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{ACTUALIDAD}
Un Rothko, 67 millones de dólares
“Mi arte es abstracto, vive y respira”. Mark Rothko definía así su pintura, frente a la que aseguraba que “callar es algo bastante acertado”. No se trataba de un ataque de prepotencia o soberbia, sino una invitación al espectador a interpretar la obra a su manera, a buscar un significado que puede cambiar de una persona a otra. El artista letón falleció en Nueva York en 1970. Entonces, hace 42 años –cuando Paul McCartney anunció la separación de The Beatles y Queen comenzaban su carrera- el arte era un lugar apetecible para coleccionistas e inversores. Hoy, en plena crisis económica y financiera, parece existir un sustrato social que mantiene intacto su capacidad de adquirir el trabajo de las firmas más prestigiosas con el fin de extraerle un beneficio futuro.
‘Nº 1 Royal Red and Blue’, una obra que Mark Rothko pintó en el periodo de postguerra –un periodo considerado el cenit de su carrera- fue adjudicada el pasado el 14 de noviembre en el precio de 67 millones de euros. ‘Nº 1’ es un lienzo de gran escala que integró, en 1954, la muestra del artista en el Instituto de Arte de Chicago, ejerciendo de presentación del expresionismo abstracto.
Rothko nació ruso, aunque hoy en día sería ciudadano de Letonia, y residió la mayor parte de su vida en Nueva York. A Estados Unidos llegó en 1910, cuando su padre decidió emigrar ante el riesgo de que sus hijos pudieran ser reclutados por el ejército zarista.
Abandonó sus estudios en la universidad de Yale y se trasladó a Manhattan, dejando atrás sus iniciales propósitos de cursar Derecho e Ingeniería. Allí, en la gran manzana, Rothko contaba que un día presenció una clase de arte cuando acompañaba a un amigo que realizaba un curso. “Todos los estudiantes –relataba- estaban realizando un bosquejo de una modelo desnuda y, en ese momento, decidí que esa era la vida que quería para mí”.
La de Mark Rothko fue una vocación tardía que le llevó a matricularse en el Art Students League y en el New School Desing. Aquellas clases, según explicaba, le ayudaron a comprender la pintura como un vehículo de expresión emocional y religiosa. Además, vivir en Nueva York le permitió acercarse a todo el arte y toda la cultura que se movía por sus calles; una auténtico vendaval de modernidad.
Hasta 1933 no realizó su primera exposición individual. Fue en Portland y exhibió dibujos y acuarelas. Unos meses después, en septiembre, la Contemporany Arts Gallery acogería su primera muestra en Nueva York. Fueron quince retratos al óleo.
Poco a poco, su pintura fue evolucionando hacia el surrealismo y al juego con las formas y el color. Fue en 1947, cuando la ruptura con su obra anterior es determinante. Rothko comenzó a crear cuadros de gran formato con el color como protagonista. Un nuevo estilo que fue depurando y asentando y que presentaba series de dos rectángulos confrontados con los límites diluidos. La idea era, explicaba el artista, envolver al espectador y provocar que fuera parte de la interpretación de cada pintura. Al final de su vida, los colores se tornaron en tonalidades sombrías y oscuras. Marrones, violetas, granates y, mucho, color negro, pasaron a ser los nuevos protagonistas.
Uno de estos cuadros de gran formato, ‘Nº 1 Royal Red and Blue’ y perteneciente aún a la época de colores intensos, fue el que alcanzó la cifra de 67 millones de dólares -52,6 millones de euros; 75 millones de dólares con tasas e impuestos- en la subasta de Sotheby’s. Un gran acontecimiento ya que tal y como detallaron desde la casa, “la obra de Mark Rothko no se prodiga en el mercado del arte”. Aun siendo cierto este dato, ‘Nº 1’ no es la obra del artista letón que ostenta el precio récord en una puja. Hace tan sólo unos meses, ‘Naranja, rojo, amarillo’ fue adquirido por 86,8 millones de dólares.
En la sala Sotheby´s, el pasado 14 de noviembre, también se subastaron obras de Jason Pollock, Francis Bacon y Andy Warhol. El montante total recaudado marcó los 375 millones de dólares -295 millones de euros-, lo que demuestra que en plena crisis el arte continúa siendo un refugio para inversores.
¿Por qué quien cuelga 67 millones de dólares en la pared del salón? La compra de arte contemporáneo continúa siendo una inversión rentable. Quien decide apostar por estos bienes tangibles suelen alquilarlos durante algunos años para exposiciones o depositarlos directamente en bancos especializados en el cuidado y conservación de obras de arte. Pasados unos años, suelen retornarlos a las casas de subasta obteniendo beneficios que rondan el quince o el veinte por ciento de lo pagado inicialmente. Así viene siendo desde hace décadas y la crisis no ha cambiado el modelo; las cifras así lo avalan.
Esos bancos especializados exclusivamente en el depósito de obras de arte de gran valor funcionan como cajas fuertes a modo de salón, que garantizan la seguridad de la pintura al tiempo que permiten a sus propietarios mostrarla a, por ejemplo, un grupo de invitados. Estos servicios de resguardo proliferan en Asia, esencialmente en aquellas regiones donde las tasas y los impuestos son simbólicos o inexistentes, al calor del nacimiento de su propio e incipiente grupo de coleccionistas e locales y actuando de efecto llamada a los ya tradicionales inversores occidentales. Pues eso, un Rothko, 67 millones de dólares./Spoonful



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