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{ENTREVISTAS}

El mundo de la música coincide, el factor social prima en la asistencia a los festivales

Músicos, promotores, perdiodistas y blogueros reflexionan sobre 'festivales, música o actos social'

  El verano es tiempo de sol, playa y festivales de música. Casi cada rincón de la península ha reunido a una multitud frente a un escenario para escuchar música en directo, ¿pero ha sido ésta realmente la motivación de quienes ha asistido a los festivales? ¿Es la música la motivación principal de las personas que se desplazan a otras localidades para asistir a un festival o un concierto? ¿Ha pasado la música a un segundo plano? ¿Quizá, el tirón sólo tiene que ver con el grupo cabeza de cartel?  ¿Se han convertido los festivales en actos sociales? Coincidiendo con la celebración en Logroño del Curso de la Universidad de La Rioja ‘Identidad y Música’ en el que se aborda ‘El reto de organizar festivales’ y teniendo en cuenta que ha sido una cuestión de debate durante los últimos meses sobre su condición o no de burbuja ante la proliferación de estos eventos, hemos pulsado la opinión de la gente de la música: ¿Festivales y conciertos, música o actos social?


En el local Stereo de Logroño, habitual en la programación de música en directo en la ciudad, nos recibe Alfredo Lázaro. “Jamás –apunta- ha habido un acceso a la música como el que hay ahora, por lo tanto, si acudes a un festival y no conoces a los grupos, es porque no quieres. Mi experiencia es que, por supuesto, hay mucha gente que acude a festivales porque les gusta el cartel, especialmente a los pequeños o más modestos, pero sí que se nota que otra mucha gente lo ve como un acto social y van por el hecho de decir que han estado, que están en la onda, aunque se pongan a hablar y no te dejen escuchar a ti, que sí te interesa la banda que esté tocando”. En opinión de Lázaro estos comportamientos se dan en ciertos tipos de festivales, “en Logroño por ejemplo, en Actual o en el reciente Muwi, he visto a gente –gente residente en la ciudad- que no había visto en mi vida en un concierto. Pero aun así, me parece una opción respetable, en cualquier caso, todo vale para que no se dejen de hacer eventos con música en directo, cada vez más infravalorados en mi opinión”.

 

El periodista Andrés García de la Riva ahonda en la opinión de Alfrezo Lázaro. “Supongo que los festivales de música representan hoy en día lo que ocurre, en general, en el mundo de la música. Supuestamente, hay más oferta que nunca -hay festivales casi en cada pueblo, de la misma forma que Spotify permite el acceso a casi toda la música- pero los usuarios, especialmente los más jóvenes, se  conforman con lo que está en la superficie, sin profundizar más allá”. Al observar la evolución de los festivales, De la Riva resalta que “otrora eran una gran oportunidad para descubrir grupos nuevos, amén de permitir el disfrute, en un mismo espacio y tiempo, de varias de las bandas favoritas de uno, y han dado paso al acontecimiento social, al lugar donde hay que estar, a un paraíso para selfies, a un Dorado para las marcas publicitarias”. Como ejemplo, el periodista rememora el BBK Live de 2014. “Recuerdo vívidamente que a la misma hora en que Los Enemigos predicaban en el desierto, a escasos cien metros, hordas de postadolescentes se arremolinaban en torno a un pequeño stand patrocinado por una marca de bebidas energéticas para bailar, por enésima vez ese verano, el "I Love It" de Icona Pop pinchado con un CD”.
  El baterista y bloguero Fran Gonzalo considera que los festivales tienden cada vez más hacia el acto social dejando la música en un segundo plano. “Creo humildemente –señala- que los festivales se han convertido en un acto de peregrinaje y fiesta, independientemente de su calidad musical. Ya no sorprende que buena parte de los asistentes a dichos eventos desconozcan las bandas que forman cartel, pero no así las características de los servicios añadidos -zona de acampada, mercadillo, barras, etc- y juergas limítrofes”. Aun así, cree que “también influye el tipo de música. Históricamente las hordas del Metal han estado siempre muy pendientes de la calidad de sus festivales, respecto a los grupos participantes. Supongo que otros estilos de música, menos exigentes, anteponen el acto social al concierto en sí”.


