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{CULTURA / FOTOGRAFíA}

'La fotografía es siempre realidad imaginada'

Jesús Rocandio Galardón de las Bellas Artes de La Rioja 2013

Jesús Rocandio es fotógrafo y también profesor e fotógrafía, hasta el punto de tener un tanto abandonada la parte creativa por su pasión formativa. Ahora, en 2012, se cumplen 30 años del nacimiento de su proyecto, lo que hoy es la Casa de la Imagen y Cámara Oscura (Logroño). En aquel 1982, la apertura en Logroño de una Escuela de Fotografía y de una Sala de Exposiciones -entonces en el pasaje de Los Leones- fue una auténtica revolución. "No había nada similar", recuerda. Hoy ya han pasado por sus aulas más de 4.000 alumnos. Jesús Rocandio llegó a la fotografía casi por predestinación, en su casa siempre había cristales y lentes, las herramientas de una familia de ópticos y optalmólogos y el empezó a jugar con las cámaras y la ampliadora ya a los 13 años y a exponer poco después... colgaba sus fotos en el escaparate de la tienda de sus padres; cuando después tuvo que decidir entre la Filosofía y la Fotografía, pues ya se sabe.../Javi Muro.


Spoonful.- Treinta años de la creación de Cámara Oscura y la Casa de la Imagen… ha pasado tiempo…

Ha pasado mucho tiempo y muchas cosas y muchas buenas; aunque ha habido de todo como en botica. Abrimos en la primavera del 82; yo venía de Madrid, era de una generación de fotógrafos que vienen de la universidad, que rompen. Hasta ese momento, el fotógrafo era como en todos los oficios, tu entrabas de aprendiz y poco a poco llegabas a fotógrafo. Llega un momento en que la fotografía comienza a ser vista desde otro punto de vista no sólo profesional, sino también desde la comunicación, como arte. Es ahí donde yo llego a la fotografía. Y cuando regreso a Logroño, lo primero que monté fue una escuela de fotografía, que no había ninguna, y una sala de exposiciones, con una idea de la fotografía meramente cultural. Incluso en aquel momento pensaba que traspasar la línea y entrar en la fotografía profesional era como la prostitución de la fotografía. Ahí empezó el asunto. Teníamos la galería en el pasaje de Los Leones y en el piso de arriba una oficina grande, que era donde dábamos las clases.


S.- ¿Y funcionó? ¿Cómo marcharon las cosas?

Fue una pequeña revolución en Logroño en aquel momento, ya que no sólo era mostrar fotografías, sino que ofrecíamos la posibilidad de descubrir trabajos a nivel europeo. Aunque lo cierto es que teníamos menos gente con las muestras internacionales, que cuando exponíamos a alguien de Logroño. Entonces la cultura fotográfica era muy escasa. Ese fue el inicio y la cuestión es que a día de hoy seguimos haciendo lo mismo… exposiciones de autores de reconocido prestigio internacional y seguimos con las clases... y lo cierto es que hemos incorporado otras cosas que pensaba yo que nunca iba a hacer como es la fotografía profesional o la  fotografía de publicidad, que es también lo que nos ha permitido tener acceso a materiales que de otra forma no hubiera sido posible, con lo cual los alumnos también se han visto beneficiados. Ahora, con la crisis, la publicidad se ha retraído muchísimo y está muy bajita de actividad.


S.- ¿Y también la fotografía histórica?

Si. Es algo que a mí me ha interesado mucho durante todo este tiempo. Al poquito de poner en marcha la galería, en el año 84, ya empecé una historia de la fotografía en La Rioja; se conocían cosas, pero nadie se había sentado a realizar un contexto histórico. Empezamos poquito a poco visitando a todos los fotógrafos antiguos que había en La Rioja, pueblo por pueblo, para hacernos una idea de todo lo que existía. Fruto de este trabajo fue la exposición que hicimos en la Sala Amós Salvador ‘Cien años de fotografía en La Rioja’, que recogía desde 1838 hasta la Guerra Civil. Es la primera recopilación histórica que yo he sentido que se estaba haciendo. A partir de ese momento, no hemos parado. Hemos ido recomponiendo y estudiando en monografías a autores por separado y sin parar de descubrir cosas nuevas e incorporando la fotografía popular, que es algo que nos interesaba muchísimo.  ¿Qué ha pasado a lo largo de la Historia con la fotografía en La Rioja? Bueno, pues ya hay sitios donde mirar. Ahora nos llaman para ir a congresos internacionales de conservación.


