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{ENTREVISTAS}

Apología de lo cotidiano, retratos del alma

Paula Gil Ocón expone sus fotografías 'Protagonistas anónimos' en La Gota de Leche de Logroño

Asegura Paul Gil Ocón que la exposición ‘Protagonistas humanos, apología de lo cotidiano’ no era un proyecto premeditado. “No es que decidiera que iba a hacer esta serie de fotografías para agruparlas bajo una exposición en concreto –detalla-, sino que la exposición es el resultado de fotografías que he ido sacando a lo largo de mis viajes durante los tres o cuatro últimos años”. La muestra, que acoge La Gota de Leche de Logroño hasta el 29 de julio, tiene como eje principal retratos de personas anónimas, que pese a su condición, precisamente, de anónimas se han convertido en protagonistas del viaje de la joven fotoperiodista riojana.

 

Paula ha tomado las imágenes en diferentes marcos geográficos. Algunas las realizó en Méjico, otras en Polonia, Ucrania o Bosnia, otras al norte de Marruecos. Buscaba reflejar la riqueza de la diversidad humana, sin olvidar el fondo social y el día a día, de los protagonistas, del lugar y del momento. “Las fotografías –describe- surgen de manera espontánea, me refiero a que cuando disparo con la cámara no pienso en un fin en concreto. Fotografío lo que me llama la atención, aunque siempre suelen tener el denominador común del costumbrismo”.

 

Cuando solicitas a Paula los porqués, cuando le preguntas sobre la chispa que le lleva a realizar un fotografía, alude, por ejemplo a Diane Arbus –“una de mis fotógrafas favoritas”-, con cuya fotogarfía y pensamiento se siente identificada Recuerda las palabras de Arbus: "Lo que menos me atrae es fotografiar a gente conocida o a personajes públicos: en cuanto se vuelven famosos, me resultan totalmente indiferentes. Los monstruos, los freaks, los fenómenos de circo, tienen una cualidad de leyenda. Son como el personaje de un cuento de hadas que nos detiene para exigirnos la respuesta a un enigma. La mayoría de la gente vive con el miedo de pasar por una experiencia traumática. Ellos ya pasaron la prueba de su vida. Son aristócratas”.

En el caso de Paula, apunta que fotografía todo aquello que le llama la atención, “siempre tratando de escapar de lo típico -jamás fotografiaría el típico monumento protagonista de la ciudad de turno-, pero a la vez, existe una gran paradoja porque fotografío escenas cotidianas. Pese a que mi fotografía escapa de etiquetas o tipos ya que el estilo es muy diverso, podría tildarla de fotografía costumbrista de gran contenido social”.

 

La muestra tiene como eje central retratos de personas anónimas que pese a su anonimato se han convertido en las verdaderas protagonistas de sus viajes. “Es una manera de convertir en personas con vidas totalmente normales -en muchos casos incluso ajenas a lo comúnmente conocido como 'civilización'- en protagonistas. Un homenaje a su vida y a las vivencias y/o aprendizaje que he aprendido de ellos -aunque algunas veces también tomo fotografías de personas que me llaman la atención y con las que no he podido entablar trato”. 

Paula Gil Ocón entiende la fotografía como un medio de expresión, más que un fin es un medio. “Un medio de expresión del que llevo haciendo uso desde que tengo uso de razón -dicen que los niños vienen con una barra de pan bajo el brazo, en mi caso fue con una cámara-. Es un medio de expresión que me permite inmortalizar vivencias y recordar momentos de vivacidad. No voy a basarme en el tópico de decir que con ella pretendo cambiar el mundo, pero sí que me gusta mostrar diferentes formas de vida. Hay vida más allá de nuestra ciudad, nuestra rutina y nuestro statuos quo. Me gusta pensar que a través de mi fotografía hay personas que se replantean esto. Siempre hay que tratar de ver más allá y la fotografía te permite esto.  También es una manera de romper con estereotipos: ¿por qué no va a poder ser protagonista de una imagen alguien tachado de 'marginal'? La magia reside en convertir en protagonistas a estas personas, que escapan de lo ordinario”.  

