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{CULTURA / CINE}

El intimismo se diluye en familia

Dev Patel y Nicole Kidman se sumergen en la crisis existencial de 'Lion'

Casi 1.267 millones de habitantes, a una media de 426 personas por km². Son estadísticas abrumadoras que atañen a la demografía de la India, desde donde el cine también surge a borbotones gracias a la inmensa labor de Bollywood como centro de operaciones y de inspiración artística. Cualquier sueño, cualquier estrategia, cualquier idea o cualquier trayecto pasarían desapercibidos a escala individual, por lo que no apelar a la colectividad es un riesgo para el devenir de la película 'Lion'.


Pero un riesgo calculado, a sabiendas de que una historia potente siempre crea su propio escenario sin esperar a que aparezca el contexto. Porque 'Lion' es un filme intimista en el que su director, el australiano Garth Davis, ha elegido un montaje de primeros planos y planos medios cortos, esquivando los planos americanos y los de conjunto. Aun así, es fundamental el contraste logrado con algún plano general para que los personajes muestren argumentos endógenos frente a cada estímulo externo.


Tal cinematografía le ha valido a Greig Fraser una nominación al Óscar, de entre las seis que en total acumula esta cinta de Davis. Precisamente las raíces aussies del director determinan la variación de esta peli, ya que el protagonista pasará por las antípodas en su itinerario vital. El pequeño Saroo es un granuja de unos cinco años que se pierde en un tren y en el cual recorrerá 1.600 kilómetros por la India, lejos de su casa y de sus familiares. Saroo tendrá que aprender a vivir solo en la ardua ciudad de Calcuta, antes de que una pareja australiana lo adopte.


Casi 25 años más tarde, y contando tan solo con sus recuerdos, una determinación inquebrantable y las posibilidades que le proporciona la herramienta on-line Google Earth, comenzará a buscar a su familia natal a fin de reencontrarse con ella. Basada en una emocionante aunque tosca historia real, 'Lion' está protagonizada por Dev Patel junto a Nicole Kidman, ganadora del Óscar a mejor actriz principal por 'Las horas' (en 2003) y ahora candidata a otra estatuilla como mejor intérprete secundaria.

 

El propio Dev Patel optará al Óscar como mejor actor secundario por esta trama, haciendo bueno el talento de un reparto que completan Rooney Mara y David Wenham, en compañía de Nawazuddin Siddiqui, Priyanka Bose, Tannishtha Chatterjee, Deepti Naval y el jovencísimo Sunny Pawar, este último muy destacado. En la primera mitad del filme, Pawar encarna al personaje de Saroo con frialdad en pos de un error de orientación que le cambiará la vida para siempre.

El día a día de Saroo transcurría entre la miseria impuesta de nacimiento y la premura invocada por su hermano, Guddu, bajo la distraída mirada de su madre, Kamla. Una familia pobre pero bien avenida que admite su condición por ignorancia más que por inercia, en un retrato quizá artificial sobre un país a cuya población se la empuja hacia la supervivencia a ritmos de locomotora. El tren de la vida es para ellos una cuestión incuestionable, un debate indebatible; o subes o te quedas en tierra.


Bucear en la clandestinidad con una sonrisa

Evidente maniqueísmo de cara a una peli que ya de por sí plantea dos perspectivas, la del imberbe indio sin aparente futuro y la del adulto aussie sin aparente pasado. Dos rutas que se cruzarían en el momento más inoportuno y que el mismísimo Saroo Brierley describió en primera persona gracias a su libro 'Un largo camino a casa'. Mientras el niño buceaba en la clandestinidad con una sonrisa honesta, el hombre se hundía lentamente en la duda por no saber su auténtico origen.


Cuatro nominaciones a los Globos de Oro y las seis mencionadas a los Óscar, en ambos casos optando a mejor película, avalan esta adaptación cinematográfica de un relato crudo y que mejora notablemente en su segunda mitad. La inmersión de Patel en su lucha existencial mantiene en vilo sendas reacciones de los padres adoptivos, John y Sue Brierley (Wenham y Kidman), así como de la novia de turno, Lucy (Rooney Mara).

 

Y es que el rol interpretado por Mara es casi irrelevante, debido a que es la madre ideada por Kidman quien asume el peso desequilibrante en el guion. Ahí los conflictos ya son más cercanos al espectador de a pie, Saroo se convierte en alguien de carne y hueso capaz de reflejar la culpa que atormenta a sus seres queridos. La felicidad está al alcance de sus manos pero la obsesión por su pasado trastoca una personalidad que ya venía bastante frágil de serie.
Cuando la historia permanecía en la India, el exotismo de las localizaciones vaticinaba un marco sensible que esbozaría sin ensañarse esa pobreza extrema. Sin embargo, el salto en el tiempo propicia muchos abrazos y lloros, y además que la vitalidad narrativa sea reemplazada por la emoción casi injustificada. Todo ello acorde a unos sugerentes discursos sobre el entorno familiar o las bondades de la adopción, que entran con calzador para resonar al máximo entre el público.


El gran impacto visual apenas coincide con el intento de lacrimogenización -si existe tal término- que Garth Davis exhibe a los espectadores. Este cineasta australiano, que debuta con 'Lion' en tareas de largometraje, queda a buen recaudo con las actuaciones de una Nicole Kidman espléndida y un Dev Patel conmovedor. Las escenas más íntimas entre madre e hijo sostienen una peli de bella factura y con moraleja difícil de esconder. Se dispone un viaje reflexivo de miles de kilómetros hasta descubrir cuál es el faro que guía al corazón./Daniel Cabornero.

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