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{ACTUALIDAD}
Ladrones de arte, entre el glamour y el encargo
Ladrones de arte que trabajen por amor al mismo hay muy pocos. Ladrones como Stéphane Breitweiser sólo uno. Así que, aunque el cine los ha cubierto de glamour, la realidad perece ser bien distinta y son pocos los trabajadores de este gremio que dedican su jornada laboral exclusivamente a robar cuadros y esculturas por un deseo irrefrenable de disfrutar de su belleza. En la calle, fuera de las pantallas, no hay muchos ladrones como Stéphane Breitweiser.
Y es que Breitwiser fue un ladrón peculiar; robaba por deseo; con la intención –explicó tras ser detenido- de crear su propia colección de arte. Quizá por ese motivo, tan sólo sustraía aquellas piezas que le resultaban atractivas. Era una cuestión pasional. El problema para este camarero francés fue el número de obras que lograron cautivarle. En concreto, las 239 piezas que le resultaron sugerentes y que decidió que como en casa –concretamente en la suya- en ningún sitio.
Breitweiser, que se consideraba un conocedor del arte, pilló las obras que le deslumbraban en unos 170 museos diferentes y lo hizo mientras recorría Europa. Logró una media de un robo cada quince días y la prensa le calificó como el ladrón más eficaz del mundo. No era para menos.
Breitweiser se centró en el arte de los siglos XVI y XVII y cuando compareció ante el juez no pudo ser más sincero: “Amo el arte, me gustan las obras de arte y las reuní en mi casa”.
El camarero francés no vendió ni una sola de las piezas que sacó de los museos y se convirtió en un caso atípico. Porque por mucho que el séptimo arte haya rociado de encanto la figura del ladrón de los cuadros de los grandes pintores; un tipo listo, ágil y seductor, con buen gusto y mil y un recursos para salir airoso de cualquier situación, la realidad que dibujan los investigadores es bien diferente. ‘El caso de Thomas Crown’, en sus dos versiones con Steve McQueen en 1968 y con Pierce Borman en 1999, es un buen ejemplo del atractivo y la sofisticación que rodea a estos persobajes. Como también lo son ‘Como robar un millón’ en la que William Wiler logra que una angelical Audry Hepburm se transforme en la ladrona de ‘La venus de Cellini’; o 'La trampa’, con los siempre glamurosos Sean Conery y Catherin Z Jones.
Nada más lejos de la verdad. Lo cierto es, según explican los responsables de las investigaciones, que la mayoría de los robos de arte tienen su origen en un encargo; coleccionistas que quieren hacerse con una pieza única. Puede ser cierto que en la gestación de cada golpe hay un deseo de poseer una gran obra pictórica o escultórica, pero el romanticismo se disuelve conforme se acerca a su ejecución.
Aun así, un ladrón de arte no puede ser cualquiera, debe poseer un conocimiento previo sobre historia del arte y cierto criterio para elegir el objetivo correcto. Además, hay que tener en cuenta que conseguir pasar entre el personal de seguridad de la galería cargando un objeto camuflado de tres metros de alto es más complicado de lo que pueda pensarse. Y luego está la recompensa, posiblemente multimillonaria si se logra el objetivo, así que no es de extrañar el atractivo cinematográfico que estas operaciones han generado.
Algunas de las obras más buscadas por la Policía –a nivel internacional- están firmadas por los más prestigiosos pintores: Picasso, Matisse, Rembrant, Velázquez, Van Gog, Cézanne o Sorolla. El Palacio Real de Madrid, los museos parisinos o egipcios han sido el objetivo de los ladrones de arte, pero quizá el robo más espectacular se produjo en el Museo Gadner de Bostón, de donde se sustrajeron obras de Rembrant, Manet y Degas, incluyendo ‘El concierto de Vermeer’. Se calcula que el botín ascendió a 300 millones de dólares. Una valoración que, según los investigadores, siempre es difícil de calcular ya que el precio fluctúa entre el mercado oficial y el mercado negro.
Robos míticos fueron también, por ejemplo, el que sufrió en 1988 el distribuidor de arte Colnaghi en Nueva York. Le sustrajeron 18 obras; entre otras, dos de Fra Angélico. También tiene su historia ‘El grito’, de Munch, que ha sido robado y recuperado en dos ocasiones o ‘La Mona Lisa’, quizá el robo más audaz de todos los tiempos. Un empleado del Louvre, Viccenzo Peruglia, salió una tarde con el cuadro escondido debajo de su abrigo sin que nadie se percatara de su falta durante 24 horas. Peruglia trató de vender ‘La Mona Lisa’ a la galería Uffizi, ya que consideraba que como obra italiana era en ese país donde debía estar.
‘La Virgen de la Rueca’, también de Leonardo Da Vinci, fue robada en 2004 a la familia Buccleugh y recuperada poco después en el despacho de una importante firma de abogados de Escocia; varios de sus miembros fueron detenidos. Romanticismo cero.
En el año 2000, fue el Museo Nacional de Estocolmo el que sufrió un robo; un autoretrato de Rembrant y dos Renoir fueron los objetivos. Y Hace dos años, un hombre enmascarado entró en el Museo de Arte Moderno de París y se llevó, sin que las alarmas le detectaran, pinturas por valor de cien millones de euros. Entre otras ‘Le pipeon aux petits pois’, de Picasso y ‘La Pastoral’, de Henri Matisse.
En España es la Brigada de Patrimonio Histórico, adscrita a la central de la Comisaría General de Policía Judicial, la que investiga los robos de arte. Los agentes cuenta con la ayuda de ‘Dulcinea’, una base de datos; un apoyo esencial para coordinar la información sobre más de 8.000 piezas de arte sustraídas, entre ellas las más buscadas por la Policía. Durante décadas Erik el Belga -René Alphonse Vandem Berge- fue la pesadilla de los agentes. Se calcula que durante el siglo pasado sustrajo más de 6.000 piezas. Primero fue estudiante e arte, después marchante y con el paso del tiempo ladrón y traficante, para terminar colaborando con la Policía en la resolución de robos y escribiendo sus memorias."Si no sigues esos pasos, si no conoces el mundillo, si no tienes un encargo... no haces dinero" y aseguraba recientemente que si volviera a robar su objetivo sería la 'Gioconda del Prado'.
Ladrones como Stéphane Breitweiser no abundan, pero... ¿Quién no ha querido ser Cary Grant alguna vez?/Javi Muro
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