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{CULTURA / FOTOGRAFíA}

'Riberia' y una forma de vivir

Carlos Traspaderne presenta en un libro su exploración fotográfica de la Ribera del Ebro

Riberia bien pudiera ser un país de fantasía. A nadie la parecería extraño que, al igual que en Narnia, los animales que la habitan pudieran hablar y la magia fuera algo común. En Riberia, como en Camelot o la Arcadia, parecen reinar la paz y la armonía y de igual manera que en el Edén o en Avalon sus tierras y sus árboles ofrecen jugosos frutos en cada cosecha. Riberia aparece impregnada del realismo mágico de Macondo –allí cualquier acontecer por extraño que sea puede ser cierto- y como la Atlántida cada cierto tiempo queda sumergida por las aguas. Pero Riberia existe, la ha explorado con su cámara el fotógrafo logroñes, Carlos Traspaderne, y ahora su trabajo ha quedado recogido en un libro y una exposición.


‘Riberia’ es un proyecto de fotografía documental galardonado con una beca de desarrollo artístico en la XXXI Muestra de Arte Joven de La Rioja. Traspaderne tenía el convencimiento de que los riberos –las gentes que habitan Riberia- tenían mucho en común, que las personas que viven en las tierras que nacen a uno y otro lado del río Ebro, fueran riojanas, navarras o aragonesas, compartían particularidades similares. Y es que, como explica, el fotógrafo en su libro “las comunidades humanas se forman a empellones. Quería –describe- reflejar cómo vive el ribero en su entorno, como es la relación amor odio con ese vergel que son las tierras que se nutren del Ebro, cómo esos hombres se adaptan, cómo se produce el choque con un territorio que les proporciona subsistencia y riqueza y como, entre comillas, lo tratan con dureza”.

 

Pero ¿dónde se encuentra Riberia? Apunta Carlos a ese espacio de tierra que comienza ya pasado Logroño en sentido este y que siguiendo el cauce del Ebro llega hasta bien entrado en Aragón. “Sus capitales podrían ser Calahorra y Tudela y sus límites al Norte y al Sur vienen marcados por el comienzo de La Montaña”. No pensemos en grandes cumbres, los riberos se refieren así a cualquier población situada sobre el más leve promontorio. Y es que Riberia es tierra llana, fértil, roja, a la que ha dado forma el empuje de las aguas del río, que con su riego constante la ha transformado de condenado desierto a vergel.
‘Riberia’ comenzó a fraguarse en 2012, cuando Carlos Traspaderne cogió su cámara y comenzó a recorrer y remontar la ribera del Ebro. Comenzó en las inmediaciones de Varea –el barrio logroñés situado al este de la capital riojana- y ha llegado, ya en 2016, hasta Aragón. A través de las imágenes del fotógrafo logroñés fácil constatar el parecido entre las dos orillas y el resultado de su labor en el campo. “Compruebas que hablan alto y con idéntico acento y que los lugareños te ofrecen generosos los mismos cardos, las mismas borrajas y pimientos que nacen de sus tierras”. Resalta Carlos que su trabajo documental le ha permitido observar como “el ribero somete la tierra igual que el Ebro arrastra la zahorra, lo hace sin contemplaciones. Toma y readapta materiales sin concesiones”. Y es que saben que llegará un día en que el río crecerá –porque cada cierto tiempo pasa- y se saldrá de sus límites anegando huertas, casetas y cabañas.  “Aprovechan los beneficios de vivir pegados al Ebro, no hay mejor vitamina paras sus tierras, pero construyen sencillo, aprovechando materiales porque tarde o temprano el río se los va a llevar”. Esas arquitecturas que recorren Riberia, Traspaderne las califica de “belleza de lo aprovechado”.


Mientras realizaba las fotografías, Carlos no ha mantenido contacto con los riberos, pero su percepción es que se trata de gente especial. “La gente que vive en Riberia desprende un sentimiento de ‘voy a hacer lo que me gusta’. Quieren sentirse cómodos y crear su rincón, que es su lugar de trabajo pero, al mismo tiempo, los domingos su paríso. Riberia es una forma de vivir”.


Las sesenta fotografías que componen ‘Riberia’ pueden contemplarse en la Sala de Exposiciones del Instituto de la Juventud de La Rioja hasta el 10 de diciembre. El proyecto de desarrollo artístico que ha concluido con la edición del libro ha tenido como tutora a Mónica Yoldi. “Riberia –resalta- va más allá de la fotografía documental, refleja espacios anónimos y sus efímeras construcciones; son paisajes silenciosos. Son cobijo y refugio. Es un peculiar archivo sobre la manera de habitar el paisaje”. ¿Tendrá continuidad la serie? “Es posible”, dispara el fotógrafo./Javi Muro

 

* 'Riberia', editorial Aloha!

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