S.- ¿Lo más positivo de estos 30 años?

Bueno, pues todo el trabajo de conservación y recopilación histórica y, sobre todo, los alumnos, que al final han sido cuatro mil; cuatro mi tíos, cuatro mil personas que han pasado por las aulas, así que nosotros también hemos colaborado en subir el nivel cultural de la fotografía en la comunidad. Muchos de los alumnos están exponiendo, han editado libros, trabajan en la prensa…
S.- La iniciativa de poner en marcha Cámara Oscura y la Casa de la Imagen fue tuya, pero hablas siempre en plural…

Si, la iniciativa ha sido mía desde que empecé, pero alrededor siempre ha habido un equipo. Inicié esta historia con un socio y luego el equipo ha ido variando. Fíjate si hablo en plural que yo la empresa la cree como cooperativa porque queríamos hacer un centro de imagen muy grande –incluso más que el actual- y estuvimos a puntito de conseguirlo. Iba a estar en la calle Ruavieja; unos cines, cuando aún no había llegado Golen a Logroño, cafetería y todo girando alrededor de la fotografía. El Ayuntamiento que era el propietario en aquel momento nos vendió el edificio por una peseta, un precio simbólico, para que lo pusiéramos en marcha. Pero al final, éramos diez o doce socios y hubo algún desacuerdo sobre aportaciones, así que tuvimos que replegar. Pero siempre ha sido un equipo, gente que ha estado y luego se ha marchado, pero siempre en equipo. Ahora estamos trabajando cuatro personas en la Casa de la Imagen. Esto sería imposible de entender si no fuera un equipo. Por eso hablo siempre en plural.


S.- ¿Cómo ha sido la evolución tanto personal como técnica, porque la fotografía no para de evolucionar?

La fotografía siempre está sujeta a los cambios. El cambio que hemos tenido con el paso de lo analógico al color ha sido más grande que el que se produjo entre el blanco y negro y el color. Muchos fotógrafos cuando hubo el cambio del blanco y negro al color se vieron desarbolados, se quedaron fuera de juego. Ahora ha vuelto a pasar lo mismo; ha habido una generación de fotógrafos que no han sabido asimilar el cambio a digital, se han quedado atrás. Yo siempre he sido de los que opina que los cambios tecnológicos sólo sirven para sumar y como esta es una disciplina muy tecnológica hay que adaptarse. Claro, los que hemos tenido que estudiar física, química, matemáticas para estudiar fotografía de repente tenemos que incorporar una disciplina más que a muchos nos caía un tanto lejana y distante. La fotografía tiene el defecto de que suele ser muy aniquiladora con los procesos anteriores. En pintura, por ejemplo, a nadie se le ocurre aniquilar el óleo porque alguien pinte en acuarelas; van sumando todos los procesos. En fotografía surge una técnica nueva y mata a la anterior y eso es porque depende de la industria. Nosotros aquí hacemos de todo, desde la última fotografía digital a daguerrotipos. Todo suma; nos adaptamos a la evolución como cualquier otra empresa.


S.- ¿Cómo llegas a la fotografía? ¿En qué momento te das cuenta qué es lo que te interesa?

Pues mira, me había interesado desde muy joven. Mi familia, de una manera u otra, siempre ha estado ligada al ojo. De hecho mi padre era óptico, tengo dos hermanos que se dedican también a la óptica y un hermano optalmólogo. Yo me he criado entre cristales y lentes. Mis hermanos también eran aficionados a la fotografía y en casa había una ampliadora. Si que recuerdo que ya con trece años o así hacía fotos y las revelaba, discutía con mi madre porque lo ensuciaba todo. Recuerdo que en la óptica de mis padres me dejaban poner mis fotos en el escaparate. Entonces yo tendría catorce años y comenzó como una afición. En aquellos años era muy difícil encontrar libros; nos hacíamos con las revistas de arte fotográfico que había en España. No había internet. Después cuando uno se plantea el camino vital pues empecé con la Filosofía Pura, pero me di cuenta de que a mí lo que me gustaba era hacer cosas y ya me veía dando clases de filosofía en un instituto; que más de una vez he dicho porque no lo haría. Cambié los libros por la fotografía. Me fui a Madrid estudié Fotografía y estuve en Francia en unos cursos de la Escuela Nacional de Fotografía. Todo eso me hizo entrar en contacto con gente en Madrid –finales de los setenta, ‘la movida’- y la posibilidad de colaborar en revistas, así me subí al carro.