Javi Castro es una de las almas mater del blog ‘Los Restos del Concierto’ y amante de la música siempre abierto a descubrir un nuevo grupo que le invite a escuchar sus temas. Al reflexionar sobre la cuestión planteada, Castro parte de la base de que toda motivación es buena para acudir a un concierto o un festival, “pero nunca se debería perder de vista que el objetivo de estos es el disfrutar de la música en directo y nada debería estar por encima de esta finalidad. La interacción social y el ambiente festivo van de la mano con este tipo de actos y los hace más atractivos, pero en mi opinión el público sigue siendo convocado en torno a la música y son minoría quienes los ven principalmente como actos sociales”.


El promotor del festival FastFun Bizarre, Sergio Pérez, cree que la motivación para acudir a un concierto o festival dependerá de cada persona. “De manera general -reflexiona-, seguramente sea una combinación de acto social y ganas de ver a tal o cual banda -eso sí, conocida- lo que lleva al público a los festivales y conciertos”. Desde su experiencia personal, Sergio asegura que por lo que ha podido comprobar en los eventos musicales más destacados de La Rioja —por acotar y hablando de Pop/Rock— “lo que si tengo claro es que el público no va a conocer bandas. En estos últimos meses he visto a gente que no me encuentro ni en el súper en estos festivales, pero no he visto a casi nadie en conciertos de bandas desconocidas o emergentes. Este mismo viernes había un concierto de Zelators (Madrid) en el Stereo Rock’n’Roll Bar y el saldo de público arrojaba doce personas y un perro. Fue un concierto bien interesante y divertido y seguramente sacaron algo con la venta de discos ya que con esa entrada —¡costaba 5 €!— no da ni para la gasolina. En el de hace unos meses de Joseba Irazoki fue aún peor pero vendió discos a manos llenas cuando algunos se animaron a entrar hacia el final, cuando ya no había taquilla —5 € una vez más— atraídos por el fascinante sonido de la banda y las caras de quienes salían a tomar el aire”.


Apunta Sergio Pérez lo vivido en las propias carnes en el Festival Fast Fun Bizarre. “El festival programaba bandas nacionales e internacionales no muy populares pero con giras internacionales en muchos casos y no vimos muchas caras desconocidas salvo el público de otras comunidades que repitió año tras año convirtiéndose en conocido. Me da la impresión de que en estos festivales de La Rioja pasa como con la radio fórmula, ‘se pone lo que gusta porque gusta solo lo que se pone’, y se van a encontrar con el problema de querer programar conciertos que la gente conoce, por lo general del llamado indie, y se les van a ir acabando los nombres, aparte de competir unos con otros y pagar precios más bien altos”.

 

Rafa Bezares, programador entre otros eventos del recién celebrado MUWI, lo tiene muy claro. “Sin lugar a dudas los festivales se han convertido en un evento social, más allá de los grupos que participen en él. Por supuesto siempre hay una parte que se mueve únicamente por su afición a la música, pero cada vez es mayor el porcentaje de público que se decide a acudir a un festival más por la experiencia que por la inquietud musical de ver a un artista u otro”. Del mismo modo, Bezares resalta que “a su vez también es mayor el número de actividades paralelas que se programan al margen de las meramente musicales -exposiciones, gastronomía, catas, visitas, talleres, actividades infantiles- y todo ello en aras de convertir estos eventos en una experiencia multidisciplinar, en donde todos encuentren diversidad de opciones de ocio, dejando, en muchas ocasiones, en un papel secundario el cartel musical que se programa”. El programador musical hace hincapié en que “es cada vez más palpable, la huella que estás dejan en la memoria del público, se tiende cada vez más a enfatizar en redes sociales lo fantástico de estar en un festival u otro por factores como la ubicación del mismo, la compañía o las diversas experiencias paralelas que se disfrutan en él que a ponderar la actuación de uno u otro artista”.


