandar un ejemplar a cada prefectura de Francia. Será uno de los primeros retratos oficiales del General de Gaulle, por entonces poco conocido por los Franceses. Así fue como entró, casi por casualidad, en la profesión empezando como profesional independiente para la prensa. Usó el seudónimo de «Yan» Juanito en gascón, para no ofender a una familia reticente.

 

En 1949, la editorial Arthaud le encarga ilustrar el libro Gascuña de Joseph de Pesquidoux. La satisfacción de la editorial desembocará en varias publicaciones entre ellas, en 1951, la famosa La España del sur. Emprende este viaje con su joven esposa, Jacqueline Manuguet, con la que tendrá dos hijos y que será, durante toda la vida, la guardiana fiel de una obra en plena realización. En este contexto hará la fotografía convertida en mito : La gitana del Sacromonte. Sin duda me concibieron durante este viaje…Lo que podría explicar mi atracción por España que siempre me resultó una segunda patria. En 1953 se publica La España del Levante y su famoso retrato de : Dalí en el agua. Luego Portugal y este otro icono : La niña del conejo. En 1955 ponen otra vez juntos rumbo a Turquía para ilustrar un nuevo libro que confirmará definitivamente su fibra de fotógrafo humanista. Recuerdo que, para mi hermana Françoise y para mí, niños todavía, esta ausencia de seis meses vivida sea en casa de los abuelos sea en la de unas tías resultó bastante dolorosa.

Ese mismo año de 1955, un año antes que Robert Doisneau, es el primero en recibir el premio Niépce. Recibirá el premio Nadar en 1961 por los dos tomos de La Cataluña románica publicados en la colección Zodiaque. Hasta el año 2011 será el solo en poseer los dos premios, Niépce y Nadar. A los 10 años me impresionaron mucho las imágenes monumentales de la exposición El arte románico del sol en el museo des Augustins en Toulouse. Por primera vez se presentaban impresiones de formato tan grande, tensadas sobre madera. Acogerá a 40 000 visitantes y a más de 70 000 en el pabellón de Marsan en el Louvre donde André Malraux había deseado exhibirla. Un volumen imponente El arte románico en España que reúne lo esencial de este trabajo se publicará en la editorial Braun, en 1962. Así, con el pretexto de diferentes trabajos encargados por las editoriales es como se ha ido construyendo la obra de un hombre impaciente por transmitir todo lo que descubre.

 

A partir de entonces Jean Dieuzaide pasea su mirada exigente y capta tanto la vida de las ciudades como las labores del campo, las fiestas religiosas o populares, a los hombres y a las mujeres en su realidad cotidiana. Sin por ello descuidar paisajes y monumentos de las regiones que recorre a lo largo y a lo ancho. Pero pronto, el trabajo del artesano va a prevalecer sobre el del trotamundos. La fotografía industrial (ONIA, Sud-Aviation, Job, SNPA, Lacq…) y la fotografía publicitaria van a imponerse para asumir las cargas de los cinco empleados de su taller tolosano, instalado en la época en un gran piso del barrio de los Carmes. Sigo teniendo el recuerdo de los olores de productos que pasaban por debajo de la puerta que separaba el laboratorio de la habitación de los niños. Y los partidos de fútbol de mis jueves fueron sustituidos, a menudo, por un trabajo de asistencia por el que se me movilizaba tanto para transportar el material necesario como para recargar las máquinas. Y cuántas fiestas de cumpleaños en casa de amigos, fueron para mi hermana y para mí sustituídas por sesiones de pose en el estudio con motivo de encargos de fotografías publicitarias. En 1966 nos mudaremos al barrio de Rangueil y el taller estará en una casa adosada cuyos planos habían sido

elaborados completamente por él.

 

Recuerdo los primeros encuentros de Arles de los que, en 1971, había sido uno de los miembros fundadores y me sorprendía del entusiasmo que este padre, al que me oponía, despertaba tanto durante las proyecciones en el patio del Arzobispado, como entre sus alumnos. Siempre un poco al margen de su grupo, procuraba entender este caminar tan denso, tan rico que sin duda le confería este aura. Observaba la diversidad y la continuidad de su planteamiento, escuchando sus razones. Simplemente hice mi camino en esta estela, a la vez dentro y fuera. La realización de películas, en efecto, tiene para mí, a la par que con la fotografía, este conocimiento de la mirada y de la luz que me había transmitido mi padre.