 

S.- Toda una experiencia…

Si, para mi además la experiencia internacional es esencial; entonces había que salir de España para ver que se cocía. Recuerdo los primeros viajes a Francia, a la Escuela Nacional de Fotografía y al festival de Arles, cuatro personas en un Seat 850, en verano, nos costaba llegar todo un día, y teníamos que ir abriendo la calefacción del coche porque se recalentaba. Era una epopeya llegar hasta allí. Era amor y pasión por lo que querías hacer; no había otra forma de aprender. Esa visión internacional es algo que a mí siempre me ha perseguido. No hay algo que me guste menos que ver las cosas como locales; yo vivo de la fotografía local porque creo que tiene sentido en un mundo mucho más abierto. Y la fotografía es además, un lenguaje que no necesita traducciones.
S.- Siempre has llevado en paralelo el lado creativo y el lado formativo, ¿Disfrutas más con uno que con el otro?

Bueno la verdad es que… disfruto con los dos. El tema de la formación siempre me ha atraído mucho y me atrae en dos niveles. Por un lado, enseñar fotografía y comprobar cómo la gente aprende y luego hace cosas y luego y también me gusta mucho investigar en los procesos educativos, cómo enseñar fotografía; es algo que siempre me ha fascinado y de hecho es algo que vamos variando. Te vas dando cuenta de qué funciona y qué no funciona. A veces viene a enseñar alguna materia relacionada con la técnica gente que suele ser muy tecnológica y les tenemos que decir ¡Quietos! Aquí no venís a demostrar lo que sabéis –tenemos claro que son muy buenos-, sino a enseñar a la gente lo que necesita aprender. Es algo que me ha causado bastantes dolores de cabeza… ¿Estoy enseñándoles bien? La didáctica siempre ha sido algo que me ha preocupado. Me gusta muchísimo la educación y me lo paso fenomenal.


S.- ¿Y el lado creativo?

… pues después está mi trabajo, mi labor, que desgraciadamente la tengo muy descuidada porque claro dar clases te lleva tanto tiempo que al final tu trabajo personal se ve diluido entre todas esas cosas. Y luego hay otra cosa que hago y que me parece muy creativa –esa sí que la desarrollo- que es el comisariado de exposiciones. Me parece que hacer una exposición es un acto creativo. Un autor, meterte en su obra, seleccionar; escribir los textos, editar libros, coordinar, labor de investigador, para que al final se abra la puerta de la exposición… ya en sí me parece una labor creativa. Lo más descuidado es mi propia labor como fotógrafo; fotos si voy haciendo, pero lo que no tengo tiempo es para ir juntándolas, ir haciendo colecciones, trabajar sobre ellas. Digamos que la fábrica sigue funcionando, pero lo que no hay es la edición del libro.


S.- Un inciso en la fotografía… ¿el tema de la gastronomía también lo has tocado? Incluso la Casa de la Imagen tiene su Cocina.

Si, también lo he tocado. Hace unos años pasé una temporada en Nueva York en casa de una amiga fotógrafa y cuando me enseñó los estudios de los grandes fotógrafos yo vi que todos tenían cocina. Al final te das cuenta de que esta gente va a trabajar por la mañana y son las tantas de la noche y sigue ahí, y para no perder el tiempo toda la gente del estudio come allí; es el momento en que el estudio se relaja un poco. Así que cuando empecé con la rehabilitación del edificio de la Casa de la Imagen dije, yo también voy a tener cocina. Al final sucede lo mismo que en la cocina de cualquier casa, que es el punto de reunión, donde uno se echa un cigarro, donde suceden esos momentos de distensión. Hacemos un curso de fin de semana, pues comemos todos en la cocina… tiene ese motor.  Yo soy muy aficionado a la gastronomía y de hecho tuve un restaurante mejicano. A mí me relaja mucho cocinar y tengo unos cuantos amigos fotógrafos que son muy buenos cocineros y nos juntamos aquí, en la Casa de la Imagen, a disfrutar de la comida. Además, la cocina tiene su parte de magia, igual que la fotografía que tiene también mucho de magia.


S.- Tampoco la pregunta estaba tan alejada de la fotografía… ¿La fotografía es realidad o es la realidad imaginada por el fotógrafo?