Junto a Rafa Bezares, José Luis Pancorbo ha sido uno de los promotores del festival MUWI celebrado en Logroño. Desde su faceta de amante de la música y promotor cultural –no tanto por negocio, dice, sino por devoción- apunta que mientras trabajaban en la organización del MUWI este verano han acudido a ocho festivales musicales. “Como espectadores –explica-, pero también para conocer de primera mano cómo estaban organizados”. Coincide con la opinión de que alrededor de la música en directo hay un creciente halo de acto social, pero hace una diferenciación. “El efecto social –describe- se multiplica en los festivales. En el concierto no hay descanso, es un espectáculo unificado. En los festivales se producen tiempos muertos de diez o veinte minutos entre la actuación de un grupo y otro, hay actividades satélite alrededor de la música”. En opinión de Pancorbo, ”un porcentaje del público que asiste a los festivales lo hace por la experiencia de compartir y socializar, por la experiencia de compartir con amigos”.


José Luis Pancorbo hace cálculos y apunta que “el sesenta por ciento de las personas que acuden a los festivales no conoce a la mayoría de los grupos que forman el cartel y no están interesados en descubrir nuevos grupos. Creo que por la música acude el veinte por ciento de la gente”. En todo caso, el promotor del MUWI, observa cuestiones positivas. “Por un lado, introduces un caballo de Troya cultural y a mucha gente que tan sólo escucha radio fórmula y regaeton –porque en esta ciudad no son muchos los bares que pinchan música que no lo sea: Stereo, Menhir, Mal de Amores, Dorado, La Luna, La Imprenta y el Biribay- le ofreces la posibilidad de escuchar otra música diferente, abres una ventana a culturizarse. Por otro, no hay que olvidar que para los que nos gusta la cultura, la música, que los conciertos o festivales tenga un factor social permiten que acuda un mayor número de público y los hace viables a la hora de promoverlos y organizarlos... y eso nos beneficia a quienes asistimos para escuchar a un grupo o descubrir a una nueva banda”.


Desde otra perspectiva, Edu Anmu dj entiende que en el debate planteado entre música y acto social es complicado separar ambos conceptos. “Estando dentro del circuito y en mi opinión, la respuesta es clara. Un festival es un evento social, para unos y otros, público y programadores. Hoy en día es imposible desligar ambos conceptos. Y creo que así lo verán también los patrocinadores. Si montas un festival, obviar un punto tan necesario como éste, sería un suicidio. Lo de los conciertos es otro tema, casi un imposible. Basta con observar la afluencia a las salas de nuestra ciudad. Lo mismo sucede a nivel nacional. ¿Por qué se llenan luego los festivales? Evidentemente, no todo es música”.


Rubén Domínguez, conocido como Boogy y promotor de conciertos a través de Boogy Music, no tiene dudas. “Desde luego los festivales se han convertido en un acto social, cada vez en mayor medida. Incluso muchos jóvenes han cambiado sus vacaciones en la costa, por la asistencia al festival veraniego de turno, en los cuales apenas conocen a los artistas. Festivales masivos, que superan los 100.000 asistentes. Generalmente ese tipo de público no es gran consumidor de música y rara vez acuden el resto del año al circuito de salas”.


Desde Promociones Iregua, Virginia Bezares, nos atiende un instante dentro de la vorágine en la que se encuentran en estas fechas. “Estamos a tope –describe- estas semanas”. Su percepción sobre el debate planteado es que “todo varía en función de aspectos como la economía, la capacidad de atracción turística, los espacios, la estacionalidad y, por último y no por ello menos importante, la visión del promotor que lo ejecuta”.


Resalta Virginia que “la mayoría de los festivales se realizan en verano y funcionan independientemente del cartel que presenten, otros aun presentando un buen cartel no acaban de despuntar. Desde mi punto de vista para que un festival despunte es preciso que la ciudad confíe en el proyecto, debe querer verlo crecer”. La responsable de Contratación y Comunicación de Promociones Iregua entiende que “de todas formas no hay una fórmula mágica para garantizar el éxito de un festival, la localización es importante pero con un cartel mediocre y una mala producción, en definitiva, con el tiempo estas condenado al fracaso”. Aun así, Virginia reconoce que “sí es cierto que existe una moda entre el público más joven que también favorece al éxito de algunos festivales. Eventos que utilizan como vía de escape para campar a sus anchas y los utilizan como destino vacacional, como el Arenal Sound, FIB…”.