 

A esta entrega total a favor del reconocimiento de la fotografía, se sumaba una acción de militancia que le condujo a pelear contra los fabricantes para la supervivencia del papel baritado con el fin de preservar una verdadera calidad de las impresiones. Siempre propenso a dar a conocer la obra de sus colegas en vez de la suya, creó, en 1974, en Toulouse, la galería el Château d’eau, donde se exhibirá a los maestros de la fotografía de todo el mundo. Su generosidad se ejercerá también durante los « Workshops » impartidos alrededor del mundo ante alumnos entusiastas.

 

En 1971 un grave accidente de tráfico lo inmovilizó durante más de seis meses y le dio la oportunidad de distanciarse. Decidió abandonar «Yan» y firmó en adelante sus imágenes : Jean Dieuzaide. Siempre proclive a explorar todos los rincones de la gramática fotográfica, durante su convalecencia fue cuando inventó la serie singular y lúdica de los Centrichimigrammes. Imágenes abstractas, únicas, conseguidas en centrifugadora, sin máquina fotográfica. De esta experiencia nacerán luego serigrafías, varios tapices (tejidos en Aubusson) e incluso esculturas para satisfacer su afán de creación. Al final de su vida le encantaba realizar en el estudio, con la « Jaula de la Luz » que él mismo había fabricado, magníficas imágenes de Bodegones. Su mirada casi mística se detenía entonces en objetos desgastados por el tiempo, a veces recogidos en la calle, descubiertos durante reportajes, o incluso una simple hoja de higo de su huerto. Luego con sumo cuidado realizaba y acababa las impresiones, usando a menudo el pincel para realizar curvas parciales, haciendo de estas pruebas, verdaderos ejemplares únicos. Le gustaba decir : « no soy yo quien saco una foto, es ella la que se entrega a mí".

La obra de Jean Dieuzaide sigue excepcional por su calidad y su diversidad. Su curiosidad, su audacia inagotable marcan la verdadera diferencia con los fotógrafos de su generación. De esta actitud casi filosófica, en la que imperó la voluntad de celebrar a la par la belleza de la naturaleza, la huellas que el hombre deja en ella y el juego infinito de la luz, han nacido las casi 500 000 imágenes de esta obra única. En 2016, Jacqueline Dieuzaide, que la fue archivando desde el principio y sus hijos hicieron la donación a Toulouse de la mayor parte de la colección fotográfica de este artista que nunca había querido dejar la ciudad rosa por la capital. Pero su cariño por su Gascuña natal perjudicó sin duda su notoriedad que hubiera sido otra si le hubiera hecho caso a su amigo Robert Doisneau que no paraba de repetirle : « ! Ven a París, serás el Rey ! »

 

Desde hace más de cuarenta años no termino de medir lo inmensa y lo profunda que es esta obra, lo generosa y audaz también. Varias veces me pregunté si, en el fondo, no se trataba de una larga carta al padre muy pronto desaparecido, al ausente, que le había revelado al niño la magia de la fotografía. Una carta que, el hombre, habrá querido escribirle confiando su vida al juego infinito de la luz en las sales de plata, conectando así con la etimología griega de la palabra : Photôs luz y Gràphô escribir. Razón por la que Jean Dieuzaide no toleraba el uso, desgraciadamente hoy demasiado habitual, de la sola palabra truncada, amputada ¡Foto ! Privado de su segunda parte, Grafía, el vocablo pierde el verdadero significado de lo que es finalmente este milagro : Escribir con la luz, ¡ Foto-Grafía !

 

En Francia, en España, o en otra parte, procuro colmar el déficit de fama del que la obra de Jean Dieuzaide sigue siendo objeto, y con la mirada llena de cariño, enseñar hasta qué punto, en su diversidad, la construyó con fe un hombre honrado, que era mi padre".

 

/SPOONFUL

 

 

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