 

Y es que el factor humano es esencial en la fotografía de Gil Ocón. “Para mí, a una fotografía sin componente humano le falta alma. Es cierto que practico otro tipo de fotografías, de hecho me encanta fotografiar arquitectura -especialmente la derivada del funcionalismo soviético- reflejada en bloques y bloques de viviendas homogéneos, así como la de barrios marginales de las ciudades -esto puede verse en las fotografías de la exposición-. Pero un personaje humano es lo que le da alma a la fotografía”.

 

Paula no le presta tanta atención a la técnica o a la edición como a la 'captación' de la escena en sí. “Es lo que realmente me importa. Creo que la post edición de la fotografía le resta autenticidad”. La fotoperiodista recuerda también la importancia de los pies de foto de la exposición. “Como periodista cultural la escritura forma una parte fundamental en mi vida. No considero que la fotografía tenga que ir ligada a ella. Un fotógrafo no tiene porqué explicar cada fotografía, pero en mi caso, en esta exposición los pies de foto cobran tanta importancia como la imagen”./Javi Muro

 

Pies de foto como los siguientes:

 

Rosita tenía la piel del color de los caramelos Solano, tersa y brillante; unos ojos que me miraban con ternura y me apaciguaban con su tono turquesa grisáceo, propio del que provocan las tormentas tropicales en el mar y una gruesa nariz mestiza, marca de su herencia indígena. Resultaba difícil calcular su edad, ya que apenas tenía una arruga, pero el color cano de su cabello trenzado, me decía que rondaría los sesenta años. Le pedí una fotografía y a cambio me sorprendía con agua de canela y chiles en nogada. No hay quien supere a un mexicano cuando se hospitalidad se trata. 

Pátzcuaro, México. Octubre de 2015

 

Al dejar el centro de Varsovia, con sus avenidas de seis carriles y los rascacielos construidos después de la caída del Muro de Berlín y cruzar el río Vístula, uno se encuentra con otra ciudad; se encuentra en el barrio de Praga Pólnoc: zona no apropiada para turistas y para todo aquel que desea ver la cara más 'bonita' de la tantas veces asediada ciudad de Varsovia. Este es el barrio gris y castigado por la metralla que aún se mantiene en pie y ofrece la cara más auténtica de la capital de Polonia. 

Varsovia, Polonia.  Mayo de 2014

 

La señora Rosita se convirtió en mi persona favorita del día de Muertos de 2015. Nos conocimos, como suceden todas las cosas bonitas del mundo, entre panteones, flores y retratos de vírgenes. Rápidamente me llamó la atención por su indumentaria: los colores de esta hacían honor a su nombre. Desprendía un aire entre refinado y estrafalario con su inmaculado vestido rosa palo rematado con lentejuelas violetas y una pamela blanca ornamentada con flores de plástico, que bien podía haber salido de un puesto del mercado (o un bazar chino, para los hispano parlantes).

Ya no recuerdo la excusa que inventé para entablar conversación con ella, supongo que tendría algo que ver con mi ubicación, dada mi pésima orientación y las desorbitadas dimensiones del panteón Dolores.

Panteón Dolores, Ciudad de México. Noviembre de 2015

 

Aunque el titular que abunde en la prensa mexicana sea 'Michohacan, el reino de los narcolaboratorios', nada para la frenética vida en el Distrito Federal. Puede que sea por el mago de su cielo gris. El gris no es ni blanco ni negro, ni sí ni no, un color que muchos lo convierten en insensible, incluso triste y aburrido. La fiesta del carnaval termina con el gris miércoles de ceniza, hablamos de épocas grises, y de la gris rutina, que nos resulta fea y aburrida. Pero el gris de la Ciudad de México rompe todos los mitos. Es un gris que transmite tranquilidad; el sólo hecho de levantar la mirada en ese cielo encapotado me hacía volver a saborear la placenta materna.

Ciudad de México. Octubre de 2015

 

 



Autor: Javier Muro

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