Para Virginia Bezares es “muy importante confiar y apoyar a los festivales que atraen turismo y favorecen la promoción de la ciudad, debemos volcarnos y además de valorar la apuesta económica de cada festival, valorar la calidad del servicio que se ofrece en cada festival, esto es lo que en muchas diferencia a unos festivales de otros”.


Desde la perspectiva de su condición de música y organizadora de conciertos, Verónica Zaldivar, ‘Mamba Negreatard’, tiene una opinión definida sobre la cuestión ¿festivales, música o evento social?. “Personalmente –afirma- un concierto o festival es música, aunque sí he podido observar que hay personas que para ellas es un evento social y no solo no conocen a los grupos que tocan, sino que tampoco van a descubrir si les pueden gustar desde ese día”.


Verónica reconoce que ya no es asidua de los festivales, “ya no asisto a muchos y menos a los grandes porque me incomoda la masa de gente que acude. Por supuesto que la motivación principal es la música, ver a los grupos que te molan y descubrir a los que no conoces pero que te has informado antes de ir, aunque puedo entender que pasar un rato con los amigos o la fiesta también pueden estar incluidos. También hay que tener en cuenta que en los festivales te meten en un mismo día a tantos grupos que es difícil poder ver a todos por el agotamiento que supondría y en algunos festivales tocan varios grupos que te encantan a la misma hora, cada uno en un escenario diferente, y eso sí que no lo puedo entender, que tengas que elegir”.

 

Conn Bux, que actuará hoy jueves, a las 22:00 horas, en el Birabay Jazz Club dentro de las actividades del curso ‘Identidad y Música’, señala dos tipos de personas al analizar el público que asiste a conciertos y festivales. “La mayoría de la gente va a los festivales por la música, para ver y escuchar a sus grupos favoritos y para descubrir nuevos artistas en directo en el mismo lugar”. Por otro lado, en su opinión, “otra gente va porque es un evento. No está mal cuando este gente disfruta del ambiente y descubre nuevas bandas y al final del festival hay muchos grupos con nuevos seguidores”. Como espectador, reconoce que es “increíble ver grandes grupos en el mismo lugar, aunque a veces descubro bandas que no conocía anteriormente y que me hacen disfrutar de sus directos. Tengo muchas anécdotas en festivales. Mis padres nos llevaron a mí y a mis hermanos a varios festivales en Irlanda cuando éramos niños y tuve la oportunidad de ver a artistas como Van Morrison, Christy Moore . Cuando tenía 5 años reconocí en el festival Lisdonvarna a Rory Gallagher porque mi hermano mayor era fan y tenía un montón de posters en su habitación. Me acerqué a él y le dije que era el mejor guitarrista en el mundo, el sonrojado me lo agradeció y a la vez que me firmaba un autógrafo me dijo que practicara y que igual algún día yo también lo sería así que sigo practicando. Después de conocer a un músico tan majo y tan grande y de recibir su consejo de tocar la guitarra pienso que este festival cambió mi vida así que para mí los festivales funcionan en todos los sentidos”.
José Biribay regenta el Biribay Jazz Club, uno de los locales logroñeses que programan música en directo de manera asidua. Con la lectura reciente del artículo publicado en SPOONFUL por Sergio Andrés en el que abre el debate sobre si en los festivales y conciertos primer la música o el factor social, José Biribay asegura que comparte plenamente lo leído. “La música es una excusa, la cual no es mala, para pasar unos días de fiesta y relacionarte con gente que comparte tus aficiones. Por supuesto, el ‘postureo’ es fundamental, en muchas de las ocasiones, para elegir el festival al que se acude -sobre todo los de música indi, ya que se repiten con bastante frecuencia los artistas que participan. Yo creo que algunos programadores hasta ‘experimentan’, divertidos, para observar las reacciones de su público y observar hasta donde los pueden retorcer -Dúo Dinámico en Sonorama, por ejemplo, que fue un completo éxito, por cierto. De todas formas, muchos conciertos de ‘a diario’ también son un acto social para mucha gente”.

