2923

{CULTURA / CINE}

El dolor retuerce todo tipo de fe

'La cabaña' es la enésima interpretación del legado bíblico

¿Dónde está tu Dios ahora? Es la pregunta que todo creyente se hace alguna vez frente al espejo del monoteísmo. Por regla general, se plantea en el lecho de muerte; pero no pocas veces surgen obstáculos en medio de la rutina y ponen a prueba la fortaleza espiritual antes de tiempo. En la película 'La cabaña', protagonizada por Sam Worthington, el obstáculo es la piedra más grande, oscura, inoportuna y pesada que cualquier persona pueda imaginar. Y toca lidiar con ella.

 

Después de sufrir una tragedia familiar, Mack Phillips (Worthington) cae en una profunda depresión que le lleva a cuestionar sus creencias. Sumido en una crisis de fe, esquivando a sus amigos y descuidando a su esposa e hijos, recibe una extraña carta donde un misterioso personaje le cita en una cabaña abandonada en lo más profundo de los bosques de Oregón. A pesar de sus dudas, Mack acepta la invitación con el objetivo de romper la monotonía entre la nieve.

 

Un encuentro inesperado propiciará que Mack afronte importantes cuestiones, que no solo transformarán su comprensión de la tragedia, sino que cambiarán de golpe su patrón emocional. Basada en la exitosa novela The Shack (2007), escrita por William Paul Young, esta adaptación cinematográfica completa su reparto con Octavia Spencer, Radha Mitchell y el cantante Tim McGraw; todos a la orden de Stuart Hazeldine, que aquí dirige su segundo largometraje tras destacar con 'Exam' en 2009.

 

Ese primer film del director inglés, nominado al mejor debut en los Bafta, ya marca el dilema ético como evidente eje de su historia. Pero mientras que en 'Exam' hay varios personajes enfrentándose al mismo tiempo a una gran vicisitud, en 'La cabaña' tan solo está Mack para decidir. Así que no hay forma de contrastar opiniones ni de pedir ayuda para distinguir entre sueño y realidad. Ni siquiera la vecina Octavia Spencer puede dar la réplica ante el enfoque del rol principal.

 

Worthington se ve envuelto en una película sensiblera, rara mezcla de 'Más allá de los sueños' (1998) y 'Prisioneros' (2013); sin embargo, carece del impacto fotográfico de la primera y de la profundidad narrativa de la segunda. A ambos títulos, con sendas virtudes, les favorece tener a Robin Williams y a Hugh Jackman como protagonistas, pues son intérpretes extraordinarios que en dichas pelis lucen versatilidad dramática en cada giro de sus respectivos papeles.

Su homólogo en 'La cabaña' tiene menos repertorio actoral, o así lo transmite su repetitivo trabajo en cintas como 'Avatar' (2009), 'Furia de titanes' (2010), 'La deuda' (2010), 'Al borde del abismo' (2012), 'Ira de titanes' (2012), 'Everest' (2015) o 'Hasta el último hombre' (2016). Retahíla de films de acción y suspense, que no encajan fácilmente en el blockbuster de turno pero que tampoco ofrecen demasiado margen, más allá de enseñar músculos o un cutis bien cuidado.

 

De Nan Phillips, interpretada por Radha Mitchell, se espera bastante más intromisión ya que la desgracia también le salpica. Para más inri Josh Phillips, el hijo de Mack y Nan, es una simple comparsa y nadie recordará el nombre del actor que lo encarna (Gage Munroe). Apenas es la otra hija, Kate Phillips (Megan Charpentier), quien sí demuestra evolución en su personaje. Los vaivenes del omnipresente padre de familia, con Dios o sin Dios de por medio, son la única baza de Hazeldine.

 

Un milagro superventas

El cineasta inglés se puso al frente del proyecto en otoño de 2014, aceptando el encargo de Lionsgate. La premisa era aprovechar el tirón de The Shack igual que se había hecho con otros superventas literarios, como por ejemplo La vida de Pi (de Yann Martel) o The Blind Side y Moneyball (ambos de Michael Lewis). El denominador común de estos ‘best sellers’ es la pelea con uno mismo a raíz de un dilema moral, habiendo rebasado el límite de la autocompasión hasta deprimirse en un contexto que no aparenta eso.

 

Finalmente, Lionsgate se ha encargado de la distribución y no de la producción ejecutiva; aunque igualmente se ha lucrado gracias a la novela de corte espiritual forjada por William Paul Young mientras explicaba a sus seis hijos cómo lidiar con la tragedia, en medio de una rutina con tres empleos para evitar la bancarrota. De ahí salieron más de 18 millones de copias vendidas en todo el mundo, traducida a 39 idiomas y un lugar durante 180 semanas seguidas en la lista de superventas que elabora el diario The New York Times.

La revista Forbes denominó al autor canadiense como "milagro editorial", debido a la fortuna amasada desde que empezó a escribir este libro en 2005 y su rápida notoriedad entre muchos lectores solo dos años después. La percepción de la Santísima Trinidad caló hondo en un público objetivo muy amplio, que no era específicamente un público cristiano sino más bien un inmenso grupo de fans de novelas de misterio que, no obstante, descubrieron una introducción teológica.

 

Se toparon con una disquisición de la fe, obviando su perspectiva doctrinal para de inmediato especular con matices sobre la soberanía de Dios y su reflejo en la responsabilidad humana. Mack Phillips es un hombre atormentado como probablemente lo fue William Paul Young en la vida real, y también como probablemente se sintieron identificados todos los lectores de The Shack. Fue la enésima interpretación del sacrificio religioso, de un legado bíblico llevado ahora a la gran pantalla./Daniel Cabornero

Suscripción a la Newsletter Enviar