Es la realidad imaginada siempre. La fotografía no tiene nada que ver con la realidad. Quiero decir, nadie ve desenfocado, pero sin embargo cuando alguien ve un retrato de una persona y la parte de atrás está desenfocada nadie duda de que eso es real porque tenemos una abstracción muy grande, pero nadie duda de que eso es un engaño a todas luces. El mayor engaño es una fotografía en blanco y negro porque nadie ve en blanco y negro y tampoco dudamos de que sea real. La fotografía es una ilusión o una imagen de la ilusión que tiene el fotógrafo de cómo ve el las cosas. Hay un fotógrafo americano que dice “fotografío el mundo para ver qué aspecto tienen mis fotografías”; es decir, esa mirada que yo tengo quiero verla de alguna manera. Sí se trabaja en códigos de realidad, sí que cuando se ve la foto de un tipo que le han pegado un tiro y está muerto, está muerto realmente; pero ¿es cierto que la foto del miliciano muerto en Cerro Muriano de Robert Capa estaba en acción o estaba preparada, estaba muerto o estaba vivo?. Lo que es cierto es que representa la muerte y es verdad que representa la guerra.
S.- Hay quién dice que con la fotografía digital y aplicaciones como instagram el fotógrafo desaparece…

No creo que el fotógrafo desaparezca, lo que creo es que se multiplica la cantidad de fotógrafos exponencialmente. La facilidad para hacer fotografías yo no creo que sea la mina para la propia fotografía en sí misma. Seguramente, lo que pasa es que se está robando reflexión a la fotografía, pero también creo que para ese estilo de foto que proporciona, por ejemplo, la telefonía móvil, que son fotografías que están hechas todas en automático, en las que no se controla la profundidad de campo, ni el diafragma, ni otros parámetros, pues bueno… la máquina tiene más importancia que el hombre. Pero también creo que son cosas que se acaban pronto; todo lo que está relacionado con la pura tecnología está abocado a desaparecer. Lo oe, si eres consciente de la tecnología y la pones a tu servicio… siempre depende de quién lo use. Con la mayoría de las aplicaciones lo único que haces es meter una imagen en un molde que ha hecho otro… ahí si se ha perdido algo.


S.- ¿No crees que hay más personas que toma imágenes, pero que los fotógrafos siguen siendo los mismos?

Si, sin ninguna duda. Se multiplica exponencialmente el número de fotografías, pero la consciencia sobre las fotografías sigue siendo la misma. Si uno piensa que por el hecho de hacer una fotografía es fotógrafo, está muy equivocado. El ser fotógrafo es tener un control emocional sobre lo que tú quieres enseñar y eso traducirlo en una fotografía.  Si el que junto dos letras piensa que es un poeta… pues está muy equivocado. En esto pasa lo mismo, lo que sucede es que hacer una foto es fácil.


S.- Volviendo a la realidad, sobre todo a la de 2012, ¿Cómo ves la sociedad que te toca retratar?

El otro día se nos encajó este tema en una clase, retratar la sociedad y cómo nos íbamos a repartir el trabajo. La sociedad cambia. Había un fotógrafo alemán, August Sander, que diseccionó la sociedad alemana por oficios, el albañil, el ingeniero…, cada foto es muy buena, pero cuando ves el conjunto tienes una tesis doctoral sobre cómo es la sociedad alemana justo antes de la Segunda Guerra Mundial. Tan es así, que a Hitler no le hizo ninguna gracia y la tuvo escondida porque no era la idea, ni el ideal que él quería transmitir; se veía que era gente normal y corriente como en todos los países del mundo. Antes, la gente no estaba acostumbrada a la fotografía y le gustaba posar, ahora es todo lo contrario. Entonces, ahora lo que hay que hacer es casi no estar. El fotógrafo tiene que dejar la cámara con los aspectos técnicos más o menos puestos y que el público vaya pasando por delante, pero como desubicados de su situio. Me explico, Sander sacaba al albañil en el sitio que estaba trabajando, Ahora para conocer la sociedad, lo primero los sacaría de contexto a todos, con un fondo único, blanco por ejemplo, y que todos posaran en un cierta condición técnica. Así ese fondo lo puedo llevar, por ejemplo, a la Cocina Económica, a la Federación de Empresarios, el fondo les va a igualar a todos, los rostros son los que van a cambiar. Esa es la forma de hacer el retrato de la sociedad en la que vivo, pero necesitaría muchas personas.

S.- ¿La fotografía es cultura o es historia?

