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{ENTREVISTAS}

Un pasado desolador, un presente mísero, un futuro desconocido, 'El auto de los inocentes' y la ilusión

El teatro Bretón de Logroño acoge la versión de 'El auto de los reyes magos' de Plaza y Villora

La superficie de algunos campos de refugiados es superior a la de algunas de las ciudades en las que se representa ‘Auto de los Inocentes’, la obra de teatro dirigida por José Carlos Plaza e interpretada por los actores de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Con toda certeza, algunos campamentos de acogida de personas que huyen de la guerra, la violencia o la pobreza, ocupan un territorio similar a Logroño, donde el sábado, día 13 de abril, se pone en escena el montaje teatral, estrenado originalmente como ‘El auto de los Reyes Magos’ y que la historia de la dramaturgia segura que, probablemente, se trate de la primera obra de teatro escrita en lengua castellana, en el siglo XII.

 

Ingenuo y rebosante de una delicadeza extraordinaria, el texto de ‘El auto de los Inocentes’ habla sobre el poder, la magia y de las interpretaciones que el hombre realiza de las anomalías de la naturaleza. La versión de texto clásico firmada por Plaza y Pedro Villora se centra en la ilusión. “La obra mantiene que sea cuales sean las circunstancias existe la esperanza de alcanzar algo de respeto, aliento, de calor humano”. Desde esa visión José Carlos Plaza ha situado la escena en la que se desarrolla el auto en la actualidad, en un campo de refugiados, “el más vergonzante de los escenarios posibles en pleno siglo XXI”. 

 

Plaza respeta el tono, la atmósfera del texto original, en el que lo esencial no era sólo el argumento sino la forma de narrar. Con ‘El auto de los reyes magos’ nace -dicen- una nueva forma de literatura dramática. Es el lenguaje en desarrollo y lo importante, lo que cuenta es asistir al relato. Recuerda Villora que “’Auto de los inocentes’ no es una obra original, aunque tres cuartas partes del texto sean de nueva creación. Tampoco es exactamente una adaptación, pese a que incluya el Auto de los Reyes Magos, tres piezas del Romancero viejo y sendos fragmentos del Auto de La vida es sueño, de Calderón y del Auto del Hospital de los locos, de Valdivielso. Es un encuentro de dos tiempos por medio del teatro: el presente trágico de los refugiados -exiliados, desclasados, marginados, víctimas de una violencia que no se sacia-, y el carácter ejemplar, aleccionador, a veces sanador y tal vez ilusionante, de las creaciones artísticas”.

 

S.- ¿Cómo surge la idea de fusionar actualidad el tiempo del teatro clásico y el de la actualidad?

“La obra nació -explica Villora en el dossier de la obra- del deseo del productor, Celestino Aranda, de trabajar sobre la visión de La Adoración en el teatro. Eso permitía acudir al Auto de los Reyes Magos, inicio del teatro español. Lo curioso es que tanto José Carlos Plaza como yo, aunque por separado, comentamos a Aranda la necesidad de situar este breve y singular poema dramático en un contexto social próximo. Dado que las mujeres de un pueblo extremeño, Peñalsordo, hicieron un auto para agradecer a Dios que sus hijos hubiesen regresado vivos del frente tras la Guerra Civil, se me ocurrió llevar los Reyes Magos a la posguerra”.

 

S.- … y de ese primer planteamiento a situar la escena en pleno siglo XXI…

“Plaza, más audaz, planteó los actuales campos de refugiados. Aceptada esta premisa, había que construir toda una historia y unos personajes que justificasen dramatúrgicamente la inserción del Auto de los Reyes Magos. Fueron surgiendo algunos seres que rodean al relato evangélico: los ángeles y arcángeles que advierten, vigilan y protegen, y los Santos Inocentes que sufrirán las consecuencias del Mal. Estos últimos eran obvios: las víctimas, en especial los jóvenes; aquellos a quienes los ‘herodes’ contemporáneos impiden el desarrollo de sus potencialidades, su crecimiento físico y espiritual. Y los ángeles eran quienes se ocupaban de ellos: los voluntarios, los miembros de ONG’s, los que entregaban su tiempo al cuidado de estos desconocidos”.

 

 Apunta Villora que el campo de refugiados de la obra no se parece a ningún existente, de la misma manera que “la obra no es teatro documento sino un cuento que incluye otros cuentos en su interior. Es un lugar donde hay educadores que utilizan romances y autos para acercar a las víctimas a la cultura de España, el país que los acoge, y que durante tanto tiempo fue habitado por judíos, musulmanes y cristianos que concibieron leyendas conjuntas. Y también los usan para hablarles de los Vicios y las Virtudes, del sentido de la Culpa, de las miserias del Género Humano, de las flaquezas del Alma, de la Locura individual y colectiva, de la lucha por el Poder, de las fuerzas y elementos que se dividen el Mundo, del Albedrío y las opciones de elegir, del Hombre y del Destino...”.

Así, dejando que la historia creciera, fueron apareciendo el educador, una doctora, dos ayudantes, incluso un político... “todos ellos responsables del funcionamiento del campo y cada uno con su historia personal de dolor y superación. Y con ellos los refugiados: el muchacho rico y educado en los mejores internados que de repente se ha quedado sin familia, país ni medios; la joven mil veces violada en su travesía por el horror; los hermanos más o menos traumatizados por la muerte de la madre en su huida, y cuyo padre es testigo de la regresión de unos países que hace no tanto conocieron más derechos y libertades... Y, con ellos, los que saltan las vallas, los que caen en la barbarie, los que han perdido la esperanza, los que aún conservan ilusiones, los que encuentran una estrella que los guía...”.

 

El cuento fue creciendo mientras al campo llegaban cada vez más dolor y más espanto. “Nuestros Ángeles tenían que vérselas con demonios poderosos del círculo de Herodes y Luzbel. Los Magos recurrían a la Ciencia, al Saber y a la Experiencia; y el Teatro, la Literatura y la Poesía se afanaban por restañar la Inocencia profanada. De la mano de Calderón, de Valdivielso y de los otros autores cuyos nombres ignoramos, José Carlos Plaza y yo hemos concebido este Auto de los inocentes que se abre con dos citas que vale la pena consignar aquí. La primera es del Evangelio de San Mateo: “Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo»”. La segunda, proveniente del Preámbulo de la Constitución Europea, hace referencia a aquello que nos identifica y nos impulsa; es decir, a “la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa, a partir de la cual se han desarrollado los valores universales de los derechos inviolables e inalienables de la persona humana, la democracia, la igualdad, la libertad y el Estado de Derecho...”. Estos principios han sido nuestra guía, nuestra estrella, aunque no necesariamente de Navidad”. Un pasado desolador, un presente mísero y un futuro oscuro y desconocido…  Ilusión en ‘El auto de los Inocentes’./Javi Muro



Autor: Javier Muro

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