 

Para la promotora de conciertos, diseñadora y música, Mónica di Francesco, tanto conciertos como festivales, "son eventos sociales donde la música se supone que es el leitmotiv, el hilo conductor... lo que mueve a la gente. Es una formula muy apetitosa de siempre; en un concierto disfrutas de música en directo a la vez que gozas bailando o emborrachándote junto con personas de tu mismo rollo. Otra cosa es si la gente deje en un segundo o tercer plano la música y le importe más el postureo".Di Francesco diferencia. "Si hablamos de un macrofestival, estilo el Primavera Sound, donde la fachada 'guay o la pose es lo que predomina, me parece que el verdadero interés hacia la música se diluye, aunque los mártires de este tipo de festis digan lo contrario y se exciten al ver que su grupo preferido de los 90s, disueltos hace tiempo y con una estrategia de 'come-back' debajo del brazo, sean cabeza de cartel ese año y, una vez más, hordas de cuerpos rebosantes de nostalgia acudan en masa a verlos. Lo más probable es que al final las drogas y la vorágine de la festi-masa los termine aplastando y ni siquiera vayan al concierto que los motivó a asistir al festival".

 

Para la promotora musical, "los macrofestivales son una trituradora, cada vez más plagados de publico por todos lados, cada vez más grandes, vacuos y con carteles imposibles. Tomarse la foto en el concierto de moda -o en el concierto bizarro de la temporada- y subirlas a las multi-redes sociales, parece que es lo que más abunda en esos ámbitos. Personalmente prefiero los conciertos o festivales de un día, autosugestionados, con bandas a las que vayas a apoyar y disfrutar sinceramente, al cien por cien. Yo ayudo a montar conciertos en un sitio muy especial de Logroño, con una filosofía totalmente DIY (hazlo tu misma), donde a los asistentes y organizadores les mueve de verdad la música. Allí llegan grupos de gira desde Estados Unidos, Europa... hasta algún grupo de Nueva Zelanda o sitios remotos como Islandia. Pasan por aquí porque este lugar está dentro de una red que funciona como un motor para que grupos, sin ningún tipo de patrocinio, puedan girar por Europa. Los conciertos se hacen sin animo de lucro personal. Todo el dinero que sale de la entrada va para las bandas. Se trata más de crear una comunidad, una red de apoyo para los grupos, que hacer negocio o alimentar una escena vacía que no va para ningún lado. De paso te pones en contacto con mentes afines, descubres música alucinante y tu red de contactos se amplia..., de esta forma sociabilizas pero, sobre todo, apoyas honestamente la música que te gusta".

 

La mirada del periodista José Luis Ouro corroborala tendencia apuntada por promotores, músicos y blogueros. "El acto social -destaca- se va imponiendo en el campo de los festivales por la habilidad de algunos organizadores. Éstos han atraído hasta un entorno musical a un tipo de público apenas interesado por la música, pero deseoso de consumir. El negocio se ha preservado.Por su parte, los conciertos aún resisten el envite refugiados en pequeñas salas donde prima lo musical y con un público de más edad; con los años te vas dando cuenta de que un festival es, sin duda, el peor escenario -nunca mejor dicho- para disfrutar de la música en directo".

 

Escuchados los expertos, la respuesta a la pregunta ¿Festivales, música o acto social? parace inclinarse por el factor social sobre el interés que despierta la música propiamente dicha. Así lo detallan los protagonistas del mundo de la música que, aunque en su mayoría, entienden que la música debiera ser el personaje principal en un festival consideran que la tendencia es otra. Es complicado ofrecer un dato concreto pero las impresiones recogidas señalan que un porcentaje elevado del público acude sin conocer la música de los grupos programados o, al menos, no más allá de las bandas que abren el cartel. Ahora priman aspectos como la experiencia frente a lo púramente cultural, lo que no tiene porque ser negativo tal y como apuntan las opiniones aportadas, simplemente es otra forma de acercarse a los festivales./Javi Muro/Sergio Andrés

 

* Cursos de Verano 'Identidad y Música'. El 9 de septiembre, viernes, Espacio Lagares. 18:00 h. a 19:30 h. Mesa Redonda: “El reto de organizar festivales”

 

* ... el origen de este debate... 'Festivales y conciertos: ¿música o acto social?, por Sergio Andrés

 

 



Autor: Javier Muro

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