La fotografía es cultura, sin paliativos. La fotografía cumple tres aspectos. ¿La fotografía es historia? Si tenemos en cuenta que cualquier historia tiene una visión muy personal y que depende de quién lo cuenta, sea un escrito o pintura, pues sí es cierto que la fotografía es más concisa. Por ejemplo, los etnógrafos  no pueden poner iluminación en las fotografías, la óptica tiene que tener la misma perspectiva que la del ojo – no se pueden poner angulares, ni teleobjetivos- y si te adaptas a todo eso lo que estás haciendo es un documento muy riguroso; vas quitando opinión. Esa literalidad es la que le da valor histórico a esos documentos fotográficos. Para mí, la fotografía popular es la que conforma la fotografía histórica; es decir, cuando alguien no tiene consciencia de lo que está haciendo. Una foto de la cena de Navidad que la madre hace a sus hijos, esa es un foto histórica; porque si voy yo, empiezo a quitar las cosas de la mesa, compongo a la familia, pero esa foto ya tiene opinión o por lo menos más opinión que la que hace la madre. La fotografía tiene, por lo tanto, un parte histórica y otra artística y juntas forman la cultura de la fotografía. La fotografía es una parte de la cultura indispensable desde 1839.  Es cierto que ahora con el instagram y la fotografía digital y todas estas aplicaciones nuevas, se le ha perdido el respeto a la fotografía, pero el fotógrafo tiene una mirada especial.


S.- Y ¿cómo ves el mundo de la cultura? ¿Qué te gusta y que echas en falta?

Ahora la cultura se encuentra en una de las mejores situaciones que podíamos imaginar porque tenemos un acceso increíble, para mi internet, las web, ha sido algo soberbio para la cultura. Ejemplo, hay una persona en esta país que es el que más sabe de cultura fotográfica, Eduardo Momeñe. Es un fotógrafo extraordinario, pero se dedica sobre todo a hacer reflexiones sobre la fotografía. Ha escrito un libro, ‘Libro para jóvenes aprendices de la fotografía’, en el que reflexiona sobre autores, cómo comienza la fotografía y otros temas relacionados… pero como él es consciente de que la gente está a dos velas y que a los chavales que les interesa no se pueden permitir comprar un libro de fotografía que vale 200 euros, que es lo que cuesta una edición con todas las imágenes que cita, ha hecho un libro que vale 9 euros, que es sólo texto pero que te señala los enlaces dónde ver las fotografías y te dice, este libro léelo conectado a internet. Creo que la cultura tiene esos valores ahora. Antes cuando queríamos ver una fotografía de un autor que nos interesaba conocer nos volvíamos majaras y además, cuando veías una querías ver doscientas y no podías. Pero al mismo tiempo veo que esa posibilidad de acceso es tan desbordante que al final es una trampa. Hace poco estuve en una ponencia que se titulaba ‘La red una mina de oro o un campo de minas’. Si no te sabes mover, si no tienes una cultura, vas a meter la pata por todas las esquinas. A nuestra profesión lo que le ha faltado siempre es cultura de base, para ser fotógrafo hay que saber mucho de historia y si no estás perdido; hay que saber mucho de arte y estar muy pegado a la actualidad y la cabeza muy abierta. Esa es la parte que no hace la red, no te soluciona esa cultura de base.


S.- Y de la cultura en general…

¿De la cultura en general? Pues como está en manos de grandes grupos de medios de comunicación me parece que está muy adocenada. Es una cultura de la que sólo vemos lo que interesa que veamos. Es clarísimo en el cine, que me parece un exponente de cultura que conjuga muchas artes, no vemos lo que se está haciendo, porque la mayoría no está dentro de los círculos donde te dejan verlo. Es que sólo se puede ver a través de la red y sino la mayoría de esas películas buenísimas no se ven. Así que sólo podemos ver lo que le interesa a quien le interesa y sólo podemos ver esa porquería de películas. Y eso pasa absolutamente con todo. Las cosas interesantes de verdad no tienen a los medios de comunicación a su lado para que eso se conozca. Hay una cultura muy interesante que no se conoce. Hay una cultura unitaria, la de la dirección de los que mandan, de los grupos informativos gigantescos. Y a esos grupos no les interesa un artista que pone en tela de juicio lo que están haciendo ellos y encima piensan que no es bueno para el público, lo que es una opinión horrible. Pero existe una cosa llamada internet en la que buscando se encuentra.
 

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